Capítulo 3

110 56 31
                                    

Capítulo 3: Más allá del bosque

Emma

Me despierta un rayo de sol que entra por mi ventana. Me envuelvo incómoda en la sábanas y poco a poco voy abriendo los ojos. Rasco el pómulo de mis ojos con los nudillos y giro para ver el despertador, son las 10 am.

Mamá me dijo que hoy no iría a la escuela, me quedaría en casa para descansar y un poco más tarde pondríamos la denuncia.

Recuerdo que hoy papá está en casa. Animada bajo las escaleras de dos en dos y cuando lo veo le doy un abrazo de esos que te dejan sin oxígeno.

— Te extrañé papi — le digo sin apartarme.

— Yo también princesa — responde y al oír esa mención me separo de él.

— ¿Qué te pasa cielo? — pregunta preocupado - Estás pálida.

— Yo-yo — no me salían las palabras — As-sí me llamó e-él.

- ¿Él? — me mira confundido — ¿Quién es él?

Mamá y yo nos miramos y me doy cuenta que no le ha dicho nada. Después de contarle toda la historia, omitiendo la parte de Liam, papá se puso nervioso, comenzó a caminar de un lado a otro con la mano en su nuca.

— ¿Puedes describir al encapuchado? — pregunto sin mirarme.

— Ya te dije que no le vi el rostro.

— Emma, hija — parecía más calmado. Se me acercó lentamente y tomó mi rostro con sus manos — Lo siento. Nunca olvides que te amo.

Y sin darme tiempo a responder cogió las llaves de su auto y se fue dando un portazo. Mamá y yo nos miramos y ninguna dijo nada, ella se fue a la cocina y yo a mi habitación.

Es normal que papá actúe de esa manera, es muy impredecible y a veces muy misterioso. Nos ama y lo demuestra cada día, pero hoy hubo algo más, ese "lo siento", ese sentimiento de culpa en su mirada que no soy capaz de descifrar. Parecía una especie de despedida.

En la tarde mamá y yo fuimos a la comisaría y denunciamos al encapuchado. El comisario nos recomendó que tuviera más cuidado, que no confiara en nadie, porque la mayoría de estos casos suele ser alguien cercano a la víctima.

Pasé todo el día encerrada en mi cuarto leyendo. Papá no llegó en todo el día y mamá decidió cederme espacio.

Estoy cansada de huir de mis problemas, cada vez que me sucede algo me encierro en mi habitación en vez de enfrentarlo. Todos me tratan como una niña, frágil y débil. Pero soy capaz, si supieran mi secreto...

Negué con la cabeza apartando esos pensamientos y decidí llamar a Naty para despejar.

— Hola guapa — contestó — ¿Por qué no fuiste a la escuela?

— Mejor te lo explico en persona — respondí. No creo que sea prudente decírselo por teléfono, se que es mi mejor amiga y es muy reservada respecto a mis confesiones, pero solo por si acaso. Detesto ser el centro de atención — ¿Podemos vernos?

— Creo que... — dijo pensativa — ¡Ah! Si, si podemos.

— ¿Te veo en media hora donde siempre?

— Perfecto. Nos vemos — se despidió.

De pequeñas éramos muy traviesas y cada vez que hacíamos una travesura nos ocultábamos a unos metros de la cafetería "Roasters". Adentrándonos en el bosque, encontramos un pequeño lago, que en invierno se convertía en hielo y en ocasiones veníamos a patinar. Nunca hemos compartido este lugar, creemos que nadie en Logroño sabe de su existencia, pues está prohibido ir al bosque, pero nosotras éramos muy curiosas de pequeñas. Así que ese siempre a sido nuestro lugar.

Atracción Mortal ©Where stories live. Discover now