Qué dirección tomar

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Nací en una época difícil. En el mundo hay una guerra. Y no me refiero a una guerra con armas, ni con bombas, no hay misiles o soldados.

Es una guerra de todos contra todos, pero al parecer nadie se da cuenta. Todos siguen viviendo como si el mundo fuese normal.

Siguen saliendo con amigos, trabajando para sobrevivir y alimentar a sus familias, jugando videojuegos para pasar el rato, comprando chatarra para disfrutar.

Pero, ¿Realmente eso los llena? ¿Realmente eso les da felicidad? Si eso les diera felicidad, ¿Por qué lo siguen haciendo? ¿Por qué, después, tienen depresión? ¿Por qué entonces se les ve llorando por ninguna causa aparente?

Porque eso no es felicidad. Yo, he experimentado la felicidad alguna vez. El gozo, y la paz.

Fue hace algunos años, cuando vivía con mi familia. Cenabamos juntos todos los días, leíamos la biblia, bromeaba con mis hermanos, ayudaba a mamá con la casa y a papá con su trabajo.

Ese tipo de cosas, que en el momento te dan flojera, pereza o te aburren, ahora las recuerdo con amor, con esperanza, y con felicidad.

Mi familia fue arrebatada por el gobierno. No nos permiten creer en Dios, no nos dejan orar, alabar Su nombre, o adorarlo.

Presiento que ninguno de ellos sigue vivo, pero dentro de mí hay una esperanza muy ligera de que puedan estar vivos en algún lugar.

Desde ese día, no sé qué dirección tomar. Me siento perdido. ¿Qué propósito tiene la vida? ¿Qué propósito tiene vivir?

Sigo viviendo en mi casa, trabajo en una empresa ejerciendo mi carrera, ingeniería eléctrica.

Gano un buen sueldo, y siempre me sobra, incluso si gasto más de lo que necesito. No sé qué hacer con eso, así que lo guardo. Quizá algún día deba escapar, comprar otra casa, o me despidan.

Desde que pasó aquella cosa con mi familia, nunca he pensado en tener una propia. Odiaría que me volvieran a quitar nuevamente a mi familia.

Me sentía desesperado, estaba perdido. No había un rumbo, una dirección o un lugar en el que me sintiera cómodo, en el que me sientiera parte de.

Decidí, de una vez por todas, limpiar las habitaciones de mi casa. No había movido nada de las pertenencias de mi familia, pero era hora de empacar e irme a otro lugar.

Comencé con la habitación de mi hermana más pequeña. Guardaba juguetes que le había regalado, peluches, y muchísimas cosas de tecnología. Siempre decía que quería ser como yo cuando fuera grande.

Una lágrima salió de mis ojos involuntariamente. Guardé solo las cosas más significativas en una maleta, y lo demás lo dejé.

Siguió la habitación de mi hermano mayor. Había pósters de música por todos lados, pero su habitación no tenía muchas cosas (a comparación de la de mi hermana). Tomé su guitarra eléctrica, guarde los pósters, y fui al estante de libros. Él amaba leer. Había libros de todo tipo, cabían todos en la maleta, así que uno por uno, los desempolvé y lo empecé a guardar.

Hubo uno que llamó mi atención más que ningún otro, su color era el menos llamativo, pero lo que llamó mi atención, es que se veía desgastado, e incluso no se veía el título.

Era el último por guardar, era el primero de la fila.

Lo tomé, y me senté en la cama. Al abrirlo, supe de inmediato de qué trataba.

"Génesis 9-10"

Sentí algo dentro de mi, algo indescriptible. Recordé las palabras que me había dicho mi padre: "Nunca olvides buscar a Dios, no importa la situación en la que estés. Recuerda que el es el único que te puede consolar, Él único que va a estar para tí siempre. Recuerda, que fue Él el que nos ha mantenido unidos en medio de esta gran tribulación".

-¡Dónde has estado Dios! ¡¿Por qué te llevaste a mi familia?! -grité con rabia-. Por qué me siento tan solo.

Iba a guardar ese libro en la maleta, pero en el último instante, lo dejé afuera. Guardé algunas gorras que guardó mi hermano, habían sido firmadas por deportistas. Amaba los deportes.

Salí de su cuarto, y por último, fui a la habitación de mis padres.

El cuarto no tenía casi nada, más que unos cuadros de decoración, y las lámparas a lado de cada extremo de la cama. Chequé los burós, primero el de mamá.

En el primero se encontraban todo tipo de medicamentos, gasas, primeros auxilios.

Me teletransporté a cuando era niño. Cada vez que a mí, o a mis hermanos nos dolía algo, íbamos corriendo con ella, y ella, con amor, sacaba sus medicinas y nos daba masaje, o nos atendía las cortadas.

En el segundo cajón se encontraban muchas cosas aleatorias, no de mucha importancia. Abajo de todas ellas, había un sobre con dinero.

«Mamá siempre estaba preparada».

En el último cajón, había libretas, y de nuevo, ví aquel libro. Era mucho más nuevo que el de mi hermano, y estaba decorado con mariposas.

"La Santa Biblia".

Una libreta que estaba justo a lado se veía muy desgastada y usada. La abrí, eran pensamientos y reflexiones acerca de ese libro.

Tomé esos dos y los llevé a la maleta correspondiente. Fui al buró de papá. En el primer cajón había algunos dulces, galletas y cositas por el estilo. Mi papá siempre había sido súper goloso. Después, ví un baúl de madera.

En ese baúl se encontraban fotos, collares, dijes, y pequeñas cosas que utilizaba de recuerdos. Había fotos de mis abuelos, de mis tíos, y fotos de nosotros bebés. Las lágrimas volvieron a caer, justo cuando, abajo de el baúl, ví una carta.

Era para mí. Abrí la carta, y comencé a leerla.

Vaya vaya, se ve que has crecido en los últimos años mi amor. Siempre has sido un niño inquieto, juguetón y muy extrovertido. Espero que lo sigas siendo. Muy probablemente, si estás leyendo esta carta es porque nosotros ya no estamos aquí.

¿Sabes? Ayer tuve un sueño, en dónde nos llevaban a todos menos a tí. En ese sueño, también ví que después de algunos años, decidías cambiarte de casa, y comenzabas a tomar cosas de cada cuarto. Dios me dijo que te escribiera esta carta.

Si bien puedes pensar que Dios te ha abandonado, déjame decirte que estás en lo incorrecto. Recuerda que Dios ve las cosas desde una perspectiva diferente. Nosotros solo vemos lo que está pasando, pero Él, ve todo.

Así que confía en Él, tienes que saber y estar seguro de que Él tiene un plan perfecto, sin defectos. Toma tu valor, agárralo fuerte, y marcha ante todas las cosas que estén por venir. No dejes que las cosas del día a día te abrumen. Recuerda que Él es la única dirección, Él te dirá qué dirección tomar.

Espero que no hayas dejado de leer la biblia y buscarlo, y espero que pronto puedas lograr tu meta y tú propósito en la tierra.

¡Dios mío! Mi padre era el único que me lograba hacer llorar, y aquí estoy, con lágrimas saliendo de mis ojos como ríos.

Mi padre tenía razón. La capacidad humana jamás entendería, jamás podría entender los planes de Dios.

Tomé la biblia de mi mamá y fui a leer los versículos que mis padres me leían cuando tenía miedo, cuando no sabía qué hacer. Cuando no sabía qué dirección tomar.

Fin de la primera parte.



¡Buenas a todos! Aquí les dejo el onceavo reto.

Las siguientes partes de esta historia estarán en otro libro, ya que, al final, terminé haciendo algo bastante largo y creo que merece su propio apartado.

¡Sin más que decir, nos vemos pronto!
~Katana

Treinta hisotrias para pasar el ratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora