cuarenta y tres

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Damian Bennett.

Sammy le rompe las pelotas a un campista en su primer día. Si no me cuido, esta chica me matará algún día.

A pesar de haber visto ya el Campamento Mestizo en invierno, la visión de la nieve siempre me sorprendía

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A pesar de haber visto ya el Campamento Mestizo en invierno, la visión de la nieve siempre me sorprendía.

El campamento dispone de un control climático de tipo mágico que es el último grito. Ninguna borrasca atraviesa sus límites a menos que el director en persona —el señor D— lo permita. Así pues, habían dejado que cayera una ligera nevada. La pista de carreras y los campos de fresas estaban llenos de hielo. Habían decorado las cabañas con lucecitas parpadeantes similares a las navideñas, salvo que parecían bolas de fuego de verdad. También brillaban luces en el bosque. Y lo más impresionante de todo: se veía el resplandor de una hoguera en la ventana del desván de la Casa Grande, donde moraba el Oráculo apresado en un cuerpo momificado. Me pregunté si el espíritu de Delfos estaría asando malvaviscos o algo por el estilo.

—Uau —dijo Nico al bajarse del autobús—. ¿Eso es un muro de escalada?

—Así es —respondió Percy.

—¿Cómo es que chorrea lava?

—Para ponerlo un poquito más difícil... Ven. Les vamos a presentar a Quirón. Zoë, ¿tú conoces...?

—Conozco a Quirón —dijo, muy tiesa—. Dile que estaremos en la cabaña ocho. Cazadoras, seguidme.

—Os mostraré el camino —se ofreció Grover.

—Ya conocemos el camino.

—De verdad, no es ninguna molestia. Resulta bastante fácil perderse por aquí si no tienes...

Tropezó aparatosamente con una canoa, pero se levantó sin parar de hablar.

—... como mi viejo padre solía decir: ¡adelante!

Zoë puso los ojos en blanco, pero supongo que comprendió que no podría librarse de Grover. Las cazadoras cargaron con sus petates y arcos, y se encaminaron hacia las cabañas. Antes de seguirlas, Bianca se acercó a su hermano y le susurró algo al oído; lo miró esperando una respuesta, pero Nico frunció el entrecejo y se volvió.

—¡Cuidaos, guapas! —les gritó Apolo a las cazadoras. A Percy le guiñó un ojo—. Tú, Percy, ándate con cuidado con esas profecías. Nos veremos pronto.

—¿Qué quieres decir?

En lugar de responder, se subió al autobús de un salto.

—¡Nos vemos, Thalia! —gritó—. ¡Y sé buena! —luego se dirigió a Evan—. ¡Nos veremos más pronto de lo que crees sobrino!

Le lanzó una sonrisa maliciosa, como si supiera algo que él ignoraba. Luego cerró las puertas y arrancó. Tuve que protegerme con una mano mientras el carro del sol despegaba entre una oleada de calor. Cuando volví a mirar, el lago despedía una gran nube de vapor y un Maserati remontaba los bosques, cada vez más resplandeciente y más alto, hasta que se disolvió en un rayo de sol.

OCEAN EYES ¹, percy jacksonWhere stories live. Discover now