Capítulo Seis

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-... después decidí recuperar mis zapatos y aquí estamos. Querida, ¿me puedes soltar por un minuto? - Imra había estado todo el tiempo agarrando firmemente mi mano con las suyas, y me dejo ir con desgana.

- No me lo puedo creer, - decía, negando con la cabeza tan fuertemente, que me dio dolor de cabeza observarla. - No puedo creer en esto.

Estábamos arrodilladas delante del armario de Cat. Estaba buscando muy minuciosamente mis zapatos y poniéndolos dentro de la falda de un vestido de noche de mil cuatrocientos dólares, que pertenecía a mi madrastra (¿qué mujer de cuarenta y cinco años necesita un traje de noche tan llamativo?). Mi padre y mi madrastra se escondían en el salón, demasiado asustados como para venir a hablar conmigo, y averiguar que había sucedido. Podía oler su miedo y su ansiedad « era parecido al olor del plástico quemado » no tener que verlos era un alivio, pero me sentía mal de todos modos.

- Es que no me lo puedo creer, - Dijo Imra otra vez.

- ¿Tú no puedes creértelo? - Dije. - Prueba a despertarte muerta y tratar de entender la situación. Me llevó casi dos días hacerme a la idea. O al menos, empezar a empezar a hacerme a la idea. Ni siquiera estoy segura de cómo ocurrió, o de lo que se supone soy.

- No me importa una mierda - dijo Imra. - Estás viva, caminando y hablando, y eso es todo lo que me importa. - Me rodeó de nuevo con sus brazos. - ¡Meli, estoy tan feliz de que estés aquí! ¡Ha sido el peor día de mi vida!

- Qué coincidencia! - Sollocé, y ambas nos reímos tontamente. - Y no me llames Meli, sabes que lo odio.

- ¿O qué? , ¿me chuparás la sangre?

- Estoy tratando de postergar eso, - admití, pero no pude evitar lanzar una mirada a su largo cuello. - He pensado en hacerlo - Me gane un doloroso codazo.

Molestaba verbalmente a Imra cada vez que podía, porque era el privilegio de ser su mejor amiga. Cuando nos conocimos en el séptimo grado, las primeras palabras que me dirigió fueron, "Muérete dos veces". Mi respuesta fue, "Lloras dentro de una bolsa de dinero, dulzura." La sorpresa la convirtió en mi amiga. Así es cómo he hecho la mayor parte de mis amigos: Por el elemento sorpresa.

- Ahora eres una vampiresa, - siguió Imra, - espero que dejes de reprimirme a mí o a los demás, sobre nuestras creencias - dijo remilgadamente; era lo mas gracioso que había escuchado en todo el día. Imra era casi tan reprimida como Martha Stewart.

- Entendido.

-¿Te esta enloqueciendo el malvado deseo de alimentarte? - Preguntó con el mismo tono que si hubiera dicho "¿Te gusta la crema?". No pude evitar sonreír abiertamente.

- No estoy loca, pero estoy súper, súper sedienta. Como, cuando te levantas de la cama y trabajas durante una hora sin tomar nada, o bailas en el club toda la noche, así de sedienta.

-Bueno, pues, mantente malditamente lejos de mi..., odiaría usar el aerosol de pimienta con mi mejor amiga.

- Bien. Después de tirarme de un tejado, ser arrollada por un camión de basura, electrocutarme, beber lejía, cometer un doble homicidio y ser asaltada, te aseguro que no querría ser rociada con pimienta. - Ella sonrió.

- Ahora no eres "matable". Bien. No necesito otra llamada telefónica como la que recibí la semana pasada.

- Sobre eso... ¿cuánto tiempo he estado muerta? ¿Qué ha ocurrido? No les puedo preguntar, - dije, sacudiendo con fuerza mi cabeza hacía el salón. - Él está en estado de shock y ella es una inútil.

Vampira & SolteraWhere stories live. Discover now