PESADILLAS

6.1K 447 46
                                    

{JACK}


Lo hice, al final lo hice. Bueno, lo hicimos. Maya me ayudó.
La chica estaba harta de aquel sitio, quería salir al exterior, saber lo que pasaba en el mundo. Yo también. Maya y yo nos hemos ido acercando mucho en los últimos días. Le conté como me sentía, la desconfianza y el odio que sentía hacia Nash, y descubrí que ella sentía lo mismo. He descubierto que tenemos muchas cosas en común.
El caso es que estuvimos hablando mucho. Los dos estábamos hartos de estar en el campamento, hartos de todo, queríamos acción, huir, y eso tuvimos. De todas formas, no iban a tardar en echarme del campamento por mis intentos de asesinato a Nash, o eso o me castigarían, no me quedé para averiguarlo. Iba a marcharme antes de eso. Maya y yo solo queríamos escapar, desaparecer como dos jóvenes que se fugan de sus casas. Así que eso hicimos, ella por un lado y yo por otro para no levantar sospechas. Íbamos a irnos y luego cerrar las puertas como si nada, ni Maya ni yo pretendíamos que los demás corrieran peligro. Pero nos topamos con complicaciones. Unos zombis nos sorprendieron y tuvimos que huir, sin darnos tiempo a sellar las salidas. Ya era demasiado tarde.

Nos alejamos rápido de allí mientras los zombis no hacían más que llegar hasta el campamento. Los gritos de nuestros antiguos compañeros que ya habían advertido la presencia de estos no hacían otra cosa que atraerlos. Maya rezaba por su hermana, que no le pasara nada, y yo rezaba en silencio por Alex y Roxanne, que no tenían culpa de nada, y por todos los demás, incluso por Rachel, pero no por Nash, a él pueden matarlo.

Encontramos una luz al final de un túnel. Daba a un canal que antes tenía agua pero que ahora estaba seco. Corrimos alejándonos de allí, hasta ahora, que estamos en un bosque entre los árboles, donde nadie puede vernos, o eso creo.
Estamos en las afueras de San Rafael, cerca de San Anselmo. Podríamos volver a ver cómo va la cosa por allí, aunque esta vez no tengo ninguna esperanza de que todo haya acabado bien.
- ¿Adónde vamos ahora?- pregunta Maya.
- Quiero ir a San Anselmo. Yo era de allí, quiero volver- digo mirando al suelo.
- ¿Pero para qué? No es nada seguro- dice Maya.
- A lo mejor sí que podemos encontrar un lugar seguro. Es un pueblo pequeño, hay menos zombis...- susurro.
- Tal vez tengas razón. Ahora son mejores los pueblos pequeños que los grandes.
- ¿Entonces para cuándo nos marchamos?
- Primero vamos a descansar un rato. No tenemos prisa. Además, tenemos agua y comida- dice señalando las mochilas que, por suerte, teníamos preparadas y nos acordamos de llevar.
- ¿Y esperar a que anochezca? ¿No será muy peligroso estar aquí afuera de noche?
- No si hacemos guardia. Además, que por aquí no se escucha ningún caminante.
-Pueden aparecer de cualquier lugar, en cualquier momento.
- Sí, ya, pero no llegaríamos a San Anselmo antes de que anochezca y estar por carretera o seguir moviéndonos por cualquier lugar es aún más peligroso que quedarse aquí, así que esta es nuestra mejor opción.
- Vale, nos quedamos aquí haciendo guardia- miro al cielo, está atardeciendo.
- Empiezo yo, descansa- me sonríe levemente.
- ¿Estarás bien?- le pregunto.
- Sabes que sí, sé cuidarme.
- No sé si podré dormirme sabiendo que puedes estar en peligro- suspiro y me echo en la hierba.
- Oh, vamos, Jack, ¿te preocupas por todo el mundo igual? ¿Tan caritativo eres?
- No, solo por las personas que me importan.
Maya se ríe.
- Duérmete, anda, estaré bien, te despierto unas horas después de medianoche, ¿vale?
- Vale- susurro y cierro los ojos. Espero que esta vez no me inunden las pesadillas.

Estoy en mi casa, tumbado en el sofá, viendo la tele. Mi madre está en la cocina, haciendo la comida. Mi padre está en el salón, en un sillón al lado del sofá en el que estoy, leyendo el periódico. Todo es tan normal...
La vida sigue igual que siempre. Estoy aburrido de esta vida, quiero que pase algo que nos cambie a todos a nivel mundial.
La tele me aburre, no hay nada bueno. La apago y suspiro, no sé qué hacer, me limito a esperar la comida, tumbado en el sofá, mirando al techo.
Mi madre ya sale de la cocina, escucho sus pasos. Ya está más cerca y no sé por qué mi corazón empieza a bombear más rápido.
De pronto siento un dolor intenso en el cuello. Mi madre se ha acercado a mí y me está dando un bocado. ¿Pero por qué? ¿Qué está haciendo? Intento liberarme de su mordisco pero no puedo, me agarra fuerte con sus mugrientas manos y no me deja salir.
- ¡Mamá!- grito entre sollozos, me está devorando el cuello, el dolor es insoportable.
Mi vista se va desvaneciendo pero no antes de ver a mi padre convertido en lo mismo que mi madre. Se dirige hacia mí y me muerde también en el cuello. Con sus mordiscos y sus manos, me destripan. Quiero morir, no quiero seguir sintiendo este gran dolor. No puedo ni llorar, ni gritar, el dolor me tiene paralizado, pero no hace que deje de sentirlo. Y no muero, sigo vivo.
Siento cómo mi mente va dejando de funcionar, cómo cada vez siento menos dolor y cómo mis pensamientos se desvanecen para dar lugar a ganas de comida, de sangre y carne humana.
Entonces noto un golpe en la cara.

Me despierto ajetreado, hiperventilando. Maya saca de mi mochila el ventolín y tomo un sorbo. No me queda mucho más y si se me acaba tengo que encontrar otro si no quiero morir asfixiado.
- No parabas de susurrar cosas inentendibles y de moverte. Tienes lágrimas en los ojos. No te despertabas, he tenido que darte una bofetada para despertarte. Supongo que has tenido una pesadilla.
- Supones bien- suspiro y me acomodo en la hierba-. ¿Alguna novedad?
- Todo tranquilo- dice ella y me fijo en sus ojos, tiene ojeras pero eso no quita la hermosura de sus ojos verdes.
- Duerme, me toca vigilar- le digo y me pasa la linterna.
- Enciéndela solo si oyes algo, no podemos gastar las pilas- me recuerda y asiento con la cabeza.
Maya se recuesta sobre la hierba e intenta dormir.
Yo me quedo vigilando.

Sigo teniendo el mismo sueño que antes, con la pesadilla no he podido descansar. Estoy atento a cualquier ruido. Todo es muy aburrido. No se oye nada y solo se ven las sombras de los árboles que nos rodean a la luz de la luna. Miro al cielo y desde aquí se ven muchas estrellas. Son hermosas... pero eso no me quita el aburrimiento ni el cansancio.
Se me cierran los ojos. La cabeza se me cae, pero intento levantarla y abrir los ojos. Tengo que espabilarme. Si me duermo, puede que no vuelva a despertarme.
Otra vez se me cierran los ojos y muevo la cabeza para quitarme esta somnolencia.
Pero no puedo evitarlo. Caigo dormido sobre la tierra y la hierba suavemente.

No sueño esta vez, solo duermo.

Apocalipsis Zeta - Parte 1: En busca de un lugar seguroWhere stories live. Discover now