•Capítulo 2•

404 47 37
                                    

Los brillantes rayos del sol se escabullían por mi ventana, la melodía de los
pájaros inundaba el ambiente al igual que una brisa fresca invadía la
habitación. Una mañana perfecta... Ah, claro, exceptuando el molesto, reiterativo y tedioso despertador. Tenía la absoluta y definitiva intención de ignorarlo, pero recordé el sermón de Mugman del día anterior, así que con bastante pereza me levanté y me dirigí al baño para hacer mi aseo matutino antes de desayunar. Mientras me disponía a hacer las acciones anteriormente mencionadas se me vino a la mente el sueño de ayer, y ustedes dirán: "¡Pero, Cuphead! ¿Por qué te pones a recordar un sueño de hace un día?" Pues, primero que todo, cabe aclarar que ayer no tuve tiempo alguno para reflexionar sobre el tremendo susto que tuve gracias a las ideas alocadas de mi subconsciente, ya que lo primero que hice al despertarme fue ver a una taza azul gritándome, y ya cuando me la había quitado de encima, mi cerebro ya había dejado de lado esa pesadilla y se había puesto a hacerme pensar en otras cosas, y ustedes volverán a decir: "¡Pero, Cuphead! Si se supone que ya habías olvidado ese sueño, ¿por qué lo recuerdas hasta ahora?" Esto se debe a algo que se me había olvidado mencionar antes. Resulta que mientras me incorporaba en la cama al despertarme y mi mente se despejaba, me vinieron imágenes y recuerdos repentinos de aquel extraño taller con tinta y tonos amarillentos, y de aquella voz que me llamaba antes de confundirse con la de mi hermano. Esa es una de las razones por la que esa pesadilla me tiene tan pensativo, pues aquel ser que me llamaba, en estos momentos no me aterra tanto como lo hizo en aquel cortometraje dirigido por mi mente, estoy al tanto de que lo más probable es que ya me haya olvidado de cómo exactamente era esa misteriosa voz y por esa misma razón no la recuerdo con todas sus posibles características espeluznantes. Aunque, si me pongo a analizar la segunda razón de mi desenfrenado análisis, ésta opaca en gran medida al repentino cambio de tonalidad de esa grave voz. Recuerdo que en un momento mencioné no estar asustado, pero sí incómodo, eso se debía a esa tinta que había en el lugar ¿Correcto? No llegué a sentir miedo porque ni el Sr. Kattle, ni Mugman, ni yo estamos hechos de tinta y mucho menos de ese tipo de tinta, no obstante, hay rumores de que los humanos anteriormente la usaban como único y principal medio para crear a un Toon, rumores que, por lo menos para mí, son hechos verídicos al oírlo propiamente de cierto gato. Tal vez no me sobresalté tanto con aquel líquido como la situación lo ameritaba simplemente porque no siento la suficiente empatía con Félix o con cualquier otro Toon que haya sido creado de esa manera, o porque simplemente, muy en el fondo, sigo negándome a aceptar que la tinta en algún momento fue el equivalente de la sangre humana para algunos Toon's...

Ya terminando toda mi rutina de aseo personal en lo que sería lo contrario a un tiempo récord (Pero, sin llegar a demorarme tanto como para que mi hermano menor tenga que regañarme. Ojo con eso), bajo y me encuentro con un panorama tan similar como diferente al del día anterior: El mismo lugar con las mismas "intenciones" de desayuno, pero ahora sumándole dos platos más, todos con el humo que indica que están calientes; una tetera y una taza azul (De mi tamaño, duh) y una sensación de pertenecía bastante cálida.

- Buen día, Cuphead - Dijo el Sr. Kattle con una sonrisa tranquila, y, esta vez, mirándome a la cara.

- Buenos días, hermano. Estoy bastante orgulloso de que te levantes a tiempo - Exclamó Mugman, con 7 premios a la comedia.

- Buenos días también a usted Sr. Kattle y buenos días, Don Comedia - Respondí y me senté con una suficiencia dirigida al menor.

Dejamos nuestra pequeña discusión de lado y nos dedicamos a disfrutar de nuestros desayunos y las charlas amenas que se iban creando en base a temas aleatorios, en uno de esos momentos el Sr. Kattle le dirigió la palabra a Mugman

- ¿Hoy no vienen tus amigos, Mugman? Pensé que podrías invitarlos a almorzar antes de que empiece la semana y se ocupen con sus cosas de famosos -

- Pues, Sr. Kattle, ellos precisamente me dijeron que, si Walt no tenía ninguna obligación para Mickey el día de hoy, vendrían y organizaríamos algún plan, de hecho - Siguió Mugman volteando hacia mí - Querían que, si se daba algo, vinieras con nosotros, Cuphead ­-

Se creó un silencio momentáneo en la habitación.

¿A mí? ¿Me querían a mí de compañía? No lo sé, Sr. Kattle, parece falso. Me puse a pensar de manera rápida en todas las posibles razones del por qué habían pedido mi presencia en una de sus tantas salidas: Definitivamente, no era por algún tipo de afinidad, les he dirigido la palabra un par de veces ya sea para saludarlos o despedirlos, pero estoy seguro de que solo recuerdan mi nombre por obvias razones; no era porque tuvieran algún problema conmigo, estoy seguro de que solo les llamo "Zoológico andante" para mis adentros; no creo que me quieran con ellos para que noquee a alguien, pues, creo que esa increíble puntería al utilizar mis propios dedos como armas, es una de las pocas habilidades propias de mí que, además, no necesitas conocerme para estar al tanto de ella, así que eso sería una conclusión, no obstante, no harían eso... espero; La única opción que queda es la pena, mi bello y pequeño hermano debió ser quién propuso la idea de añadirme a la salida para que "no me terminara pudriendo de tanto sedentarismo y para que me relacionara con personas, para que no fuera un maldito ermitaño" estoy seguro tanto de eso como de sus palabras textuales (De ahí las comillas). Mugman ya ha intentado meterme en los planes de su grupito más de una vez, siempre argumentando que parecía un antisocial y yo siempre negándome en vista de que yo estaría de más. Esta vez fue astutamente tramposo pues, no solo él está esperando una respuesta de mi parte, el Sr. Kattle también me mira expectante y puedo ver el brillo en sus ojos al haber una posible respuesta positiva.

Mugman no es al único que le da pena mi rutina monótona y, valga la redundancia, rutinaria, al Sr. Kattle también le da desaliento mi día a día tan repetitivo y triste, una vez me lo dijo directamente: "No quiero que te pudras y te amargues dentro de estas cuatro paredes: Me gustaría verte con esa sonrisa que tenías cuando eras más pequeño; me gustaría que conocieras a alguien a quien quieras y que te quiera; me gustaría que tuvieras personas en las que confíes plenamente; me gustaría que compartieras esas anécdotas tan aleatorias y propias de ti con otras personas a parte de mí y tu hermano; me gustaría que un día llegues a casa con una persona a la que aprecies, me la presentes y que me pidas que les prepare algo de comer; me gustaría verte incluido en las fotos que siempre se toma Mugman con esos amigos suyos; me gustaría verte vivir antes de que yo no pueda hacerlo más y no esté ahí para verte." Esa vez, él tenía la voz quebrada mientras que yo sí había empezado a derramar lágrimas con leves sollozos que intentaba callar mordiéndome el labio inferior, mirándolo fijamente. Cuando terminó yo seguía con lo mío: Lloraba. Lloraba bastante. Lloraba porque me dolía saber que, efectivamente, él no estaría ahí para escucharme durante toda mi vida, lloraba porque sabía que tenía razón, lloraba porque en el fondo me daba miedo nunca poder hacer todas esas cosas que él mencionó, pero, más que todo, lloraba por lo conmovido que estaba al rectificar que tenía personas que me querían y que se preocupaban por mi felicidad.

Recordando ese momento agridulce, decidí por fin dar mi brazo a torcer y darle una oportunidad a lo que fuera que tuviera el destino para mí.

- Pues, si algo se da, los acompañaré esta vez -

Tinta negra, corazón no tan oscuroМесто, где живут истории. Откройте их для себя