Capítulo Catorce

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- Mi amo desea...

- Cállate joder.

- Tú no puedes hablarme a...

- Que te calles joder.

Ella se inclinó hacía adelante y sus ojos se volvieron el color del firmamento justo antes de la puesta del sol.

- No deseas pelear conmigo... Kara.

Ooooh, sus ojos cambiaban de color cuando estaba enfadada... ahora, verdaderamente me asusté.

- ¿Apuestas algo? Si que quiero pulga. ¡Ven aquí cobarde! Veamos que haces cuando no te escondes detrás de uno de mis amigos. - Debí sonar casi tan enojada como me sentía, porque ella vaciló. Luego se cruzó de brazos, haciendo una representación admirable de alguien que no había estado momentáneamente asustada, se recostó, y miró fijamente por la ventana de la limusina.

Sí, estaba de vuelta en una de las limusinas de Slapper. Había estado esperando en la entrada del callejón como un gran y negro bebedor de gasolina que presagia la muerte. Rompí la antena, simplemente por diversión, y se la tiré a la pulga a la cabeza. Ella la esquivó - apenas- . El conductor no dijo ninguna palabra, simplemente sujeto la puerta para mí.

- Soy llamada Siobhan Smythe.

- Calla tu maldita boca. - Me palpé los bolsillos, - los estúpidos pantalones de lino, iban a arrugarse como el infierno- y le lancé un billete de diez dólares. - Ve y cómprate un nombre de verdad.

Ella dejó que el billete rebotara en su pecho y comenzó a golpear ligeramente sus largas uñas rojas en el brazo. Comenzaba a ponerse bonitamente enojada pero, interesantemente, no estaba haciendo nada. ¿El edicto de Skipper le daba permiso para herir a mis amigos, pero no a mí? Era momento de averiguarlo.

- Las uñas largas rojas de mujerzuela pasaron de moda hace cinco minutos, - le informé. - De hecho, hace más de cinco años. Que estés muerta no quiere decir que tengas que ir ofendiendo a la vista.

- No muerta - contestó bruscamente.

- Muerta, - dije implacablemente. - ¿Cuándo fue la última vez que comiste un bonito bistec? ¿O incluso una ensalada? Carajo, ¿aunque sea un pedazo de tostada? Las personas muertas no comen. No comemos. Ergo, nosotras estamos muertas.

-Tenemos más poder del que los meros mortales pueden...

- Blah, blah, blah. ¿Entonces, cuando moriste? No pareces mayor de sesenta. Su pecho se alzo con indignación.

- Yo me Transformé Gloriosamente en 1972 .

- Eso explica las uñas y los pantalones de campana.

- ¡Estos están de moda otra vez! - Casi gritó, apuntando a sus imitaciones de Gap .

- No, lo siento. Fueron muy modernos, pero de nuevo están desfasados. - Del frente de la limusina pude oír un sonido curiosamente amortiguado, algo así como alguien tratando de ocultar su risa.

Perdedorabhan se volvió y, rápida como el pensamiento, golpeó su palma contra la ventanilla que nos separa del chófer . El vidrio se agrietó pero no se quebró.

-¡Limítate a conducir, zoquete!

- Susceptible, - comente. - No es muy divertido secuestrar a alguien que piensa que caminas y hablas, con unas horrorosas ropas que parecen un disfraz ¿Verdad?, Y a propósito, Siobtha, si alguna vez tocas a uno de mis amigos otra vez, arrancaré de un mordisco todos tus dedos y te los meteré por la nariz.- Sonreí agradablemente. -Y eso también va para el viejo Snapler - solamente charlaba, por supuesto... mierda, era una secretaria, no una vengadora. Una secretaria a la que echaron del trabajo, podría agregar. Podía mecanografiar como una hija de puta, pero nunca había lanzado un puñetazo. Pero podía hablar. Podría parlotear hasta el día del Juicio Final, si tuviera que hacerlo.

Vampira & SolteraWhere stories live. Discover now