IV

363 138 20
                                    

'El verdadero viaje de descubrimiento

consiste en no buscar nuevos paisajes,

sino en mirar con nuevos ojos.'

Marcel Proust.

***

***

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Por tu cariño incondicional, tu bondad y tu tiempo; 

por tu compresión y cada uno de tus consejos; 

por tu ayuda, tus abrazos de consuelo y tus palabras de aliento.

Feliz cumpleaños, padre.


Te quiere con todo su corazón,

tu hijo Alexander.

Alexander metió la postal en el interior del álbum de fotos y completó los datos del remitente y del destinatario. Le devolvió el bolígrafo a la joven que se lo facilitó y miró cómo la trabajadora de Correos introducía en una caja de cartón vacía el álbum, la pequeña bolsa de tela que guardaba una pulsera, y la carta. No apartó la vista de la caja hasta que la mujer la llevó a una habitación. No podía evitar pensar en lo feliz que su padre se pondría cuando recibiese el regalo que narraba los viajes que le comentó que no pudo hacer y que tanto deseaba que fuese su hijo quien lo hiciera. Su corazón volvió a encariñarse al recordar los monumentos históricos que visitó y al idear aquella experiencia junto a su padre. A pesar de ello, disfrutó de la estancia en aquellos pueblos de estrellas hasta que tenía que irse, sin mostrar ni una pizca de melancolía; simplemente, se despedía y ni se giraba para dar un último vistazo.

—¿Cuándo le llegará? —Le preguntó a la chica cuando volvió a la ventanilla.

—En cuarenta y ocho horas. Quizás menos —respondió.

—Vale. —Movió su cabeza con un gesto de aceptación—. Muchas gracias.

El joven salió de Correos y, casi como en una utopía, los acordeones y los violines lo acariciaron con dulces melodías al abrirse camino entre las transitadas calles de Maldre. A su paso, cafeterías se repetían en cada esquina; cada una con un ambiente distinto, aunque compartiendo el mismo aspecto arcaico. Los establecimientos tentaban al joven a entrar y a abrigarlos con la melodía de un piano. Era su tercer día en la ciudad. Y, en todo ese tiempo, aprovechó para disfrutar del entorno. Visitó las imponentes catedrales y se sumergió en las calles con las que compartía historias. Perderse por ellas fue casi un placer. Y, al observar los balcones decorados por preciosas flores que le daban la bienvenida, creyó no merecerse una vista tan magnífica. Alexander aún desconocía si cada ciudad abrazaba un aroma diferente y característico, o si era su pensamiento; pero lo único que sabía a ciencia cierta es que nunca había sentido un sentimiento tan similar al que Maldre le causaba. Quizás porque fue donde vivió su padre toda su vida o quizás por todos los recuerdos que tenía de su infancia. Pero, sin embargo, tenía que afirmar que la belleza que observó en otras ubicaciones era ridícula ante la que tenía en ese momento delante de sus ojos. Parecía la viva representación contemporánea del cielo.

· Numen · #PGP2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora