Esta llave abre...

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Mi nombre es Mariana. Vivo con mi familia, mis abuelitos, mi hermano mayor y mi hermano menor, mis padres, y mis perros.

Hace ya más de dos años que mis abuelos viven en nuestra casa, debido a que no es bueno para ellos que estén en una casa solos.

A mis hermanos y a mí nos encanta que mi abuelo France nos cuente historias del pasado, sobre los lugares en los que trabajaba, las cosas con las que jugaba, las anécdotas de su familia, y cómo conoció a mi abuelita Kler.

Usualmente hacemos la tarea con ellos, y, después de que mi maestra de arte venga a darme clases, le enseño a mi abuelita las técnicas nuevas que me había enseñado mi maestra.

Yo le daba clases a mi abuelita, mientras mi abuelo nos contaba a mí y a Michael (que es mi hermano menor) historias de su pasado.

La vez pasada, mi amiga Rut se peleó con Lizette, todo por una blusa que yo me había puesto. Me sentí tan culpable.

Después de que la maestra de arte les diera un castigo, me llevó nuevamente a casa. Corrí a mi cuarto y lloré, ¡Todo era mi culpa!

Mi abuelo entró, se había dado cuenta de que entré llorando a casa. Me dijo que no había necesidad de llorar, y me contó una historia.

Me dijo que cuando él era joven, había dos pretendientes más detrás de mi abuela, así que, en vez de darse por vencido, se compró un buen traje y se preparó para invitarla a salir.

Pero, justo antes de llegar a la casa de mi abuela, vió que otro joven traía el mismo traje, y ya estaba tocando la puerta.

Mi abuelo no se sintió mal, sino que el asunto lo llenó de gracia. Llegó finalmente a la casa de mi abuela, justo cuando ella salió. Mi abuelita se sorprendió al ver a dos jóvenes vestidos de igual manera búscandola para invitarla.

-Que elija al mejor -dijo mi abuelo, dejando enfurecido a su rival-.

Mi abuelita ya estaba enamorada de mi abuelo, así que lo eligió a él.

Esa historia no tenía mucho que ver con lo que me había pasado, pero me dijo que ese tipo de cosas suelen suceder todo el tiempo, y nosotros no las podemos controlar.

Lo mejor es tomarlo con gracia, y no agüitarnos o sentirnos mal al respecto.

Las palabras de mi abuelo me hicieron sentir mucho mejor, y me alegraron el día.

Una semana después, mientras jugaba con Michael, encontramos una caja preciosa en el ático. Pero estaba cerrada, parecía que necesitaba una llave.

Corrimos abajo llevando aquella caja con nosotros, y preguntamos a nuestros abuelitos que si sabían de qué se trataba.

-No sé cómo llegó esa caja ahí arriba -dijo mi abuela con brillo en los ojos-.
-Eso mismo digo yo, me trae recuerdos fantásticos simplemente al verla -admiró mi abuelo-.
-¿Saben cómo podemos abrirla? -preguntó Michael mientras yo observaba todo-.
-Esta llave abre el baúl -dijo mi abuela tomando el collar que tenía en su cuello-. Pensé que nunca la usaría otra vez. Ni siquera sabía que esta caja todavía seguía viva.
-¡Ábrela abuela, ábrela! -exclamó mi hermano-.

Mi abuela abrió la cajita. La llave tenía forma de una flor, como la de una Teresita. El tallo era de color dorado, y los pétalos como un bronce rosado muy hermoso.

Abrió la caja. Adentro se encontraban unas cartas, una flor seca, unos boletos de teatro, una pequeña cadena, y unos anillos.

-Estas son todas las cartas que tu abuelo me mandaba antes de ser novios. Y también después de serlo.
-¡Qué recuerdos mi amor! -dijo mi abuelo con lágrimas en los ojos-.
-¿Aún recuerdas cuándo fuimos a ver esta obra de teatro? -preguntó mi abuela tomando los boletos de teatro-.
-Ah, cómo olvidarlo. Esa noche fue la noche más especial de mi vida -dijo mi abuelo tomándo los anillos-.
-¿Por qué abuelitos? -dije esperando una respuesta asombrosa-.
-Fue la noche en la que le pedí matrimonio a su abuela -dijo con nostalgia-.
-Su abuelo se veía taaan guapo -dijo mi abuelita entre risas-.
-¿Quieren que les lea una de las cartas? -preguntó abuelito-.
-¡Sí! -contestó Michael-.

Mi abuelo nos leyó una de las cartas. Era tan dulce, incluso a mi me llenaba de alegría escuchar tan lindas palabras.

Querida Kler:

Esta mañana me levanté extasiado porque iría a verte. Me preparé y alisté con esmero para estar perfecto para tí. Lamentablemente, como ya te habrás enterado por la señorita Smith, mi madre se enfermó gravemente y tuvimos que llevarla al hospital. Espero fervientemente el día de mañana para entregarte estas lindas Teresitas y poder ver y contemplar tu hermosa sonrisa.

Por siempre tuyo, France.

-¡Es realmente hermoso abuelo! -dije-.
-Nunca fui muy bueno con las palabras, pero siempre hacía mi mejor esfuerzo por tu abuela.
-¡Oh, sí! Jajaja, tu abuelito me mandaba cartas cada día. Decía que era para que recordaramos nuestros viejos días cuando fuéramos mayores.
-Y como ven, aquí estamos, recordando los buenos tiempos.
-¿Y qué son estos anillos? -preguntó mi hermanito-.
-Esos fueron nuestros primeros anillos de casados. El problema fue cuando crecimos y nos dejaron de quedar, por eso ahora usamos otros.
-Es lindo recordar los viejos momentos, tiempos que nunca regresarán. Que nos formaron, emocionaron y enseñaron -dijo mi abuela tomando una foto de la caja, y guardando todo lo demás-.



¡Buenas a todos!

Aquí les tengo el sexto reto.

Esta historia me llena de nostalgia porque me hace recordar a mis abuelitos.

Como le había prometido a PrincesseUnique esta historia es narrada por Mariana, que fue una de los personajes de "Página en blanco".

¡Espero que les haya gustado!
~Katana

Treinta hisotrias para pasar el ratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora