21.- 𝑬𝑳 𝑺𝑬𝑪𝑹𝑬𝑻𝑶

2.2K 279 30
                                    


→→→∙:♛:∙←←←

→→→∙:♛:∙←←←

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

→→→∙:♛:∙←←←




Ron y Hermione les habían estado mostrando las tiendas hasta que Ron propuso tomar una cerveza de mantequilla. Así que cruzaron la calle y a los pocos minutos entraron en el bar. Estaba calentito y lleno de gente, de bullicio y de humo. Una mujer guapa y de buena figura servía a un grupo de pendencieros en la barra.

—Ésa es la señora Rosmerta —dijo Ron—. Voy por las bebidas, ¿eh? —añadió sonrojándose un poco.

JJ, Potter y Hermione se dirigieron a la parte trasera del bar, donde quedaba libre una mesa pequeña, entre la ventana y un bonito árbol de Navidad, al lado de la chimenea. Ron regresó cinco minutos más tarde con tres jarras de caliente y espumosa cerveza de mantequilla.

—¡Felices Pascuas! —dijo levantando la jarra, muy contento.

Jade bebió hasta el fondo. Era lo más delicioso que había probado en la vida, y reconfortaba cada célula del cuerpo. Una repentina corriente de aire lo despeinó. Se había vuelto a abrir la puerta de Las Tres Escobas. Jade echó un vistazo por encima de la jarra y casi se atragantó.

El profesor Flitwick y la profesora McGonagall acababan de entrar en el bar con una ráfaga de copos de nieve. Los seguía Hagrid muy de cerca, inmerso en una conversación con un hombre corpulento que llevaba un sombrero hongo de color verde lima y una capa de rayas finas: era Cornelius Fudge, el ministro de Magia. En menos de un segundo, Ron y Hermione obligaron a Jade y a Potter a agacharse y esconderse debajo de la mesa, empujándolos con las manos.

De tan cerca que quedaron sus cabezas terminaron chocando— Fíjate idiota.

—Fuiste tú la que...

—Shhh —puso un dedo en los labios de Potter, sobándose la cabeza, JJ siguió tomando su cerveza de mantequilla.

Chorreando cerveza de mantequilla y en cuclillas, observaron los pies de los tres adultos, que se acercaban a la barra, se detenían, se daban la vuelta y avanzaban hacia donde él estaba.

Hermione susurró: —¡Mobiliarbo!.

El árbol de Navidad que había al lado de la mesa se elevó unos centímetros, se corrió hacia un lado y, suavemente, se volvió a posar delante de ellos, ocultándolos. Luego vio otro par de pies con zapatos de tacón alto y de color turquesa brillante, y oyó una voz femenina:

—Una tacita de alhelí...

—Para mí —indicó la voz de la profesora McGonagall.

—Dos litros de hidromiel caliente con especias...

—Gracias, Rosmerta —dijo Hagrid.

—Un jarabe de cereza y gaseosa con hielo y sombrilla.

—¡Hum! —dijo el profesor Flitwick, relamiéndose.

𝐉𝐀𝐃𝐄 𝐘 𝐄𝐋 𝐏𝐑𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍𝐄𝐑𝐎 𝐃𝐄 𝐀𝐙𝐊𝐀𝐁𝐀𝐍Where stories live. Discover now