Capitulo 25: Armas Demoníacas

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Heaven veía como el arma que sostenía Beltasar rozaba su cuello, mientras que con su mano libre apuntaba a Lacus con una gran espada que nunca vio de dónde sacó. Un solo movimiento por parte de la teñida y su cuello sería abierto de par en par, matándola en el acto.

—Un paso más y esta bella muñequita será mi victima numero treinta y seis del día —bramó en un gruñido el chico de ojos rojos, muy, muy cerca de la teñida.

—¿Por qué la quieres, Beltasar? Ella no va a servirte en nada, es una simple humana.

La teñida soltó un gruñido ofendido, que hubiera terminado en insulto si no fuera por la afilada hoja que rozaba su cuello.

—Tú y yo sabemos que no estaría aquí si fuera una simple humana. Mucho menos sería buscada por cientos de demonios y por la misma Dama Oscura si fuera alguien normal.

Heaven abrió sus ojos y sin quererlo se movió un poco, haciendo que la cuchilla abriera un poco la débil capa de su piel.

—Maldición…

Beltasar apretó el agarre en ella sin importarle que la cuchilla la haya cortado un poco, Heaven gimoteó.

—Hagamos un trato —dijo Lacus, acercándose lentamente a Beltasar, sin bajar su espada—. Me das a la chica y yo no partiré tu cuello y se lo daré a los perros infernales. ¿Qué te parece?

Una risa carente de gracia salió de la boca del pelinegro y aumento el agarre en la cuchilla. Heaven parpadeó a la vez que contenía su respiración, podía sentir el filo cortando aún más su piel.

—No te daré a la chica por más que lo pidas, la Dama Oscura me dará una gran suma y un buen puesto en el infierno si se la entrego.

Lacus soltó una risa débil pero ronca, acercándose más y más a Beltasar.

—Lo único que podrás recibir de esa mujer será la traición. ¿No has visto como ha estado el infierno desde que ella traicionó al Señor Oscuro? La Dama Oscura solo piensa en ella y en nadie más, pierdes tu tiempo.

Beltasar negó.

—Mentira, yo mismo hablé con ella hace una semana. Ella sabría que esta niña vendría, solo es cuestión de llevársela.

Lacus viró los ojos mientras pasaba una mano por sobre su cabello, enmarañándolo más. Se detuvo frente a ambos y con un solo vistazo hacia Heaven, blandió su espada contra el demonio, clavándosela en el hombro izquierdo.

Heaven salió del agarre del demonio y corrió a refugiarse tras Lacus. Él no quitaba su mirada de Beltasar, quien se retorcía en su lugar con mucho dolor.

—¿Crees que una simple arma mortal podrá dañarme? —bufó, aun sosteniendo su hombro—. Estás muy equivocado…

—¿Quién te dijo que solo él te enterró algo? —esta vez fue la teñida quien habló, enseñando un frasco verde con algo dentro—. Cuando tu rozabas tu pelvis con mi espalda yo clavé una pequeña aguja en tu pierna, aguja llena de un veneno que no fue hecho por un mortal.

El Bosque De Las Almas Perdidas ©️Where stories live. Discover now