13- Pelea clandestina y reencuentro.

525K 28.1K 15K
                                    

-Deberíamos salir –dijo Mila mientras se acostaba en mi cama y miraba el techo-. Tal vez puedas despejarte un poco.

Hice girar mi silla y miré hacia la ventana. Llovía torrencialmente.

-¿Estás segura? –pregunté irónica. Ella me miró mal.

-¿Sabes? Hay muchas cosas que no te pregunté sobre tu vida en el pasado… ¿puedo? –preguntó con timidez, asentí-. Empecemos por tu apellido… Dudo que conserves el apellido de tus padres biológicos.

-Turner era el apellido de la monja que me encontró a mí y a mi hermano en la puerta del orfanato. Ella murió unos meses antes de que me vaya, era una de las pocas personas que me importaban –sonreí con nostalgia.

-Lo siento –se lamentó-. Sigamos… ¿de dónde sacabas el dinero antes para comprarte esa ropa que tienes, o el alcohol, o los cigarrillos?

-Solía trabajar en  un bar cercano al orfanato.

-Y esos ‘compañeros de crimen’ que tenías antes… cuéntame de ellos –se sentó en la cama como indio, interesada. Reí por lo bajo, sabía que ella quería llegar a esto.

-Éramos 7, contándome. No teníamos la mejor vida, cada uno tenía sus propios problemas, pero cuando estábamos juntos nos olvidábamos de eso por un momento –sonreí triste-. Ellos eran unos idiotas, pero fueron los mejores amigos que pude tener.

-Ya, salteemos la parte triste –bufó-. Cuéntame que hacían.

Rodé los ojos, pesada.

-Vendíamos droga, ¿contenta? –Mila abrió los ojos como plato-. También organizábamos y participábamos en peleas clandestinas, obviamente yo no peleaba porque soy muy mala para eso –reí-. Yo manejaba el dinero y las apuestas, era genial.

-Lástima que no sigan juntos –suspiró-. Por lo que me cuentas esas épocas fueron geniales.

-Lo fueron, pero pasado pisado –me encogí de hombros y me levanté de mi asiento, dirigiéndome al ropero-. Sin embargo… hoy me encontré con uno de ellos, de mi ex grupo. Su nombre es Jordan.

Mila pareció sorprenderse.

-¿Estás de broma? ¡Eso es genial! –Saltó alegre en su lugar-. Tráelo a casa cuando quieras.

La miré con una ceja alzada.

-Hablas como si esta fuera tu casa también –dije con un tono más bajo mientras empezaba a acomodar mis cosas.

-No, no… es solo que este último tiempo estoy casi siempre aquí, lamento si te molesta –parecía apenada, negué con la cabeza riendo-. Y… ¿te has acostado con ese tal Jordan? -La miré con la boca abierta y le tiré una remera, dándole justo en la cara. Se quejó y empezó a reír-. Eh, ya, contéstame.

-Varias veces, pero siempre seguimos tratándonos igual, como hermanos –le resté importancia-. Era solo diversión, nunca fuimos más allá de eso.

-Que perra, así cualquiera tiene mejores amigos –reímos-. Oye, con respecto al problema con tus hermanos, pues… no deberías estar así de enfadada mucho tiempo más, sabes que ellos no lo hacen porque quieren joderte la vida, Pen, los hombres son así. Hombres.

-Hablaré con ellos, si es lo que te preocupa, pero no hoy –rodé los ojos-. Sé que no son malos y no lo hacen apropósito, quiero decir… es su instinto, pero sé que si me acercó a por lo menos 2 metros de ellos, no dudaré en partirles la cara –gruñí. Mila rio.

-Oye, ya me voy, tengo un asunto pendiente.

La miré confundida

-No has estado ni 10 minutos…

Adoptada por una Fraternidad © |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora