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Shinigami

Joder, joder y joder. Se la llevaron de mí. No, esto no es posible.

- Joder, cálmate. La buscaremos. Ella nos pertenece.

- Sara me pertenece. Tú, solo acentuaste a Sarah. - dije entre dientes.

- Por favor. Bien que la disfrutas. Es la mejor obra que he echo hasta el momento. Además, yo te he ayudado a salvarla.

- Lo sé... Ella era un pájaro enjaulado. Aquello le dio un gran trauma. Verla así me dio mucha tristeza, pero soy un monstruo...

- Te equivocas, somos. Sólo que yo soy un monstruo que acecha por el día. 

- Ella sospechaba de nosotros. Maldita sea. 

- Te dije que te tranquilizaras. Seguro que alarmaste a esa persona que la secuestró.

- Joder. Me arriesgué tanto por confundirla más.

- No pasa nada. Recuerda. Aún tengo a 3 preciosos muñecos que utilizar.

- ¿Tres?, ¿Qué pasaron con los otros 3? - pregunté ya más calmado.

- Simple. Ordené a 1, 2 y 3 que mataran al resto.

- Cierto. Ya hubo un percance con los números 9 y 7. Ellos intentaron atacarla.

- No te olvides de la número 10. - dije tenso recordando lo sucedido.

- Blah. Ella solo fue un regalo de bienvenida para mi obra maestra.

- ¿Te gusta verdad? - pregunté malhumorado.

- Está buenísima. Y tiene carácter. Claro, me gusta Sarah, quédate tú con la otra. - dijo sin más.

- Hijo de puta... 

- En fin. ¿Crees qué fue él?

- No lo sé, sospecho de él, pero no ha echo nada.

- Le vigilaba. - dijo mientras que cerraba las cortinas de su casa.

- Le observamos. - recalqué.

- Cierto. Era muy divertido. - dijo con esa sonrisa torcida que por costumbre yo también imité.

- Es hora de cazar... 

Cerré los ojos en cuanto me llamó. Amaba este tipo de sensaciones, me encantaba cuando veía a mis víctimas suplicar por ayuda.

Nosotros no éramos asesinos. Las liberábamos de sus males. Al menos yo hacía eso. Él, se encargaba de matar a las jóvenes que iban tras de nosotros.

La muerte de cada padre y madre, creó en mí algo que supe desde un principio que estaba escondido. Algo que jamás le mostraré a ella, porque seré un monstruo, pero a ella, a ella jamás le dañaré...

4 meses después...

JODER

Grité exasperada. Llevaba en esta puta casa 4 putos meses. 4 PUTOS ENTEROS MESES.

No me quejaba. No sé porque, pero mi trato no es que fuera malo, todo lo contrario. Tenía a mi disposición a unas sirvientas, libros, televisión, una piscina, etc... Pero, joder, esto no es lo que quería y aún no sabía que hijo de puta me trajo aquí.

- Ey, tranquila, pareces yo. - exclamó Has.

- Cállate, no sabes que se siente estar parada 4 putos meses en esta casa sin poder actuar.

- Sara está tranquila. Raro en ella. ¿Qué vas a hacer?

- Pensé en matar a un guardia, pero recordé que la última vez me salió bastante mal, son muchos.

- Esperemos. Seguro que no tardará en mostrarse. - dijo Sara después de tanto tiempo.

- Señorita Miller, nuestro señor ha venido por usted. - dijo cortésmente el mayordomo y guardaespaldas que siempre tenía pegada a mí.

Suspiré, me levanté y bajé por las escaleras.

No tenía caso huir, ahora lo primordial era saber quien coño era ese desgraciado.

Paré en el salón y alcé mi mirada. Al instante mis ojos se posaron en esos ojos que a veces hacía que mi pecho doliera.

- Tú...

- Perdóname. Hice todo esto para protegerte de él. - dijo intentando acercarse a mí.

- ¡No!, no te atrevas a tocarme ni un pelo.

Él hizo una mueca triste y alejó su mano.

- Perdóname. Sé que no sabes quien soy pero... Sara reacciona a mí, lo sé...

- ¿Sara? - ya decía yo que esto era raro.

- Por favor... perdóname... solo quise protegerte como prometí aquel día...

Una lágrima cayó bajo mi mejilla y entonces todos los recuerdos de Sara vinieron a mí de repente.

- Te he echado de menos... - sollozó Sara en mi interior.

No entendía nada, ¿él no era el Shinigami?, ¿por eso me observaba?, ¿quién eres tú...?

Mi cabeza comenzó a darme vueltas y perdí la consciencia.

Mi mundo se derrumbó en cuestión de segundos. Me di cuenta de algo. Sea quien sea, siempre seguiré siendo esa niña débil que buscaba desesperadamente una cosa: amor...

Amor... esas palabras me recordaron a él, pero tenerle a él frente a mí, hacia que mi corazón latiera con fuerza. Cada célula mía gritaba por él...

¿Has venido a salvarme?, porque si es así, yo ya no tengo salvación.

Cazadora De MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora