Rompiendo mis reglas #1 © (Versión 2021)

12 | Lo mismo que hace dos años

❝ Lo mismo que hace dos años ❞

Cristian

Corro desesperado al interior del hospital con Bera en mis brazos, mientras que mi padre tiene a Benjamín en los suyos. Grito por todo el lugar esperando que algún médico me escuche y pueda ayudarme a salvar a dos de las personas más importantes de mi vida.

—¡Auxilio, por favor! ¡Ayúdenme! —grito con fuerza mientras siento como dejo caer las lágrimas.

Por suerte una doctora logra escucharme, llega a mi con rapidez y manda a cuatro enfermeros a traer camillas. Cuando llegan, coloco a mi esposa en una de las camillas mientras que mi padre hace lo mismo con el pequeño cuerpo de Benjamín.

La doctora los revisa y siento todo el miedo y los nervios correr por mi cuerpo.

—Perforación pulmonar y abdominal por herida de bala en el caso de la mujer. Se ve la entrada más no la salida del proyectil, aún está adentro. —explica detenidamente.

—Cristian... —escucho que Bera murmura— Lo siento tanto, cariño. —dice como puede pero no entiendo sus palabras.

Veo como le colocan la cámara de oxígeno y camino hacia ella para agarrar su mano.

—Todo estará bien, mi amor. —susurro sobre su frente mientras acaricio su cabello.

La doctora llega hasta el cuerpo de Benjamín y lo revisa de igual manera.

—Perforación abdominal por impacto de bala, en este caso si encuentro la salida de bala pero está perdiendo demasiada sangre.

Hacen el mismo procedimiento y los enfermeros empiezan a correr con las camillas en manos hacia un pasillo. La doctora llega hasta mí y trato de concentrarme para poder responderle.

—¿Qué les pasó? —pregunta con seriedad.

—Ellos... no... yo... —no logro articular ninguna palabra cuando dejo que el miedo me invada.

—Señor, necesito saber que es lo que ha pasado.

—Necesita salvarlos, por favor —ruego—. ¡Tiene que salvarlos!

—Y haremos todo lo posible, pero para eso debo saber que pasó.

—Les dispararon, a los dos. —escucho que mi padre habla a mis espaldas.

—Debemos llamar a la policía.

Asiento sin decir más. La doctora me da una última mirada y corre hacia donde fueron las camillas. Yo la sigo de igual manera pero un enfermero me detiene justo en la zona de cirugías.

—Señor, no puede pasar.

—No estuve con ellos, es mi culpa. Necesito estar con ellos ahora —hablo alterado.

—Lo lamento señor, son reglas del hospital. —dice con seriedad y se queda parado en el camino.

Me agarro la cabeza con las manos y giro sobre mi eje para volver con mi padre, veo mis manos manchados de sangre, sangre de Bera, del amor de mi vida.