Capitulo 4

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—¡Atención estudiantes de primer año! Presentarse en el anfiteatro luego del desayuno, allá explicaremos como será todo respecto al inicio de curso. —Se escucha la voz de un hombre en los altavoces del edificio. Yo estaba durmiendo muy plácidamente hasta escucharlo.

¿Por qué no puedo disfrutar de mis últimos días de vacaciones?

—Vamos chicas, levántense, vallamos a desayunar. —Nos dice Sara mientras baja de la litera.

Me quejo pero le hago caso y me levanto.
Caminamos hasta el comedor guiándonos por los demás estudiantes de la residencia que bajaban hacia allí. Al llegar vemos que hay muchos estudiantes desayunando, logramos encontrar una mesa libre y nos sentamos con la bandeja del desayuno.

—Chicas, vean la cantidad de chicos guapos que hay aquí. —dice Thalia y nos volteamos a ver a algunos chicos, debo admitir que tiene razón.

—La verdad es que si están muy guapos. —Responde Sara. —Oye Ale, ese chico de allá no deja de mirarte. —Me dice señalando con la cabeza hacia detrás de mí. Yo como persona discreta que soy (nótese el sarcasmo), giro mi cabeza cual niña del exorcista para ver al chico.

Me arrepiento nada más mis ojos se encuentran con esos iris ámbar tan intensos. «¡Es el mismo chico del avión!» Giro mi cabeza hacia delante. —Chicas me voy. —les digo, cojo mi bandeja y me levanto tratando de huir tapándome con ella, cosa absurda, pues ya me ha visto, pero así soy.

Thalia y Sara se levantaron para irse conmigo aunque no entendieran mi cambio tan repentino. Todo iba bien hasta que al dar media vuelta para marcharme choco con un chico y el contenido de mí bandeja cae sobre mi ropa. «¡Es que no puedo tener más mala suerte!». Ohh sí que puedo, cuando levanto la vista, soy el centro de atención de todo el comedor, incluyendo claro, al chico del avión. «Que vergüenza, y ni siquiera ha comenzado el curso».

—Perdón ¿Estás bien? —Pregunta el chico con el que choqué. Es muy guapo, es más alto que yo, tiene el pelo castaño oscuro y corto peinado hacia arriba, y en los lados lo tenía mucho más corto. Las cejas pobladas y unos hermosos ojos verdes cubiertos por largas pestañas. Nariz fina y labios carnosos

—Ee-h, s-si. —Tartamudeo como tonta y me doy una cachetada mental. —Sí, estoy bien, no te preocupes.

—Si quieres te puedo conseguir otro desayuno.

—No, no hace falta, de todas formas ya me iba. —digo y salgo lo más rápido que puedo seguida de las chicas.

—¿Qué pasó allá? ¿Por qué saliste tan rápido al ver al chico? —Pregunta Sara cuando llegamos a recepción.

—Es una vergonzosa historia, luego les cuento, voy a cambiarme, adelántense ustedes y nos vemos luego en el anfiteatro.

—¿Segura no quieres que te esperemos? —Pregunta Thalia.

—Sí, estaré bien. —les digo y subo para cambiarme.

Al cambiarme de ropa opto por unos jeans cortos de mezclilla y una camiseta blanca. Una vez lista bajo apresuradamente, pues llego tarde. Salgo de la residencia para dirigirme al anfiteatro, que por cierto no tengo ni idea donde queda. A lo lejos veo a varias chicas corriendo en dirección a uno de los edificios, este es diferente a los otros, se ve más elegante, supongo que será el anfiteatro. Comienzo a correr hacia allá, pues no sé si cierren las puertas y no quiero perderme la información.

Llego a la entrada, efectivamente, es el anfiteatro. Voy hacia donde veo a un hombre que parece ser el encargado de la recepción y pregunto hacia donde tengo que ir. Voy subiendo las escaleras cuando escucho una voz.

—¡Cuánta coincidencia encontrarnos aquí otra vez ¿no crees loquita?!

Sí, ya saben quién es el dueño de esa voz. A pesar de que paro en seco al escucharlo, sigo subiendo las escaleras haciendo como si no lo he escuchado, esta vez apresurando el paso... Bien, se puede decir que estoy corriendo.

—Ahora eres sorda parece. —Dice mientras pasa por mi lado; choca a propósito con mi hombro, logrando que me caiga hacia delante «Maldito». Enojada sigo subiendo las escaleras hasta llegar a la sala, busco con la vista a las chicas, no me cuesta mucho pues no están muy lejos.

—Te guardamos sitio —dice Sara y me siento a su lado.

Sube una mujer al escenario y se para delante de un micrófono. Es una mujer muy elegante, alta y de pelo rubio.

—Buenos días a todos y bienvenidos a la Universidad Tecnológica de Alcalá, mi nombre es María Fernández y soy la decana de la universidad, los hemos reunido a todos aquí para informales... —Comienza un discurso de más de una hora. Resumiendo, nos presenta a los decanos de cada facultad, el nuestro es un hombre que ronda los 50 años, su nombre es Francisco López. Explica cómo serían las clases, la importancia que tiene cada una de las ingenierías y como serán nuestros 5 años aquí. Habla sobre las competiciones deportivas, que serán dentro de dos meses en las cuales no estoy muy interesada, no soy muy fan al deporte, e informa que los horarios de las clases y de las prácticas de laboratorio estarán en nuestras respectivas facultades.

Al terminar el discurso Sara y yo regresamos a la residencia mientras Thalia va a preguntar más sobre la fiesta de esta noche. Luego les cuento sobre mi vergonzoso encuentro con el chico del avión y no paran de burlarse de mí. «Lo que faltaba».

Ya pasadas las 9 cuando nos estamos alistando para la fiesta. Thalia lleva puesto un corto vestido negro ceñido al cuerpo con unos Adidas negros y dorados. Sara se ha puesto unos jean rasgados con un top verde y unos vans blancos y verdes. Yo opto por una falda alta de mezclilla que llega hasta mitad de los muslos, un crop top rojo y unos Nike blancos y rojos. Las tres llevamos el cabello suelto y nos maquillamos ligeramente.

—Thalia, aún no nos dices que averiguaste sobre la fiesta. —Le digo mientras me miro en el espejo por última vez.

—La fiesta será en el último piso del edificio del anfiteatro, me contaron que es como una disco. Comienza a las 8, o sea, que ya comenzó y nosotras aún estamos aquí, así que vámonos ya. —Nos dice abriendo la puerta.

Cambio de Planes©️✔️Where stories live. Discover now