Especial 1

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Narra Samantha

Cierro la puerta del despacho de mi hermano soltando un suspiro. Es increíble que a pesar de que ya han pasado dos años y medio siga insistiendo en lo mismo. Sabe lo que pensamos Jeremy y yo, y eso no va a cambiar. Después de todo ya tomamos una decisión en su momento y, aunque no ha sido fácil, ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida. Camino por el pasillo escuchando la dulce melodia de un piano. Cada día Sarah toca mejor. Estoy segura de que tendrá un gran futuro como pianista, y si sigue mis consejos, también lo tendrá como cantante. Subo las escaleras hacia el piso superior y me acerco a la puerta de la habitación de mi sobrino pequeño. Tiene poco más de cuatro años, apenas es un niño que empieza a ser consciente del mundo que lo rodea, por eso se que es el que mejor puede cuidar de Cristal. La diferencia de edad es bastante corta, y James adora a su prima. No se porque razón, pero siempre que entramos por casa es a la primera a la que saluda. De echo, Jeremy y yo le damos relativamente igual. Tenemos suerte de que nos saluda. Tampoco me molesta. Se que en el futuro mi hija estará bien cuidada cuando yo no pueda cuidarla. Golpeó la puerta de la habitación dos veces provocando que los gritos y risas de los dos niños se callen. El pomo de la puerta se mueve hacia los lados varias veces antes de abrirse. Es divertido ver a James tratando de alcanzar los pomos. Aún no ha pegado el estiron

-¡Tia Sammy!-los ojos verdes de mi sobrino me observan con entusiasmo mientras termina de abrir la puerta 

-¡Mami!-mi hija se levanta del suelo tratando de mantener el equilibrio y camina hacia mi lo más rápido que puede con su característico brillo en los ojos-¡Mami! 

-Hola corazones-acarició la cabeza de los dos niños con ternura y cojo a Cristal en el colo-¿que estabais haciendo? 

-Le estaba enseñando a Cristal a dibujar gatos-James sonríe entusiasmado y se agacha para recoger los dos cachos de papel que descansan en el suelo-¡mira que bien nos han quedado! 

-¿Te guta mami? 

-Eh…. Si, son muy bonitos-agarro los dos papeles con mi mano libre mientras sonrio divertida. ¿Esto son gatos? Pues no soy capaz de identificarlo

-¿Quieres dibujar con nosotros, tía Sammy?

-Lo siento corazón, pero Cristal y yo tenemos que irnos-la cara de mi sobrino cambia drásticamente al escucharme. Su enorme sonrisa desaparece y se ve sustituida por una mueca de decepción 

-¿Cristal también? ¿No puede quedarse a dormir? ¿O a cenar?… Es que Sarah nunca quiere jugar conmigo porque siempre está ocupada, y mamá y papá están trabajando todo el día-sonrió enternecida y me agachó para quedar a la altura del ojiverde

-Lo siento mucho corazón, otro día será-acarició la cabeza del niño en señal de consolación aunque se que no sirve de mucho-además, dentro de poco el tío Jeremy terminará la temporada de fútbol y le darán un par de días libres. Si quieres podemos irnos los cuatro a algún lugar lejos de aqui

-¿Podemos ir a Grecia? He escuchado que hay una exposición de arte muy importante-asiento despacio devolviéndole la ilusión al niño pequeño-¡Has escuchado Cristal! ¡Nos vamos a Grecia! 

-¡SI!-mi hija extiende los brazos abrazando a su primo mientras comienza a reír feliz

-Venga, ahora tenemos que irnos-me levanto del suelo separando a los dos niños a pesar de sus quejas-tenemos que ir a buscar a papá, Cristal. 

-¡Papi! ¡Vamos uscar papi!-sonrío contagiada por el entusiasmo de mi niña y salgo de la habitación despidiéndome de mi sobrino con la mano

Camino asta el zapatero para recoger mis zapatos y los de Cristal, y una vez que terminó de ayudar a mi hija a ponerse los tenis, salgo de casa cerrando la puerta detrás de mi. Es cierto que últimamente tanto mi hermano como su segunda mujer, Carla, están bastante ocupados con temas de la empresa, después de todo van a tener que abrir una nueva sucursal, y eso siempre lleva trabajo, pero podrían prestarle más atención a sus hijos. Se que Carla aprovecha todo su tiempo para estar junto a ellos, pero no es suficiente. Y mi hermano..... Mi hermano es el mismo, no tengo nada más que decir. Abrocho con fuerza el cinturón de seguridad de la silla de bebé de mi hija y arrancó el coche. Por la radio comienza a sonar uno de los tantos CDs con música infantil que tenemos, y como buena melomana que soy, no puedo evitar unirme a los cantos. Cristal sigue mi ejemplo desde la parte de atrás del coche vocalizando lo mejor que puede y aguantando la risa. No tardamos mucho en llegar al enorme campo de fútbol donde entrena mi esposo. No es especialmente grande, pero tampoco es precisamente pequeño. 

El Brillo De Sus Ojos/Inazuma Eleven Y TuOnde histórias criam vida. Descubra agora