9 - ¿Quién es el?

434 50 13
                                    

Después de su pelea contra el caballero de Dragón, Kagome fue llevada al hospital. Fue rápidamente internada, aún qué, para sorpresa de los doctores se estaba recuperando rápido de su heridas.

Soltó un quejido y abrió de a poco los ojos, su vista estaba algo nublosa, pero su vista volvió en muy poco tiempo.

¿Donde estoy?pensó mientras observaba la habitación—. ¿Un hospital?

—Ya despertaste...—hablo una voz a su costado.

La chica de hebras color miel, dirigió su mirada a aquella persona. Era la organizadora del torneo, la cual estaba dejando unas flores en el jarrón.

—¿Saori?—murmuro algo sorprendída.

Trato de sentarse en la cama, pero eso solo le hizo doler un poco el cuerpo y volvió a acostarse. Saori Kido volteó a verla, se hacerco a ella, puso su mano en su espalda y la otra en su abdomen para ayudarla a sentarse.

—Ten cuidado, es normal que te cueste sentarte o pararte—le pidió.

—Gracias...—la miro de reojo—. Dime, ¿Acaso te preocupaste por mí?—sonrio levemente.

Saori se quedó callada, en su rostro se notaban los nervios. Además que en su mejilla, apareció un leve color carmesí. Rápidamente desvío la mirada, tratando de ocultar aquel pequeño sonrojo que la avergonzaba un poco.

—N-no, por supuesto que no...—negó con nerviosismo.

Kagome no pudo evitar, dejar escapar una pequeña risa ante la reacción de la fémina.

—B-bueno, será mejor que me vaya. Así podrás descansar tranquila—se dirigió a la puerta—. Por cierto, Seiya y los niños del Orfanato vendrán mas tarde.

—¿Uhm? Está bien, muchas gracias por avisar—se despidió de ella.

Nuevamente había quedado sola. Soltó un suspiro y miro el techo, con cuidado volvió a recostarse cerrando sus ojos. El único sonido en la habitación, eran los que emitivan los aparatos a los cuales estaba conectada.

Estuvo perdida en sus pensamientos, hasta que se dió cuenta de algo. Llevo una de sus manos a su rostro, y tocó suavemente su mejilla. Se quedó analizando todo unos minutos, hasta que cayó en cuenta de lo que pasaba.

—¡Maldición!—se quejo—. Mi máscara se destruyó en la pelea con Shiryu. Todos los caballeros vieron mi rostro, ¿Qué es lo qué haré...?—se desespero un poco.

Se tapó complemente con las mantas, se sentía como una tonta en ese momento. ¿Cómo pudo ser tan descuidada?

Las reglas de las amazonas eran claras, si un caballero observaba el rostro de una de ellas. La guerrera estaba obligada, a elegir entre matarlo o amarlo por el resto de su vida.

Aún que esas reglas le parecieran absurdas, no le quedaba de otra que seguirlas al pie de la letra. Pero nunca se dió la situación, de que varios hombres le vieran el rostro a una sola amazona, de una sola vez.

—Desearia poder pedirle ayuda a mi hermano, el sabría que hacer...—murmuro algo molesta.

Escucho un ruido proveniente de la puerta, Seiya y los niños del Orfanato habían llegado. Sintió un gran peso sobre ella, luego le arrebataron la manta de arriba de ella

—¿¡Tu eres Kagome!?—pregunto uno de los niños con una sonrisa.

—Vaya es muy bonita—hablo otro niño.

—¿¡Me enseñas a pelear!?—pidio una niña.

Kagome estaba procesando lo que pasaba, luego soltó una pequeña risa nerviosa. No sé esperaba aquello, pero se le hacía tierno. Jamás tuvo esa atención, cuando estaba en el santuario.

La Hermana de Aioros y Aioria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora