Capítulo 1.

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21/09/2017

Jake.

Abro los ojos a causa de los rayos de sol que se cuelan por la ventana de mi pequeño apartamento, al instante se me viene a la mente lo ocurrido el día de ayer con unos clientes en la cafetería donde trabajo y río, me levanto para hacer mi rutina de las mañanas para ir de nuevo al trabajo. Me observo en el espejo y noto que mi cabello ya está muy largo y necesito cortarlo, miro el cambio que ha tenido mi cuerpo en los últimos 6 meses que llevo ejercitándome y no está nada mal, a mis 20 años de edad, mido 1.89 metros de estatura, tez blanca, cabello negro y una musculatura medianamente grande.

Terminada la rutina de la mañana, bajo a prepararme mi desayuno para poder ir a trabajar, observo mi celular para ver si tengo algún mensaje de mis padres o hermano, porque ellos viven en España, pero no hay nada, de lo que me percato es que son las 8:15 am y entro al trabajo a las 8:50 am «Maldición». Salgo corriendo al estacionamiento del apartamento donde vivo a buscar mi motocicleta, una Ducati Panigale V4 SP, es mi bebé, duré 12 meses reuniendo para comprarla y mis padres me ayudaron con una pequeña parte, enciendo mi moto y me enrumbo por las calles de Newark, Nueva Jersey hacia mi trabajo.

Aparco en el lugar correspondiente para los trabajadores de la cafetería y desde aquí puedo escuchar los gritos del señor Omar hacia un colega que al parecer se le cayó una jarra de jugo «Tan temprano y cagandola ya». Al bajarme de mi bebé, saco el celular para ver si hay algo nuevo y me encuentro con un nuevo grupo llamado Limones dulces donde solo están mis dos amigos Pablo y Fred que los conocí cuando estudiaba la preparatoria hace dos años, ambos viven aquí en Newark pero trabajan en distintos lugares, uno es bartender y el otro trabaja en una tienda de ropa.

Limones Dulces.

¿Qué carajos es esto?

(8:39 am)

Pablo.

¿Qué más? Pues un grupo, génio.

(8:39 am)

Fred.

Una manzana.

(8:39 am)

Casi muero de la risa, cabrones.

(8:39 am)

Fred.

Un grupo para hablar de cualquier cosa.

(8:40 am)

Pablo.

Claro, así nos cuentas de tus próximos ligues.

(8:40 am)

Jajaja, cabrones, debo irme, tengo que trabajar.

(8:41 am)

Bloqueo el celular y vuelvo a escuchar los gritos de mi jefe hacia otro empleado, camino hacia la cafetería notando que hay un nuevo cartel que tiene escrito con letras rojas "La comida es el paraíso" el nombre de la cafetería donde trabajo, llama la atención, de hecho, llama demasiado la atención, abro la puerta llamando la atención de las 2 personas que están dentro.

―Buenos días ―digo con mi voz gruesa y resaltando los modales que mis

padres me enseñaron.

―Buenos días, Jaki ―me responde Ana, hija del señor Omar.

La chica de la cafetería.Onde as histórias ganham vida. Descobre agora