Capítulo 21: El Vendedor De Almas

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Heaven corría a través del oscuro bosque esquivando las ramas secas de los árboles que parecían empeñarse en hacer más difícil su paso hacia la casa Hellbrand. Detrás de ella, corriendo a una velocidad inhumana se encontraba Erased, quien llevaba a Saia en su hombro como si de saco de papas se tratase.

Corre

Sálvala

Le repetían las voces una y otra vez, como si ellas supieran que algo malo iba a suceder. Los tres jóvenes salieron del corazón del bosque cuando el sol comenzaba a asomarse por entre las ramas de los árboles. Los tres se detuvieron cuando otro rayo iluminó el cielo y frente a ellos, colgando de un gran árbol se encontraba el cuerpo de Alicia.

Es tarde

—No…

—Alicia… —Saia se bajó de los hombros de Erased como pudo y salió corriendo para poder sostener los pies de la rubia—. ¡Erased! ¡Heaven! Ayúdenme, tal vez si la bajamos pueda…

Heaven tapó su boca con sus manos para no soltar un gemido seguido de un llanto que no pudo controlar. Erased negó para Saia y señaló el cuerpo de la rubia que yacía sin vida y con las venas moradas por todo su cuerpo.

—Saia, ella se ha ido.

Negó, aferrándose aún más al cuerpo de la joven rubia. Un sollozo escapó de sus labios cuando Erased subió al árbol y de un solo movimiento desató la cuerda que colgaba del cuello de la rubia. El cuerpo cayó sobre Saia, quien no paraba de llorar al ver a su amiga allí tendida.

—No, no, no… ¡Ella no puede estar muerta! —gritó, tratando de sentirle el pulso, pero fue en vano. Ella había fallecido—. ¿Cómo es eso posible, Erased? Se supone que, se supone…

Heaven se acercó aun con lágrimas en los ojos y abrazó a Saia, la rubia no opuso resistencia. Habían perdido a su amiga. Habían perdido a una pieza importante en su juego.

—Descubriremos quien lo hizo, Saia. Y cuando lo hagamos…

—¡No! —se separó abruptamente de la teñida—. Ya estoy harta de fingir que no sabemos nada. ¡Alicia acaba de morir por culpa de esos dos! ¡Ya deja de fingir por el amor de Dios!

Señaló hacia la entrada de la casa Hellbrand, donde se encontraban Trouble y Lady Ezma con un paraguas en mano y una manta blanca, apunto de salir. Ninguno de los dos lucía abrumados por la repentina muerte de Alicia.

Heaven tragó grueso cuando Saia la observó con ganas de asesinarla, entendía muy bien qué significaba esa mirada. Había iniciado su venganza. La venganza verdadera.

—Ahora que ya saben quiénes son los causantes de todas las muertes, no es necesario seguir fingiendo que no quiero sus cabezas como adorno en mi sala de estar —habló Lady Ezma, tirando con asco la manta blanca con la que iban a cubrir el cuerpo de Alicia.

El Bosque De Las Almas Perdidas ©️Where stories live. Discover now