•Capítulo 1•

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¿Estoy en el casino? ¿Cómo rayos llegué aquí? ¿Hay alguien siquiera? Espera, ¿yo no estaba en mi casa?

De un momento a otro, una sensación de humedad en mi cabeza me sacó de mi tren de preguntas, y no, no era el líquido sospechoso que, literalmente, está dentro de mi cabeza. Con mi mano removí lo que fuera que haya sentido caer justo en medio de mi "frente": Una gota, pero no era precisamente de agua (No es obvio, pero creo que es lo que la mayoría supondría, o por lo menos yo) lo que me había caído encima era una gota de tinta, una tinta bastante espesa e inquietante, una tinta bastante específica, por así decirlo. La expresión correcta no sería decir que me asusté, más bien me sobresalté.

Intente buscar con la mirada de dónde provenía el denso líquido, solo para darme cuenta de que ya no estaba en el casino, que, en ese momento, parecía haber sido sacado de una película antigua o de una de esas secuencias de recuerdos que se ve en algunos programas de televisión: Con únicamente tonos blancos, negros y grises. Eso era bueno, de cierto modo, pues desde ciertos sucesos ese lugar me inquieta, lo malo es que seguía solo y, como cereza del pastel, ahora en un lugar del cual no tenía ni la más pálida idea de qué era o de dónde quedaba ¡Bien! ¡Estoy jodidísimo!

Necesito aclarar qué está pasando y encontrar una salida, de ser posible.
Decidí empezar a buscar una manera de irme de ese tétrico lugar, porque si, daba miedo, de hecho, no sé por qué no estoy hecho un manojo de pavor interno. El panorama para cualquier otra persona sensata habría sido de muerte desde el momento inicial: Primero, apareces mágicamente en un lugar con recuerdos para nada agradables; como el universo es misericordioso te envía a un sitio distinto el cual ahora posee aires de haber salido de una película de terror, lleno, sospechosamente, de tinta hasta más no poder, en el cual no encontrarás salidas, entradas o incluso ventanas, con escritos siniestros en las paredes y en el cual, aunque aparentemente está abandonado, se escuchan leves ruidos de ultratumba por donde quiera que vayas. Toda persona con ganas de vivir habría estado gritando a todo pulmón hasta que alguien lo escuchase o simplemente hasta que su garganta no diera más, o bueno, eso habría hecho yo, pero por alguna extraña razón estoy medianamente tranquilo, un poco incomodo, pero miedo-miedo no tengo. O, bueno, eso fue hasta que escuché a alguien con una voz espeluznante susurrar mi nombre ¿Tranquilidad? ¿Eso se come? Ahora sí, con el miedo empezando a entrar a mi cuerpo y siguiendo la idea repentina que me dio mi instinto de "¡Lárgate de ahí ya mismo!" Intenté salir corriendo de ese lugar como todo el cobarde que soy, sin embargo, mis piernas no respondían, estaba totalmente estático. De un momento a otro el lugar se empezaba a inundar violentamente de tinta, yo seguía sin moverme, ahora sí, todo el miedo, la preocupación y la desesperación que no tuve durante el recorrido por este sitio estaban cobrándome factura. Empiezo a sentir que esa voz espeluznante se va normalizando de una manera casi imperceptible, sin embargo, cada vez la escuchaba más, más y más fuerte, incluso ya parecían gritos. La tinta ya me llegaba más o menos a la cadera, sentía cómo empezaba a sofocarme, seguía sin poder moverme un solo centímetro, lo único que podía hacer mientras la tinta subía cada vez más rápido y la voz desconocida me gritaba cada vez más fuerte era rogar para mis adentros que lo que fuera que estuviera sucediendo ¡se detuviese ya!

- Cuphead... -

- Cuphead -

- ¡Cuphead! -

...

- ¡¡¡Cuphead!!! -

De repente y gracias al tremendo alarido de mi hermano, abrí los ojos. Tardé un par de segundos en acostumbrarme a la luz del cuarto, lo cual fue inútil ya que mi anteriormente mencionado hermano bloqueó la iluminación parándose justo en frente de mí. Yo no dije nada a pesar de los reproches de Mugman por, según él, levantarme tarde, seguía asimilando que el terror que hace unos pocos minutos sentí fue producto de un simple sueño, me siento estúpido por no haberme dado cuenta antes: Era bastante imposible ver a un Cuphead tan valiente. Decidí prestarle atención a mi hermanito, el pobre seguía hablando solo desde hace ya unos minutos...

- Dios mío, Cuphead. No pensé que pudieras ser aún más vago ¿Tienes alguna idea de hace cuánto está tu desayudo servido? O ¿Debería decir almuerzo? - Dijo esto último con un tono que rozaba el sarcasmo y el fastidio.

- Por favor, Mugsy ¿Por qué te molestas tanto? Ni que fuera tan tard- - Corté mi frase al momento en que alcancé a ver de reojo que el reloj marcaba las 12 en punto. Está bien, no era "Según él". Volví a dirigir mi vista al de pajilla azul, el cual me miraba de forma discriminatoria.

Me limité a disculparme con mi hermano y bajar a desayunar, no sin antes saludar al Sr. Kattle en el proceso (Quien, de la misma manera, me saludó amigablemente. Eso sí, sin quitar la vista de lo que fuera que estuviese leyendo). Me senté en la mesa para posteriormente empezar a comer mi desayuno, el cual, tal y como había dado a entender Mugman, estaba frío. Sin embargo, eso no importaba, la comida del Sr. Kattle es deliciosa en todas sus formas.


El resto de mi día fue bastante aburrido, a decir verdad: Mugman había quedado en salir con sus amigos y, a pesar de que es una compañía amena, el Sr. Kattle estaba ocupado en sus propios asuntos (Además de que no hay muchas actividades que realizar con él); salí un rato al pueblo; practiqué mi puntería en el patio; intenté dormir un poco (Si, más de lo que ya había dormido) y en esas y otras actividades se pasaron las horas y con ellas el día.

Estaba en la sala, haciendo mi preciado viaje astral hasta que escuché a lo lejos la voz de mi hermano y sus amigos, me levanté a abrirles la puerta, sin embargo, me distraje al escuchar el tema de conversación de los anteriormente mencionados.

- Yo le pregunté a Otto, pero él solo me advirtió que podría encontrar cosas "no adecuadas". La verdad es que actuó bastante sospechoso. De todas maneras, no es como si hubiera podido insistir más - Comentó claramente el felino. Ese tono tan apático debido a, aparentemente, la respuesta de su creador me intrigó, si tuviera, aunque sea la mínima confianza con ellos, les preguntaría sobre el tema por mera curiosidad. Quizá pueda crear una estrategia para preguntarle a Mugman sin parecer un entrometido de primera.

Seguí al pendiente de la conversación para ver si podía averiguar más acerca de ese enigmático tema, hasta que el estruendoso sonido del timbre me sacó, nuevamente, de mis pensamientos, haciéndome recordar la razón inicial del por qué me había levantado. Abrí la puerta logrando divisar al zoológico completo: El, ya mencionado, gato; el ratón y su hermano el conejo; y mi hermanito, el cual no encajaba para nada.

Resumiendo lo poco que quedaba de día, podría mencionar que, increíblemente, tuve el valor de preguntarle a Mugman sobre su plática anterior con los animalitos (Tuve suerte de que estuviera cansado y no tuviera ganas de recriminar mi fisgoneo: Me soltó una respuesta fácilmente): Félix le había preguntado a uno de sus creadores, es decir, a Otto, sobre los desolados límites que había en nuestro territorio, él comenta que en cuanto ese hombre escuchó la palabra "Limites" su gesticulación cambió de una manera notable, teniendo un lenguaje no verbal bastante ansioso y dando rápidamente una respuesta negativa y evasiva. Mentiría al decir que no me causó más curiosidad de la que ya había, sin embargo, ya se había hecho tarde y estaba cansado ¿De qué? No me pregunten, yo tampoco sé... Finalmente, me fui a dormir, tal vez mañana deje de lado este interesante, pero para nada de mi incumbencia tema.

Tinta negra, corazón no tan oscuroWhere stories live. Discover now