NO QUEDA OTRA OPCIÓN

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{JACK}


Ha pasado un mes, un mes lleno de lágrimas, un mes en el que nos hemos ido acostumbrando a nuestras nuevas vidas, en el que hemos estado estableciendo el refugio como un nuevo hogar y asimilando que los zombis son una amenaza que no solo ha azotado Estados Unidos, sino el resto del mundo, aunque claro, son teorías.

Yo, por mi parte, apenas he derramado más lágrimas que las que derramé los primeros días. Ahora lo veo todo más oscuro, más peligroso. Desconfío absolutamente de todo el mundo, incluso de Alex, a pesar de hacer buenas migas con ella. Todo me parece mal. No hay ni un segundo que pueda estar tranquilo, siempre estoy al acecho de algo que me pueda perjudicar. Porque no quiero que nada me haga daño. No más daño de lo que ya me hizo ver a mis padres convertidos en zombis. Muchas veces noto mareos o pequeñas confusiones y no estoy al tanto de lo que hago, como si estuviese en un estado de embriaguez. Pero siempre lo acabo superando y volviendo a la mísera realidad. Una realidad distinta a la de antes. Una realidad que no me gusta, a pesar de haber deseado alguna que otra vez que todo cambiara porque mi vida anterior era muy aburrida.

Hoy no entreno. Ya estoy preparado, según Larry. Y hoy pondré en práctica todo lo que nos ha enseñado. Tengo que salir a la superficie con él, el joven médico Paul y el estúpido de Nash. Sigo sin dirigirle la palabra y no quiero tener que hacer equipo con él, pero esta vez no me queda otra: o los acompaño a buscar provisiones en la superficie o me echan del campamento y de momento no quiero eso, de momento.

Una vez que los cuatro nos encontramos en la entrada (yo soy el último en llegar), Larry abre la verja y salimos.
De momento, todo está vacío de zombis, reina el silencio y eso parece ser una buena señal.

Larry nos dirige a la alcantarilla más próxima que da a la superficie de San Rafael. Él va primero, seguido por Paul y yo y ojitos azules al final.

Larry empuja despacio la tapa de la alcantarilla hacia arriba y se asoma por ella. La aparta y nos mira sonriendo.
- Parece que hoy es nuestro día de suerte. No hay ni un solo caminante a la vista- nos informa y sale a la superficie.

Los demás salimos después de él y comprobamos que, efectivamente, no hay ni un alma en pie por la calle.
- ¿Adónde vamos ahora?- pregunto y toco la pistola de mi cinturón. Larry nos regaló una a mí y otra a Nash cuando completamos la instrucción.
- No podemos arriesgarnos a ir hasta un supermercado o cualquier tienducha. Los caminantes pueden estar por cualquier parte, en grupo. Así que nos limitaremos a entrar en un edificio y coger todo lo que haya- dice Larry.
- ¡¿Qué?! ¿En un edificio? ¿Sabes lo peligroso que es eso?- dice Nash.
- ¿Estás asustado?- le pregunto con una sonrisa divertida en el rostro.
- A mí ni me hables, bicho- me dice.
- Vamos a entrar en un edificio y no se habla más- zanja Larry.
- Exacto- asiento.
Se me pasan por la cabeza miles de ideas para matar a Nash. En un edificio será más fácil. Puedo encerrarlo en una casa con zombis, empujarlo por las escaleras, o simplemente pegarle un tiro como la otra vez, pero más cerca, esta vez no puedo fallar.

Hay unos cuantos edificios con la puerta abierta pero entramos por uno que a Larry le daba buena espina.
- Callaros y estad atentos a cualquier mínimo ruido. Tenemos que encontrar una puerta de un piso que esté abierta- nos dice Larry y asentimos.
En el piso bajo, las puertas están cerradas así que subimos lentamente las escaleras hacia el primer piso.
Caminamos sin hacer ruido, con una tensión máxima en el ambiente. Noto una bola en el estómago, comprendo que estoy asustado. Apenas respiro. De cualquier parte pueden salir esos gruñidos que tantas pesadillas me están dando últimamente.

En el primer y segundo piso tampoco tenemos suerte. Pero en el tercer piso cambia la cosa.
Al principio es apenas imperceptible pero yo me doy cuenta.
- Eh- susurro y señalo la puerta de un piso-. Está encajada pero no está cerrada.
Larry camina lentamente hacia la puerta y la abre poco a poco. Al principio cruje y arrugo la cara de terror, por instinto. Puede que nos hayan escuchado y vengan ya hacia nosotros.
Muevo la cabeza, eso no puede ser, no se oyen gruñidos. Puede que no haya nadie en el edificio, aunque eso sería muy raro.
Larry apunta con su linterna al interior de la casa. Parece vacía. Entra con cuidado y lo seguimos.
Dejo que Nash pase para quedarme atrás, pero este me mira cuando me adelanta.
- Tú primero- le digo intentando no sonreír maliciosamente.
- No me fio de ti- me dice.
- Miedica.
- Shh- nos interrumpe Larry-. No haced ruido y empezad a coger comida, agua, medicamentos, todo lo que veáis que pueda sea útil. En el campamento apenas queda nada.
Asentimos y comenzamos a buscar. Veo que Nash se desvía hacia una habitación y lo sigo, en silencio, intentando que no me vea. Él va alumbrando con su linterna lo que tiene delante.
Planeo cómo matarlo. No quiero dispararlo, eso haría mucho ruido y podría salir malparado. Tiene que ser una muerte silenciosa...

Apocalipsis Zeta - Parte 1: En busca de un lugar seguroWhere stories live. Discover now