36- Cuna de oro.

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Acá les traje el capítulo, como les prometí, disfrútenlo! <3

FOTO MULTIMEDIA: BLAKE MOORE (ASHLEY GREENE)

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A la mañana siguiente, aún seguía desconcertada por la llamada de ayer, pero lo oculte al máximo, ya que aquí el tema principal es Simon, y no yo.

Durante las clases estuve ausente mentalmente, y las únicas veces que prestaba atención era para buscar a Kol… y cuando los profesores me gritaban por no escucharlos.

En el almuerzo lo encontré, estaba en mi mesa, hablando casualmente con los demás. Me acerqué y le toqué el hombro. Volteó hacia mí y me miró con una ceja alzada.

-Penny Pens, ¿qué se te ofrece? –preguntó.

-Debemos hablar –dije con irritación mirando hacia otro lado. Pude sentir como la mesa entera iba disminuyendo el tono de voz para escuchar.

-Claro que sí, hermanita –se burló, y lo miré con los ojos entrecerrados.

Se levantó y nos dirigimos fuera de la cafetería, sintiendo como mi mesa entera nos miraba con atención.

Entramos a un salón y cerré la puerta detrás de mí. Me senté sobre una mesa y Kol se apoyó sobre la que estaba enfrentada a mí.

-Empieza a hablar –se cruzó de brazos. Suspiré.

-Ayer… ayer me llamaste –empecé, Kol frunció el ceño.

-Si te hubiera llamado, lo recordaría –dijo burlón.

-Yo atendí la llamada –me mordí con nervios el labio inferior-. Y hablé con una mujer.

Cualquier rastro de diversión se esfumó del rostro de Kol, para que aparezca un color pálido.

-¿Qué? –balbució.

-Ella me llamó Poppy, Kol –dije desesperada-. Y solo una persona me llamaba así.

Kol bajó la vista y apretó la mandíbula.

-Hablaste con mamá –confirmó.

Las lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas, mientras mordía con fuerza mi labio inferior para no largar sollozos. Me detuve cuando sentí un sabor metálico en mi boca.

-¿Tu… te ves con mamá? –pregunté con miedo. Kol me miró con arrepentimiento y pena y asintió-. ¿Por qué no me lo dijiste?

-Desde hace unos meses me comunico con ellos –admitió en un susurro-. Y no te lo dije porque no quería herirte.

-¿Desde cuándo te importa si me hieres o no? –exploté-. ¡Deberías habérmelo dicho, está en mi derecho!

-Lo creas o no, si me importa –gruñó y pude ver un brillo en sus ojos. Estaban cristalizados, como si fuera a llorar en cualquier momento-. Eres mi hermana, y siempre lo serás.

Empecé a llorar sin control. Tenía a mamá y a papá tan cerca que no se sentía real, y me daba tanto miedo.

Me dejé abrazar por Kol. Su abrazo se sentía tan familiar, como cuando éramos pequeños y me caía de la bicicleta, o cuando oíamos a papá y mamá pelear; o peor, cuando nos enteramos que lo iban a separar de mí, en el orfanato.

Luego de un rato, cuando sonó el timbre avisando que las clases habían terminado por hoy, me separé de Kol.

-Debo verlos –sorbí por la nariz-. Debo hacerlo.

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