03. Matriarcado

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Madrid, España, 3 Años

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Madrid, España, 3 Años

— Sierra— habló Raquel viendo a través de las miles de prendas del shopping a la esposa de Alicia, alegre de verla. No porque sea esposa de la persona que se encargó de hacerle bullying toda la adolescencia y juventud, sino porque Emiliana, era agente y habían compartido varios operativos.
Pero a pesar de todos esos trabajos juntas, la argentina apenas sabía su nombre y la conoció por la pequeña Paula que corrió entre los pasillos del gran shopping a abrazarla.

— Hola, Emi— gritó la nena yendo a sus brazos.
La agente la recibió con dos besitos en la mejilla y una gran sonrisa. Alegre de verla pues habían compartido varias horas un día que Raquel la había llevado al trabajo.

— Hola...— Sierra entrecerró sus ojos sin recordar el nombre de la castaña.

— Raquel, Emiliana— recordó la inspectora un tanto molesta por el despiste.
Estuvieron conversando un rato hasta que Murillo quiso saber de qué se trataba el oso de peluche que llevaba la argentina bajo el brazo.
Emiliana le dio la noticia de que tendría un hijo con Alicia y Raquel asintió levemente, casi que rezando por ese pobre niño que tendría a la pelirroja como madre. Aún sí, se puso feliz por su compañera de trabajo.

Iban a seguir conversando pero a la argentina le sonó el celular y se volteó para hablar.

— ¿Vienes? Ya te extraño— habló Alicia a través de la línea, haciéndola sonreír.
— Traéme unas chucherías de las que sabes que me gusta, es que se han acabado. Ah y también una tortilla para cenar y acompañada de un helado de frutos del bosque. ¿Demasiados antojos?

[...]

— Cerrá bien los ojos, eh— gritaba Emiliana con una gran sonrisa desde la cocina mientras ultimaba el detalle de uno de los tantos regalos que le preparaba con todo el amor y dedicación del mundo a una Alicia embarazada, totalmente feliz y con su encanto por los dulces a flor de piel.

Aquellas escenas repletas de tanto amor parecían absolutamente irreales, eran normales y esos momentos de plena felicidad que todos alguna vez en la vida tenemos.
Nadie del CNI, ni de todo el mundo se esperaría de esas dos mujeres tan rudas, icónicas y comprometidas con el trabajo de pura acción en la policía española, viviesen semejante amor y momentos tan hermosos.

Cada día de la pareja era totalmente distinto y particularmente hermoso.
En la casa de las Sierra, siempre había sol y cobijo y hacía seis meses parecía rebalsar del amor más tierno que pudiera haber, el maternal.
Ambas habían decidido ser madres y esperaban a aquel niño que crecía todos los días un poco más en el vientre de la mayor. Así que a todo su inmueble y decoración, se le agregaba una centena de juguetes, pañales y ropa de todos los colores.

𝓐𝐆𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐒𝐈𝐄𝐑𝐑𝐀Where stories live. Discover now