XV

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El tiempo es el mejor antagonista.

O el único, tal vez.

-Jorge Luis Borges.

***

El trabajador alzó su mirada al escuchar el tintineo de la entrada sonar

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El trabajador alzó su mirada al escuchar el tintineo de la entrada sonar. La presencia de la pareja de jóvenes captó su atención y, corriendo, fue al encuentro de ellos. A su paso, las flores murmuraron sobre aquella llegada mientras la observaban a escondidas.

–Buenas tardes –su saludo sonó con una voz suave. –¿Podría ayudar en algo?

El joven pianista sostuvo su chaqueta más fuerte sobre su pecho y, tras dar un paseo con sus ojos por la floristería, su suspiro hizo a Helena tomar la primera toma de contacto. Su corazón parecía no sentirse preparado todavía.

–Nos gustaría comprar un ramo de flores... –la yema de sus dedos caminó entre los pétalos que se encontraron en su paso. –Flores que escondan un significado único.

Aquel comentario causó estragos en el trabajador. Siempre habiéndole sido aquel oficio una elección rápida de flores a las que no se le encontraban sentido alguno, aquello provocó un cambio en su lenguaje corporal. Su postura tranquila se vio interrumpida brevemente por una rígida.

–Es una ocasión especial –Alexander rompió el silencio. –Tengo entendido que se regalan flores en ese entonces, ¿no es así?

–Eso es cierto. Después de todo, a todos nos gustan las flores –respondió el trabajador. –Pero para entregar las flores correctas se tiene que saber la situación dada. Por ejemplo, sería raro regalarle una rosa a un compañero de trabajo.

El joven Alexander se perdió en la agrupación de margaritas a su derecha. Y, mientras tanto, consideró aquella respuesta, buscando la idónea de vuelta.

–Es para un familiar. Se encuentra en un estado... podríamos decir grave –dejó caer su brazo a un lado de su costado en un intento de reprimir sus emociones. –Me gustaría mostrar mi cariño y mi afecto hacia su persona.

–Dalias, magnolias y orquídeas serían, entonces, nuestra preferencia.

Y, junto a aquella decisión, el joven trabajador comenzó a explicar el significado de aquellas flores mientras creaba, a su vez, un precioso ramo. La combinación entre ellas comunicaba lo necesario para aquel momento. Más, gracias a la participación de la joven Helena, Alexander se sintió más relajado; en paz. Alzó sus dedos hasta tocar los pétalos de aquella agrupación, queriendo sentir la suave textura que cantaban a los cuatro vientos. Sus ojos, entonces, se perdieron en ellos hasta que terminó de recorrerlos.

–El susurro de ellas me recuerda a él.

El corazón de Helena se encogió en un nudo de tercas emociones. Y el joven trabajador, tras haber tragado saliva con dificultad, terminó por envolver y asegurar el ramo con una cinta a su alrededor.

· Numen · #PGP2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora