veintidos

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Percy Jackson.

Las palomas demonio nos atacan.

Los siguientes días fueron una auténtica tortura, como Tántalo deseaba

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Los siguientes días fueron una auténtica tortura, como Tántalo deseaba.

En primer lugar, ver a Tyson instalándose en la cabaña de Poseidón mientras le entraba la risa floja cada quince segundos, ya fue toda una experiencia.

—¿Percy, mi hermano? —decía como si le hubiese tocado la lotería.

Y no había modo de explicárselo. Estaba levitando. En cuanto a mí, en fin, por más que me cayera bien aquel grandullón, no podía dejar de sentirme algo incómodo... avergonzado, sería la palabra adecuada. Ya la he dicho.

Mi padre, el todopoderoso Poseidón, se había encaprichado de algún espíritu de la naturaleza y Tyson había sido el resultado. Yo había leído los mitos sobre los cíclopes, e incluso recordaba que con frecuencia eran hijos de Poseidón, pero nunca había reparado en que eso los convertía en parientes míos. Hasta que tuve a Tyson instalado en la litera de al lado.

Y luego estaban los comentarios de los demás campistas. De repente, yo ya no era Percy Jackson, el tipo guay que el verano pasado había recuperado el rayo maestro de Zeus; ahora era el pobre idiota que tenía a un mounstro horrible por hermano.

—¡No es mi hermano de verdad! —protestaba yo cuando Tyson no andaba por allí—. Es más bien un hermanastro del lado monstruoso de la familia, como un hermanastro de segundo grado... o algo así.

Nadie se lo tragaba.

Lo admito: estaba furioso con mi padre. Ahora tenía la sensación de que ser su hijo era un chiste.

Damian y Annabeth hicieron lo posible para que me sintiera mejor. Ella propuso que nos presentáramos juntos a la carrera de carros y tratáramos de olvidar así nuestros problemas. No me malinterpretéis: los tres odiábamos a Tántalo (Damian mucho más que nosotros dos) y estábamos muy preocupados por la situación del campamento, pero no sabíamos qué hacer. Hasta que se nos ocurriera un brillante plan para salvar el árbol de Thalia, nos pareció que no estaría mal participar en las carreras.

Por desgracia, Damian se negó. Dijo que no le apetecía presenciar a primera fila lo que él llamo "un suicido seguro", aunque sentía que esa no era la verdadera razón, y por más que intentará hablar con él, alguien siempre nos interrumpía o Damian estaba limpiando los establos por órdenes de Tántalo o Tyson estaba cerca.

Quería ayudar y hacerle ver a mi mejor amigo que me importaba lo que sea que le esté pasando por la cabeza, pero todavía no hallaba la manera de como hacerlo.

OCEAN EYES ¹, percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora