chapter nine

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Después de un largo día en el callejón Diagon, Harry estaba más que contento de volver a casa y celebrar el resto de su cumpleaños entre sus amigos y su familia

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Después de un largo día en el callejón Diagon, Harry estaba más que contento de volver a casa y celebrar el resto de su cumpleaños entre sus amigos y su familia. Su viaje de compras en el colegio no había salido como lo había imaginado, todavía atormentado por lo que le había dicho el señor Ollivander. Por no hablar de que, al ser abordado por el extraño profesor Quirrell casi al final, Harry esperaba que sus otros profesores del colegio no se acercaran a él de la misma manera. No quería llamar la atención, al menos, no más de la que ya recibía en la opinión pública.

Sin embargo, lo mejor del viaje resultó ser el regalo que Hagrid le había hecho. La pequeña lechuza nival descansaba en su jaula tranquilamente después de que los Potter llegaran a casa. En ese momento, Harry estaba sentado en la cocina, intentando idear nombres para su nuevo amigo, esperando que llegaran los invitados a su fiesta.

-¿Se te ha ocurrido algo ya?- preguntó Renata mientras se sentaba a su lado en la mesa. La jaula de la lechuza estaba delante de ellos, y la pequeña lechuza emitía suaves graznidos de vez en cuando mientras seguía durmiendo.

-No- Harry se rascó la cabeza -nada todavía. ¿Conoces algún buen nombre para ella?

-No es mío el nombre, Harry- le dijo Renata -ya se te ocurrirá algo. Sólo dale un poco de tiempo. No es necesario que se te ocurra enseguida.

Harry asintió y luego se hizo el silencio entre los dos mientras observaban a la lechuza dormida. Había estado muy callado desde que volvió a casa y no había mucho que pudiera ocultar a su madre, sobre todo porque ella podía sentir lo que él sentía. Sin embargo, no sacó a relucir el incidente de la tienda de varitas, sino que tenía una historia que contar.

-Sabes, antes de conocerte, tenía un trabajo en el Emporio del Búho Eeylops.

Mirando en dirección a su madre, Harry levantó una ceja, curioso por si ella continuaba -¿Lo hiciste?

Era raro escuchar una historia sobre la vida de Renata antes de conocer a James. Harry sabía poco de lo que había pasado en el pasado, pero sabía que a ella no le gustaba mucho hablar de su infancia ni de sus padres.

-Sí- sonrió -fue justo antes de conocerte. Acababa de empezar a trabajar y déjame decirte que no era el trabajo más agradable. Me encargaba de mantener las jaulas limpias y de dar de comer a las lechuzas, lo cual no es muy difícil cuando tienes una varita, pero el olor inicial es suficiente para que evites desayunar para no acabar perdiéndolo después.

Finalmente, una sonrisa apareció en el rostro de Harry -¿Y qué pasó?

-Bueno, una noche, este pequeño búho con los ojos más grandes comenzó a hacer el mayor alboroto en su jaula. Gritando y volando, parecía tan triste. No puedo imaginar lo que se siente al tener alas y no poder volar libremente- dijo Renata, poniéndose de pie e inclinándose hacia la jaula -Así que abrí su jaula y lo liberé.

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