Carta Diez

410 65 18
                                    

Hoy apareciste en mis sueños, tan raro y ajeno como suena.

Estabas en medio de una llanura blanca y eterna, tan calmo y amable como siempre, vestias ropas rojas y pantalon negro y entre tus manos, había una de mis cartas más antiguas, de aquellas que ya no puedo mostrar porque causan demasiada mella en mi corazón, tenias una sonrisa tan grande que incluso por un momento dudé de ser yo el propósito de la misma.

Y por primera vez, me mirabas a los ojos, estabas mirando al yo real, aquel desastre andante que no sabe como hablar contigo y te mira desde el silencio, aquel que no sabe expresar en palabras dichas lo mucho que te anhela y el que suspira al escuchar su propio nombre provenir de tus labios, mirabas mis tics nerviosos, mi sonrisa torpe junto a mis hábitos irritables y aquellas muecas raras que siempre hago cuando algo no me parece. Ya no mirabas con irrealismo a la persona detrás de las cartas, pero sí me veías a mí, tal vez era una mirada diferente, ¿decepción quizá? No pude descubrirlo, antes de escuchar cualquier sonido provenir de tu boca tuve que despertar.

Casi como un castigo, la misma persona que vi en mi sueño fue la primera que vi cuando mis ojos se abrieron. La conferencia había acabado y yo como un completo idiota me había dormido. Estabas soñador, y también me miraste con diversión, en tus ojos podía leer claramente como no podías creer que me quedase dormido como si nada importase más. Pero no había algún signo que me diera las señales que tanto buscaba, no estabas enamorado de mi, tus ojos no brillaban tanto como cuando encontrabas las cartas debajo de tu escritorio ni tus manos se movían nerviosas sin saber quedarse quietas, eres amable, tanto que incluso duele cuando lo pienso. Yo no te gustaba, pero sí lo hacía la persona que escribía las cartas.

Tal vez esté dando demasiadas pistas en una sola carta, tal vez me estoy desenmascarando yo solo por un solo momento de epifanía, pero realmente no creo soportarlo más tiempo. El sentimiento brota de mi pecho cada que te veo y ya no hay forma alguna de ignorarlo. Tus manos rozaron mi cabello y estuve a punto de ahogarme en mi propia agonía, querías reírte por la cara que puse y lo entiendo, me veía francamente horrible.

Quiero decirlo Canadá, pero le temo al rechazo, temo que yo no soy la persona que esperas que sea, tus ilusiones pueden estar a kilómetros de mi apariencia y me aterra. ¿Y cuando te diga mi nombre, al final me rechazas porque no soy lo que mereces?

Supongo que me estoy ahogando en un vaso de agua porque aún no sé qué piensas de mi, solo estoy siendo eternamente dramático porque el insomnio no me ha dejado dormir bien.

Está carta puede que sea confusa, pero no tengo suficiente fuerza como para corregir mis errores, estoy seguro de que entre más la lea más me arrepentiré de entregarla a tus manos, estoy siendo demasiado sincero y abierto en una sola carta, y comienzo a pensar que estoy tirando toda mi misteriosa niebla de invisibilidad a la basura.

Con amor,
Un país que se enamoró del tú soñador.














Postdata: Dios santo. ¿Yo realmente escribí esto en la madrugada? Creo que ahora estoy demasiado tentado a dejarte sin una carta. Qué estoy haciendo.

 Qué estoy haciendo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuerpo Perfecto    ⇢ C a n M e x ⇠ (Proyecto En Semi-Hiatus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora