AL DESCUBIERTO

6.1K 452 16
                                    

{RACHEL}


Jack se ha quedado frito y ahora están en peligro. Pero por suerte para ellos, Nash y yo estamos aquí, a unos metros de ellos, entre los árboles, vigilándolos.
Nash quería que los dejáramos solos y cogiésemos por otro camino pero yo no podía. Aunque ya no nos podamos ni ver, Jack es mi primo y le sigo teniendo cariño, aunque no pueda pensar lo mismo de él.
De todas formas, no vamos a presentarnos ante ellos, solo seguirlos. Seguramente intentarían algo malo si nos vieran, mi primo es muy vengativo, ahora, porque antes no era así. El apocalipsis le está mostrando su verdadero ser.

Pasa la noche y no se ha oído ningún caminante. Nash y yo nos hemos quedado despiertos toda la noche porque la tensión acumulada desde que casi nos matan los zombis en el difunto campamento nos ha impedido dormir por mucho que lo intentáramos haciendo guardia.

Ya ha amanecido cuando estoy a punto de cerrar los ojos, apoyada comodísimamente sobre el hombro de Nash, cuando oímos a alguien sobresaltarse.
- ¡Despierta, dormilón!- escuchamos.
Es una voz de chica. Es Maya. Parece furiosa. Nos acercamos hasta poder verlos y nos quedamos escondidos tras unos matorrales, sin hacer el mínimo ruido.

Maya le acaba de dar una bofetada a Jack y este se despierta asustado, y mira para todos lados. Agacho mi cabeza por puro instinto, sé que no puede verme desde aquí.
- ¡No! ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?- dice Jack cogiendo la cara de Maya con sus manos, preocupado por si ha pasado algo después de que se quedara dormido.
- Por suerte, no. ¡Pero podríamos haber muerto!- le grita, enfadada-. Si tenías sueño, me lo tendrías que haber dicho y yo seguía un poco más con la guardia.
- Lo siento- dice Jack y se nota que está arrepentido-. No pude evitarlo.
- En fin- suspira Maya y se levanta-. Vamos, que tenemos que llegar al pueblo lo más antes posible.
Jack asiente y se levanta. Se cuelgan las mochilas. De momento no han mirado dentro de ellas y espero que no lo hagan pronto porque si no puede que descubran que falta comida. No pudimos evitarlo, estábamos muy hambrientos. Nash se acercó por la noche en silencio y no se despertaron. Cogió dos barritas energéticas, no es gran cosa así que puede que ni se den cuenta.

Golpeo suavemente a Nash con mi brazo, indicando que ya se van. Cuando están a una distancia prudencial, comenzamos a seguirlos.
Van a San Anselmo. Yo también quiero ir. Tengo ciertos asuntos pendientes allí. Tengo que comprobar si mis padres siguen vivos. Nash no quería ir en un principio, pero al final lo entendió y accedió a ir.

Maya y Jack van por la linde del bosque. Saben que es más seguro que ir por carretera donde es más fácil que te descubran los zombis.

Después de varias horas andando en silencio, solo interrumpido por la voz de Nash recordándome que me quiere, llegamos a las afueras de San Anselmo.

Jack apenas mira hacia su casa cuando pasamos por ella. De repente, me compadezco de él, ha perdido a lo que más quería, sus padres, y yo no estoy con él para consolarlo. Y he sido muy dura con él. Debería haber buscado una forma de estar bien con Jack, estando también bien con Nash. Pero lo he dejado pasar. Todo esto ha sido muy duro para él, le ha pasado factura y no he sido capaz de apoyarlo.

No sé dónde pretenden ir. Ya apenas pueden ir entre los árboles porque van desapareciendo y dando paso al asfalto y casas del pueblo. Así que nos quedamos mucho más atrás para que no nos descubran. Va a ser más difícil escondernos de ellos ahora, pero no imposible.

De momento, en San Anselmo, mi pueblo de nacimiento, del que parece años que no vuelvo, abunda el silencio. No nos hemos encontrado ningún zombi. Tal vez ya han arrasado con todo ser vivo y hayan partido en busca de más carne a otros pueblos, en su caminata lenta y pesada. Pero no puedo dar nada por hecho, tengo que vigilar alrededor y estar atenta todo el tiempo.

Ya van por las calles y nosotros nos escondemos tras las paredes de las casas. Asomamos la cabeza y cuando ya están bastante lejos, seguimos persiguiéndolos.
De momento se detienen mientras vamos atrás de ellos, a una gran distancia, pero estamos al descubierto. Un giro de cabeza y nos verían, pero nosotros somos más rápidos y nos escondemos tras una pared.
Me llevo la mano al pecho del susto.
- ¿Crees que nos habrán visto?- susurro jadeando.
- Estoy seguro de que no- afirma Nash-. Tranquila. No se dieron la vuelta. Creo que vieron algo y por eso se pararon. A lo mejor fue un zombi.
Yo asiento. Dejamos pasar un minuto y me asomo.
- Nash- susurro.
- ¿Qué?- dice él empezando a entrar en pánico por mi tono de voz.
- No están.
- ¡¿Cómo?!- dice y se asoma-. No pueden haberse ido muy lejos, vamos.
Recorremos las calles. No se escucha nada que indique que haya zombis, por suerte. Puede que el pueblo esté a salvo. Pero no puedo permitirme tener esperanzas, ya no.

Las calles terminan y se bifurcan hacia la derecha y la izquierda. Al frente solo tenemos una iglesia, la iglesia de San Anselmo. Creo que no entro allí desde que hice la comunión.
- Los hemos perdido- susurro.
- Lo sé- suspira Nash.
- ¿Echamos un vistazo?- digo señalando la iglesia.
- ¿Y si están ahí? Nos descubrirán si entramos por la puerta y no hay otra entrada.
- Pues dejemos que nos vean. Ya estoy harta de esconderme.
- Vale.

La puerta es inmensa. Y no está cerrada. Si lo estuviera, sería imposible entrar.
La empujamos y cruje al abrirla. Echamos un vistazo. Está vacía. No hay nadie. O tal vez se hayan escondidos en alguna de las dos habitaciones que hay a ambos lados del altar.
Podríamos irnos pero no puedo evitar acercarme al ver la figura de Jesucristo en la cruz. Puedo rezar, necesito rezar. Nunca he sido creyente pero ahora, con todas las cosas horribles que he visto durante estos días, creo.
Me arrodillo ante Jesucristo nuestro señor y junto las manos. Nash hace lo mismo. Cierro los ojos y rezo en silencio.
Rezo para que todo salga bien, para que esta epidemia zombi desaparezca, para que todo vuelva a la normalidad, para que encuentre a mis padres, para que todo esto solo sea un terrible sueño...
- Hola- dice una voz masculina, en un tono malicioso, noto su pérfida sonrisa sin necesidad de verla.
Nash y yo nos giramos lentamente y nos encontramos antes un Jack que no conocemos.
- ¡Jack! ¡Estabas aquí! Hemos estado...
- Persiguiéndonos, lo sé- me interrumpe. Pero yo no iba a decir eso, iba a decir que le había estado buscando.
- ¿Cómo...?- empieza a decir Nash.
- No somos idiotas. Ustedes lo sois por creeros que no sabíamos que ibais detrás nuestra.
- Pero...- empiezo a decir, pero de repente sale Maya corriendo, se dirige a Jack.
- Ya- le dice y sonríe, la misma sonrisa maléfica que nos dedicó Jack.
- Que paséis buena estancia en el infierno- nos dice Jack con un tono y un rostro impropio de él, saludándonos igual que Maya, es un gesto de despedida.
Acto seguido, los dos empiezan a cerrar la puerta y Nash echa a correr hacia allí pero ya es tarde cuando llega. La puerta está cerrada. Pero se puede abrir desde adentro.
O no...
Nash intenta abrir la puerta pero no puede. Le han hecho algo, la han bloqueado. Empuja con todas sus fuerzas pero es en vano.
- ¡Ayúdame!- grita y de repente despierto de la confusión en la que estaba sumida y echo a correr hacia él y la puerta.
Empujamos, pero no lo conseguimos y al final nos dejamos caer junto a la puerta, suspirando frustrados.
- Nos han encerrado- dice Nash.
- No hacía falta que lo dijeras- replico.
- Bueno, al menos nos han dejado en un lugar seguro.
Asiento pero al instante sé que no es verdad.
De las dos habitaciones que hay al lado del altar empiezan a salir algunos zombis. No son muchos, pero no vamos a poder con ellos. No tenemos armas, se nos terminaron las balas y las tiramos, no tenemos nada.
Jack nos lo dijo. Nos dijo que pasáramos buena estancia en el infierno. Esto es el infierno.

Apocalipsis Zeta - Parte 1: En busca de un lugar seguroOù les histoires vivent. Découvrez maintenant