POR UN INFINITO JUNTOS

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{RACHEL}

LLos días pasan y parece que aquí estamos seguros. De un campamento provisional ha pasado a ser nuestro hogar. Apenas llevamos dos semanas aquí pero siento como si lleváramos toda la vida.

Nash y yo cada vez somos más cercanos, sobre todo ahora que Jack ha perdido toda la razón y no me dirige la palabra, haciendo como si no existiese. Apenas nos miramos y cuando eso ocurre siempre son malas caras. Yo no le odio, solo me da rabia que piense cosas que no son, que no me entienda, que sea tan desconfiado cuando lo que necesitamos es confiar los unos en los otros y ayudarnos mutuamente.
La relación entre Jack y Nash cada vez está más tensa. Se miran con cara de odio a muerte. Nash me ha prometido que no va a buscar pelea, pero que, si Jack le busca, se defenderá y yo lo he aceptado. Cada uno entrena por separado, no pueden verse las caras y Larry no se fía de ninguno cuando están juntos desde aquella vez que mi primo intentó matar a Nash. ¿Qué le asegura que no vuelva a hacerlo?

Roxanne y yo nos hemos hecho, sorprendentemente, muy amigas. Al principio no me inspiraba mucha confianza, pero desde que me salvó la vida me ha empezado a caer muy bien. No como Alex, de la que aún desconfío, aunque su prima Roxanne diga que es muy buena niña. No confío mucho en ella más que nada porque pasa mucho rato con Jack. Alex dice que es como un hermano mayor para ella. Y empiezo a sospechar que Jack ha puesto a Alex en mi contra, ya que apenas me habla y no me pone muy buena cara.

Nash y yo procuramos no mostrar nuestro "acercamiento" cuando hay gente delante. Y como casi siempre hay alguien por algún que otro callejón, encerrarnos en el baño es nuestra única opción, a menos que esperemos a que todos duerman.

Es de noche y todos duermen. Menos Nash y yo, que aprovechamos y nos escabullimos en silencio de los sacos de dormir tras haber pasado una hora haciéndonos los dormidos para asegurarnos de que podíamos escaparnos sin que nos oyeran.
Y así es. Una vez fuera de la cueva-dormitorio, le cojo la mano a Nash y vamos a visitar la sala de armas. Él me va a enseñar a coger una pistola y apuntar, aunque no vamos a disparar, no queremos despertar a nadie ni atraer a los zombis, que, por cierto, hace ya un tiempo que no veo a ninguno. Aunque ya no me preocupa tanto, tengo la pierna bien y puedo correr con normalidad.

Nash me tiende una pistola, con mala cara.
- ¿Qué te pasa?- le pregunto cogiendo la pistola.
- Que no tiene sentido perder el tiempo por esto cuando podemos estar enrollándonos fácilmente. Piénsalo...- dice y me río.
- No, Nash, ya te he dicho que quiero aprender. Y Larry no me deja, cree que no soy lo suficientemente mayor y que no voy a saber manejar una pistola. Además, creo que es un machista que solo enseña a los tíos porque cree que las chicas no sabrían hacerlo.
- Lo sé, lo sé ¿pero no prefieres una clase sobre cómo besar?- me dice él sonriéndome de lado.
- No, tenemos todo el tiempo del mundo. Ahora dime como utilizar esto- digo dándole vueltas a la pistola con la mano.
Nash suspira y me enseña cómo sujetar la pistola, cómo manejarla, cómo recargarla y cómo apuntar.
- Ya solo te falta tener un objetivo para perfeccionar tu puntería- me dice y le apunto directamente al pecho, sonriendo malvada.
Él se sorprende un poco al principio, pero después comprende que es una broma. Sonríe divertido y alza las manos.
- Oh, ¿qué vas a hacerme? ¡No me mates, soy muy joven para morir!- dice en tono dramático y yo me acerco más a él con la pistola apuntando a su pecho.
- Di adiós, señorito García- le digo seria, llamándolo por el apellido, intentando que se crea que lo voy a matar.
- Rachel, me estás empezando a asustar de verdad- dice él poniéndose serio-. No juegues con eso, no es ningún juguete.
- Y más que te vas a asustar- susurro en un tono malicioso y le apunto a la cabeza.
- Baja eso- me dice muy serio.
- ¿Cómo se pide?
- Por favor- dice con cara de súplica y me echo a reír a la vez que dejo caer la pistola en el suelo.
Me acerco a él y le rodeo la cintura con los brazos.
- Deberías de haberte visto- digo riéndome aún.
- No me hace gracia. Llegué a pensar que no te importaba una mierda, que me estabas traicionando, que todo lo nuestro había sido una farsa- dice y por el tono de su voz, me doy cuenta de lo que he hecho.
- ¿En serio? Lo siento mucho, Nash. Solo quería gastarte una broma, nada más. ¿Me perdonas?- le digo mirándolo a los ojos.
- Claro que sí- me dice y me besa en la frente-. Te perdonaría, aunque me hubieses matado. Lo que estoy empezando a sentir por ti no tiene límites.
Lo beso, no puedo evitarlo al decirme cosas como esas. Estoy empezando a sentir algo muy profundo por el chico, algo que cada vez va a más y más.
- Ojalá nada nos separe nunca- le susurro mientras le beso y me acuerdo de que Maya ya no es un problema, ella solo buscaba diversión y distracción, al igual que Nash antes de empezar algo medianamente serio conmigo.
- Nada nos separará jamás- me dice y se separa de mí.
Se saca algo del bolsillo, una venda celeste, del color de sus ojos. Me la enrolla alrededor de los ojos. Yo no digo nada, solo me muerdo el labio.
- Tengo una sorpresa para ti- me susurra en el cuello y me entra un pequeño escalofrío.
Me coge de la mano y me conduce hasta una habitación.
Me besa el cuello mientras me quita la venda de los ojos y me quedo sorprendida cuando lo veo.
Es una sala del campamento que aún estaba vacía, solo había trastos viejos y sucios. Pero este no se parece en nada al lugar que era.
Hay un mantel rojo en el suelo y velas alrededor. En el centro hay un canasto con fresas, manzanas, cerezas, ¡una tableta de chocolate!, y ¡champán!, cosas que no pruebo desde hace lo que parece una eternidad. Bueno, el champán no lo he probado nunca.
Me vuelvo hacia Nash, sorprendida.
- ¿Cómo... cómo has hecho todo esto?
- Buscando por todo el campamento cuando todos dormían, incluso tú. Me ha costado lo suyo esconder las cosas, pero por ti hago esto y más- me dice y salto a abrazarlo y besarlo. Me sorprendo a mí misma cada vez que lo hago, todavía sin ser consciente de la confianza que hemos ido tejiendo durante estos días, sin ser consciente de que se podría decir que estoy saliendo con mi amor platónico.
Él me suelta en el mantel y se sienta a mi lado.
Coge las dos copas que hay al lado del champán y las llena. Me pasa una y pruebo un sorbito.
- Mmmm- digo saboreando-. Me encanta. Es... es como si estuviera en el cielo.
- ¿Nunca lo habías probado?- pregunta él y yo niego con la cabeza. Bebe un poco y luego entrelazamos nuestros codos para beber cada uno de la copa del otro.
- Por un infinito juntos- dice Nash y bebemos.
Cierro los ojos para saborearlo mejor. No puedo ser más feliz ahora mismo.
Nash me mete en la boca una onza de chocolate y la saboreo. Ahora mismo me siento en la gloria, no podría describirlo con otra palabra. Todo esto que me ha preparado y en una situación como esta, obligados a vivir de una manera totalmente diferente, se ha convertido en algo casi mágico.
Nash aparta su copa y aparta también la mía para tumbarse sobre mí, encima del mantel rojo. Pone sus manos en mi cintura y empieza a besarme el cuello.
- Te quiero- me susurra, la primera vez que me dice esas palabras, y siento un nudo en el pecho porque no sé si yo siento lo mismo, no lo había establecido aún.
- Te quiero- le susurro en un arrebato de pasión y nos dejamos llevar el uno con el otro.

Apocalipsis Zeta - Parte 1: En busca de un lugar seguroWhere stories live. Discover now