Parte 61

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     Desperté porque me faltaba el oxígeno. Abrí mis ojos y me encontré con la mano de Margo formando una pinza sobre mi nariz.
     -¡¿Me edtad tapando la nadid?! -grité furioso despertándome por completo.
     Esta loca se tomó muy en serio eso de "hasta que la muerte nos separe". Margo se reía totalmente ajena a mi cara de miedo.
     -Ya llegamos, dramática -me avisó rodando los ojos y bajó de la camioneta.
    Observé por la ventanilla atontando y exactamente estábamos sobre la puerta de la casa de Margo.
     Bajo el umbral se encontraban sus padres saludando a Susan mientras Margo estaba en el piso saludando a su perro pulgoso.
   Bajé de la camioneta tomando mi bolso y me acerqué para saludar a los humanos. A pesar de la mezcla de las dos vacuna aún seguía cuerdo, no sé que le habrán dado a Margo de niña.
    -¿Una infección en la lengua? ¿Pero qué sucedió? -escuché que comenzó a cuestionarle Isabella a su hermana mientras Máximo ya se agarraba la cabeza con cansancio.
     -Nada grave, una rebelión en la cabaña a la hora de dormir, pero ya le dieron antibióticos. Sí mañana no desinflama tiene que volver a ir -le explicó Susan restándole importancia a la masacre de anoche.
     -Susan, se suponía que no habría problemas. Te los encargamos para que pasaran un domingo en serenidad. Mattwell parece chimuelo y ninguno volvió con la misma ropa -le recriminó Máximo observándome con pena.
    Y cómo no, parecía monje en rehabilitación. Aunque me hubiese gustado esta compasión cuando Isabella nombró el temita de los bienes.
    -¡Son adolecentes, Máximo! ¡Llévalos a un velorio y seguro se vuelven a cargar al muerto! -excusó Susan ofendida por sus palabras.
   Tuve que mirar hacia otro lado para no reírme. La verdad es que, de todas formas, Susan entendía muy bien a los adolecentes. Margo tenía razón, era muy agradable.
     -Papá, no te angusties por Mattwell, a mí me gusta más así -opinó Margo apareciendo en el entierro defendiendo a su tía tal como lo hizo con Adam.
     La miré furioso. Isabella fue la primera en reír. También la fulminé con la mirada importándome un pepino que se trate de mi suegra.
     -Margo -le regañó Máximo pero ya se había marchado al interior de la casa.
    Su hermano estaba jugando en la pequeña sala de la entrada con una especie de pista de carrera que tenía dos pequeños autos eléctricos que se manejaban a control remoto. Margo enseguida le manoteó uno y comenzó a jugar junto a él.
     -Bueno, creo que debo volver a mi casa. Seguro debe estar patas arriba sin mí. Adiós polluelos, pórtense bien. Y Margo no olvides decime cómo está Mattwell mañana.
     -¡Siii! -le afirmó Margo sin dejar de jugar con su hermano.
    Susan se despidió dándome un fuerte abrazo y luego fue a apretar a Margo. Por último se despidió de Máximo con una beso en la mejilla y luego saludó a su hermana con dos besos y un abrazo. Susan era en verdad cariñosa. En cambio, Isabella y Máximo parecían ser dos cubos de hielo al igual que yo. Me pregunto si Margo también es así... aunque ella siempre me toma de la mano o me jala sin permiso. Y si me pongo a analizar nuestros extraños y explosivos encuentros siempre se me cuelga como garrapata. Mmm... creo que Margo se asemeja más al tacto de su tía.
    -Bueno ¿quieren comer algo o prefieren descansar? -nos preguntó Isabella una vez que Susan se fue.
     -Do dodavía no duedo comed -expliqué muerto de hambre.
     -Ay Matt, es cierto, perdóname...
     -Dedcuede comedé mad tadde.
     La verdad ya me sentía tarado hablando así, mejor me iba a dormir hasta volver a sentir la lengua. Mañana ataría a Adam al poste de la bandera desnudo.
     -Yo tampoco tengo hambre mamá, gracias -le negó Margo sin dejar de jugar con Lucas.
     -¡Noooo! ¡Hiciste trampa! -le gritó su hermano al ver que su auto salió volando de la pista mientras el de Margo iba perfecto.
     -¡No hice trampa mocoso, no sabes frenar en las curvas! -excusó su hermana.
    -¡Sí hiciste trampa! -volvió a gritarle.
    -¡Claro que no perdedor! -le gritó sacándole la lengua.
     -¡Papá! -clamó el peque rompiéndome los tímpanos.
     Me dieron ganas de volver a dormir adentro de una bolsa en la iglesia...
     -¡Por Dios, basta los dos! Lucas, ¿cómo te puede hacer trampa si el juego es eléctrico? -le cuestionó su padre y el peque explotó en llanto.
     -Me ide a dodmid… -avisé inútilmente ya que nadie me escuchó.
    Tomé el bolso de Margo junto con el mío y comencé a subir a nuestro cuarto.
     -¡¿Son idiotas los dos o qué les pasa?! -escuché que les regañó Isabella alzando a Lucas mientras yo terminaba de subir las escaleras.


















   JAJAJAJAJ ¡AMO ESOS ENCUENTROS FAMILIARES! ¡Y AMO A SUSAN!

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¡Solo es por los papeles!Where stories live. Discover now