Capítulo 3

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Sangre.

Xie Lian se detuvo al percibir el sabor, tenue pero claro en el agua que le rodeaba. Era alarmante, en gran medida porque no había muchas criaturas que vivieran en la cala y que fueran lo suficientemente grandes para producir tanta sangre como para que Xie Lian pudiera saborearla en el agua. Frunció el ceño y nadó a contracorriente, siguiendo el sabor a hierro nauseabundo que asaltaba sus sentidos.

Si se trataba de algún tipo de delfín o marsopa trataría de ayudarlo si pudiera y lo sacaría de su miseria si no pudiera hacer nada. Los humanos ... bueno, eran un poco más difíciles de comprender, emocionalmente hablando, así que esperaba ser capaz de ayudar.

Pronto, el sabor de la sangre se desvió de la corriente y condujo a Xie Lian a una pared de roca en su lugar. Con la cabeza recta, rompió la superficie del agua, inmediatamente, el viento le azotó el pelo empapado provocando un escalofrío que bajó por su espina. Sin embargo, lo ignoró para inspeccionar la pared rocosa.

Estaba bastante familiarizado con ella. Era una de las pocas que no estaban demasiado empinadas como para escalarlas, aunque Xie Lian nunca había pensado en intentarlo. A pesar de que escalar era factible por la forma en la que se inclinaba, sería imposible saltar desde la cima al agua sin cortarse con la superficie de la misma. Bajar resultaría doloroso, así que intentarlo era tan bueno como encallarse él mismo.

Aún así, en la cima de la superficie rocosa, una mano pálida yacía sin fuerzas entre dos rocas.

Xie Lian habría ayudado a cualquier humano, pero un simple hecho hizo que el hielo inundara sus venas y lo impulsará hacia adelante con dedos temblorosos.

San Lang no se había reunido con él hoy.

Esto era algo muy extraño en el humano, siempre era Xie Lian quien perdía la noción del tiempo, dejando a San Lang vagando por costas rocosas hasta que se encontraban. En los últimos meses, no había un solo día en el que no hubieran conseguido encontrarse.

Y sólo con sospechar que era él...

Sin pensarlo dos veces, Xie Lian se subió a la primera saliente, sus escamas rozaban las rocas irregulares.

¿Cuánta sangre podían perder los humanos antes de que se volviera mortal? Xie Lian no lo sabía, pero la cantidad que caía por la superficie de la roca para adentrarse en el agua solo servía para alimentar su pánico.

Una cornisa a la vez, con esfuerzo, Xie Lian se abrió paso hacia lo alto. Su cola era, por una vez en su vida, absolutamente inútil. Escalar el acantilado implicaba, más o menos, escalar jalando la mitad de su cuerpo hacia arriba y luego usar el peso de su cola para balancearse el resto del camino. Las gruesas escamas de su cola podían soportar el abuso de golpear contra la superficie de la roca una y otra vez, pero después de tanto arañar, escalar y rodar, sus dedos y su estómago también habían empezado a rasgarse.

Mientras tanto, Xie Lian llamó a esa forma pálida y flácida— ¡San Lang! ¿Eres tú? ¿Estás bien? —lo repitió una y otra vez, pero no importaba cuánto llamara, la mano sólo se retorció un poco. Esto no hizo nada para calentar el hielo que corría por sus venas.

Llegó al último saliente, a un tiro de piedra de la cima de la pared rocosa donde yacía el humano, pero mientras Xie Lian llegaba a la cima, se dio cuenta de que sus dedos apenas podían rozar la mano. Con un llanto de frustración, supo que no sería capaz de hacer suficiente palanca para subir ese último tramo. En su lugar, se deslizó por las rocas antes de volver a estirar los brazos, esta vez hacia esa pálida mano.

Sus dedos lo rozaron y Xie Lian sintió que lloraría. Era fría. Se suponía que los humanos eran cálidos.

Ahora que estaba justo debajo de él, las rocas estaban resbaladizas por algo más que el rocío del mar, manchando las escamas blancas e iridiscentes de Xie Lian.

«ɪʀɪᴅᴇꜱᴄᴇɴᴛᴇ» ʜᴜᴀʟɪᴀɴWhere stories live. Discover now