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Las siguientes horas fueron una tortura, el director no se callaba y la mayoría ya se había escabullido a dormir en los baños, no es por ser una persona pesimista, pero alguien iba a ser despedido hoy.

Al menos yo podía estar esperando en un cubículo del tamaño de un baño, esperando por la encargada de las llaves de dormitorios.

Ah que gran diferencia, pero bueno.

La señorita Alcott era conocida por nunca salir de la librería, en sus tiempos libres hablaba con estudiantes sobre salud mental.

De igual forma, me encuentro odiándola cada vez más al golpear mi cabeza en la pared de forma despacio por cada minuto que tarda.

«La misión puede que falle si llego tarde», pensé.

Tenía buenos motivos para preocuparme, esta ciudad no es frecuentada por mi familia, ni nadie que sea de una "buena" posición siendo un omega.

Algo la hace diferente, el tipo de gente que llega por los puertos y como las leyes son diferentes cada que llegas a la división de ciudades. No debería temer por hoy, ya que el anuncio será mañana, pero es mejor ser precavido.

Por otro lado, no podía moverme de este asiento hasta que alguien se dignara a darme los detalles de mi ahora habitación durante mis días de preparatoria. Lo cuál me tenía un poco ansioso.

La puerta se abrio de forma abrupta dejando a un hombre serio con lentes y una cola de caballo, muy formal y al parecer lo suficiente estricto para parecer un profesor de matemáticas.

—Nakahara —habló con un tono calmado mientras abría una carpeta, con solo ver mis notas de matemáticas en mi anterior escuela, ya sabía que vendría—, vas a tener designado un tutor. Miss Alcott se encargo de darme las llaves de tu dormitorio, junto a la identidad del estudiante de intercambio que se quedara con ustedes, viene de Alemania.

Quito la vista de su libreta para escrutinarme con su mirada unos segundos antes de retomar su lectura.

—Asegurate de darle una buena bienvenida —se sobo el puente de la nariz estresado—. Sobre tu tutor, lo verás en el centro de tutorías generales después de clases —suspiro el otro hombre, mientras me entregaba los documentos— ¿Alguna pregunta?

—No. Estaré bien.

Procedí a retirarme sobre mis pasos haciendo una reverencia. Tome las llaves que estaban en el escritorio con ahora mis iniciales y las de Atsushi en el llavero. Antes de salir el de lentes al parecer llamado Kunikida, hizo exagerados signos de tocer.

—Bienvenido a la academia —se reincorporo los lentes antes de largar una pequeña señal de una sonrisa—, ten un buen día. Espero mucho de ti.

Le respondí con otra sonrisa antes de retirarme.

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El color de tus ojos [Omegaverse] Soukoku/Shin SoukokuWhere stories live. Discover now