De rodillas.

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Betty hace unos días había sido asignada como la nueva presidenta de Ecomoda y no era nada de fácil estar de vuelta. Sabía muy bien que no era bienvenida, Marcela la detestaba, Margarita seguramente también y Patricia era más que obvio que estaba enterada de todo lo que había pasado. También era difícil estar cerca de Armando, cada vez que lo veía era como un recordatorio que a pesar de todo el daño que le había hecho era imposible no amarlo y no desearlo, su corazón y cuerpo eran unos traidores, a pesar de que trataba de mantenerse racional, su cuerpo no hacia más que dejarla en evidencia cuando él se encontraba cerca.

Se quedo escribiendo en su diario, pero no se dio cuenta que ya era bastante tarde, en los corredores se escuchaba como todo el personal se estaba retirando, minutos antes fue el cuartel a despedirse de ella insistiendo que se fueran juntas, pero ella no tenía prisa, aun le faltaban unos papeles y la verdad quería estar sola un momento.

Pasaron un par de minutos y ya no sé escuchaba ningún tipo de ruido en los corredores, así que sé mantuvo tranquilamente organizando todo y ordenando la oficina. Se paro para guardar unos papeles en los archivadores y de pronto sintió como una brisa de aire toco sus rodillas y subió por sus muslos, llevaba puesta una ajustada falda hasta la rodilla, pero esta se había subido al estar sentada y dejaba ver perfectamente sus muslos bronceados. Su piel se erizo por completo e imagino que eran las manos de Armando quien las tocaba, cerro los ojos sintiéndose culpable pero extremadamente complacida con la idea.

Trato de concentrarse, pero era imposible, incluso sus pezones se habían endurecido con el viento y también con la idea.

Se mordió su labio inferior mirando la puerta, se sentía tan sensual y su cuerpo pedía a gritos una liberación. Se había negado tantas veces a masturbarse pensando en el hombre que la hizo sufrir tanto, sin embargo, era el hombre que más la excitaba.

Miro por la ventana de su oficina y todo el corredor se encontraba vacío y oscuro, recordó también que Wilson solo se quedaba trabajando en el primer piso. La idea era muy excitante, tocarse sobre su escritorio, nadie la podría ver y seria su sucio secreto.

Su tumbo en el escritorio de forma sensual como si le estuvieran dando órdenes que se subiera la falda, se balanceo y sonrió un poco y lentamente la subió, dejando ver un sensual calzón de encaje negro, tiro de este un poco más arriba ajustándolo un poco más a su trasero y con una mano acaricio los cachetes de su trasero. No podía creer lo que estaba haciendo, pero se sentía tan bien.

—Mhh... Don Armando, castígueme.

Se palmeo el trasero un par de veces enviando descargas eléctricas a su clítoris. Podía imaginar cómo sus manos fuertes la castigaban sobre el escritorio y apretó los muslos de excitación.

Tira el cuello hacia atrás y metió una de sus manos adentro de su calzón el cual se encontraba completamente humedecido, acaricio un poco su vagina en círculos y se balanceo sobre su mano un poco más, imaginando que era Armando quien la tocaba.

Mientras se movía sus pezones endurecidos tocaban el escritorio frío. Abrió sus labios y dejo que su cuerpo disfrutará del placer que estaba teniendo. Necesitaba tanto que la tomara, quería que la llenara mientras sus manos la acariciarán sin cesar por todas partes, y su boca y lengua se adueñaban de absolutamente todo su cuerpo. Betty podía sentir como su cara estaba sonrojada por la excitación. Sus dedos siguieron acariciando su vagina.

—Por favor tómeme, quiero sentirlo...mmhh...

Siguió acariciando su clítoris en círculos, sus dedos se encontraban humedecidos. Su vagina se encontraba palpitante ansiosa de más, quería sentirlo llenándola fuertemente sobre el escritorio, lo imaginaba tan dominante penetrándola. Sentía como oleadas de placer la recorrían, le faltaba tan pronto para llegar, estaba tan mojada, se mordió el labio inferior y gimió.

Oneshots eroticos Armando & BettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora