•Capítulo 6•

185 29 24
                                    

Pronto tuve todas y cada una de las miradas en el grupo apuntando hacia mí, pero no importa, tenía la atención que quería captar. Si el Cuphead que tenía en frente no era el tipo genial que había idealizado, por lo menos lo iba a molestar un poco, como para romper el hielo, ¿sí? Después de todo, no iba a ignorar la posibilidad de conocerlo por no haber sido lo que mis expectativas esperaban. Ya después de haber analizado su perfil un poco decidiré si es alguien con el que vale la pena pasar el tiempo.

La taza, que hasta ahora había estado mayormente inexpresiva, volteó con un nerviosismo discreto que, para su mala suerte, reflejó en su rostro, eso me bastó para identificarlo. Abrió su boca, al parecer queriendo formular una respuesta que no mostrara su inquietud, pero no salió nada. No me importan los vistazos feroces que ahora tengo sobre mí (porque, rayos, si las miradas mataran, estas 3 ya habrían roto con honores las reglas de mi alocada existencia), el muchacho necesita un empujón.

Hombre, no estés tan nervioso. Somos animales, pero no mordemos – Dije acercándome más a él para poder ver en primer plano sus reacciones, rodeándolo mientras mi cola se balanceaba con diversión – Estás aquí por voluntad, ¿no? El pequeño Mugman no te obligó a nada... ¿O sí? – Finalicé después de una pausa, dirigiéndome al susodicho, quien respondió a mi acción con un golpe certero en su expresión derrotada por parte de su propia mano, sin poder disimular más.

No, Señor Félix, Mugman no...

Una carcajada estrepitosa interrumpió al pobre chico, sin dejarlo continuar con su refutación a mi anterior aserto. Ah, creo que también he de mencionar que, de hecho, la carcajada fue mía. Es que, en serio, ¿"Señor"? Siendo totalmente honesto, nunca pensé escuchar mi nombre junto con un título como ese, se me hace bastante irónico y hasta tierno. Veo cómico el hecho de que haya alguien en la faz de la Tierra que tenga la ingenuidad de tratarme con el nivel de respeto que implicó el tono usado por la taza roja o el simple hecho de haber usado el honorífico "Señor".

L-lo siento – Dije intentando calmar los espasmos causados por la risa en una posición encorvada, limpiando las diminutas lágrimas que se habían asomado gracias a estos – Pero, ¿por qué "Señor"? Sé que no nos conocemos y todo, mas no hay necesidad de usar esa formalidad. Además, me haces sentir...

"Clic", así hizo mi cabeza cuando até cabos. De repente todas las acciones involuntarias que estaba haciendo para autorregularme pasaron a un segundo plano, mientras el golpe de cómo no me había dado cuenta me daba justo en la cara. También llegaron diferentes dudas a mí, pero primero tenía la necesidad de expresar abiertamente mi realización.

Oh – Dije alargando la primera letra y enderezándome de paso – Creo que ya sé qué es lo que pasa, tacita – Me moví rápido para pasar uno de mis brazos por sus hombros y así redirigir nuestras miradas hacia los otros integrantes del grupo que, hasta este punto, seguían callados y mirándome como si hubiera asesinado a 25 bebés de mi especie – Dime, ¿cuántos años crees que tiene esa rata? – Finalicé apuntando a Mickey, quien solo intensificó su mirada llena de promesas para nada agradables.

Eh... – Balbuceó, al parecer un poco confundido por el repentino rumbo que había tomado la conversación, pero, aun así y tras unos segundos de hacer cuentas, respondió sin objeción. Qué bonito. – ¿32?

Lo que se vio a continuación en cuanto a reacciones fue tan variado como las especies de un ecosistema: primero estaba yo, sin miedo al éxito ni a lo que me pudieran hacer mis amigos tras mi "imprudencia", soltando una risa incluso más escandalosa que la anterior, aunque, sí, debemos admitir que la razón es mucho más válida; después está Oswald, el único que no es un miserable amargado, o por lo menos no tanto, haciendo todo lo posible para no dejar salir esa carcajada que estoy seguro que lo está carcomiendo internamente, pero, vamos, o las ganas de expresar lo hilarante que es el que a Mickey lo hayan llamado treintón son increíblemente desmedidas para él, o no se esfuerza demasiado para ocultarlas; hablando de Mickey, he de decir que daría un pulmón (que probable y realmente no tenga) para tener un recuerdo permanente de su expresión. Es que, lo juro, si lo tuviera, incluso sería capaz de ir y pelearme a puños con Disney para que, no sé, lo pusiera como la imagen pública de la compañía. Tenía una mirada de odio inconmensurable, pero eso inspira 0 intimidación cuando estás rojo como el infierno, tenso como una maldita vara y con un puchero del que seguramente no te has dado cuenta y que sólo infunde ternura. No es muy necesario mencionar que esto funcionó como incentivo para mi ya descontrolada risa; no había algo muy destacable en la reacción de Cuphead en comparación a la de todos nosotros, simplemente tenía duda plasmada en su rostro, si vamos muy lejos también podríamos decir que había un poco de incomodidad, expresando un claro "no entiendo el chiste", no obstante, no se había movido un solo centímetro con respecto a la posición en la que lo había puesto su servidor, parecía un soldadito esperando ordenes, solo que las órdenes no serían órdenes, sino una explicación; por otro lado, incluso con mi fragorosa carcajada que no parecía pronta a detenerse, podía escuchar los gritos internos de Mugman, a pesar de que fueran eso, internos. Después de todo, el chico es un libro abierto muy fácil de interpretar, sin mencionar que constantemente nos menciona lo difícil que es lidiar con el mayor de los hermanos debido a su imprudencia y a su desprendimiento con respecto a simplemente todo. Mugman es muy precavido, paranoico algunas veces, por lo que estoy totalmente seguro de que le habrá explicado a su contraparte roja el tema que se da con las "edades" en los Toon's que fueron directamente creados por un humano, intentando prevenir una situación así, supongo.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Oct 12, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Tinta negra, corazón no tan oscuroWhere stories live. Discover now