20. Por el amor, todo

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Soundtrack:

"Sé por tus marcas
Cuanto has dejado
Para olvidar lo que hiciste
Sentir algo que nunca sentiste"

"Un lago en el cielo"— Gustavo Cerati, Argentina, 2006.

Madrid, España, 2019

 El terror era incapaz de apaciguarse entre Lisboa y el Profesor,  visionando la llegada de una venganza totalmente arrolladora para la banda, la familia, por la catástrofe hecha ojos de Emiliana. A pesar de ver a Palermo como un maniático y exagerado, en ese momento crucial en el que Matanza abandonó el Banco de Madrid, le dieron toda la razón. A él, a su irremediable odio hacia quien había nacido desde el mismo vientre, a su reclamo por la memoria de Berlín.

Miles de veces, el reloj de la vida de César Gandía había cumplido las veinticuatro horas en presencia de quien había sido su jefa y no había mejor tiempo que aquellos que al igual que una máquina industrial de los '40 que funcionaba a todo vapor, repetía una y otra vez la misma mercancía cargada de un asqueroso marketing capitalista. Dentro de su mente, abundaban los recuerdos en forma de un abismo tan profundo como la oscuridad de las pupilas inertes de la mujer de sus sueños. 
El amor de Gandía, era tan oscuro como el infierno al que él mismo la había condenado.

El actual jefe de seguridad del banco llevaba ya, un día entero atado de pies  y manos por la presunta sucesora fiel de la sanguinaria jefa y cerebro al mando. Tokio cumplía a la perfección su actuación al mando.

Sin dejar de estar alerta, como sentenciaba Estocolmo, aún en una gran desconfianza hacia la agente de la policía infiltrada en la banda, cada miembro reflexionaba que Matanza, era lo mejor que le había pasado a la banda. Indirectamente, ella lograba alejarlos del Profesor y esa unión consolidada que tenían con él.

"Divide y vencerás" reinaba en sus mentes, la poderosa potencia del triunfo bajo la violencia parecía ser una cólera contagiosa, tan eficaz que logró absorber todo el poder de Martín.

— Buenos días, princesita. ¿Cómo estás? Lamento la crueldad de mis compañeros, veo que han tomado un curso de torturas antes de atracarte.
— En esas horas inhumanas para Gandía, no había oído nada más que el ruido de la maravillosa fundición de oro que lo convertía en el tipo más inútil del mundo, su cuerpo estaba totalmente agotado, era imposible escapar de esas cadenas pero no se daría por vencido tan fácil. 

Alguien entraba a ese lugar lúgubre a romper con el silencio, lo hacía con una sonrisa que reflejaba la vida que aún guardaba dentro de sí. Palermo, no se había dado por vencido ante sus disparos, estaba en frente suyo, vivo.

— Te traje el desayuno, si bien es muy sano permanecer de cabeza, tenés que comer también. No quiero que se te baje la presión ¿Sabés, Gandhi?— reía el argentino ante sus ojos depredadores color celeste.
La columna entera se le erizó al verlo a los ojos, eran idénticos a esos que él había destruido para toda la vida, con tan solo jalar el gatillo de un arma que ni siquiera le pertenecía.

— Antes de darte de comer en la boca, te voy a explicar como son las cosas acá— decía desde la oscuridad, un rayo de luz le alumbraba la mirada, se oían los festejos de Ágata a través de algún pasillo y el festejo de sus compañeros. Todo era de color, su mandato había fracasado y alguien más se había adueñado de su poder. 

Desde su vuelta a la conciencia, Palermo notaba ese renacimiento increíble y cargado de esperanza de cada uno de sus compañeros.
Aquello parecía una realidad totalmente distinta a la que vio al cerrar los ojos ante los disparos del andaluz.
Nadie parecía prestarle atención, el Profesor estaba incomunicado y no podía hacerle un resumen pero tenía la extraña sensación de que sus ordenes, ya nadie las acataba o al menos eso le había gritado Tokio cuando le expresó su puesto al mando, gritándole en la cara de una manera violenta y sin sutileza.

𝓐𝐆𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐒𝐈𝐄𝐑𝐑𝐀Where stories live. Discover now