Búnquer

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Suspendida en el aire. balanceandose consiguió sujetarse con una mano a sus tobillos, con la otra urgó en su espalda a la altura de sus riñones.

- ¿Dónde narices? - Refunfuñó hasta que sus entumecidos dedos por estar boca abajo lograron encontrar un bulto. Saco de entre las costuras una ganzua... - Si me lo llegan a clavar habría dolido mucho - Al hablar noto como se tensaban los cortes de la cara - Quizá me he dejado demasiado.

En la posición más incómoda en la que jamás habia estado. Haciendo una fuerza de mil demonios con sus abdominales para mantener la posición urgó con la ganzua en sus ataduras.

Notó como el último click reverberaba en sus dedos antes de clavarse cada una de las piedras en la espalda.

- AAyyyy - Se retorcía como buenamente podía con un quejido - Al menos queda comprobado que el traje funciona - Quejándose se dió la vuelta para poder levantarse.

Poco a poco se levantó, tocándose la espalda con dolor.

¿Como los humanos podian aguantar ese dolor? No era nada comparado con la Kriptonita pero... era un dolor distinto.

Escuchó un lamento lejos, echaba de menos sus poderes pero era necesario para acabar con el reinado del terror de Lex Luthor. Vengar a su primo. Volver junto a Lena.

- Vamos alla - Con una posición medio encorvada, camino hacia el hueco que parecía una puerta.

A medida que caminaba y sus musculos se iban calentando y le permitian enderezarse.

Contuvo un gemido de dolor al lograr enderezarse del todo.

- ¿Como narices salgo de aquí ahora? - Se tocó el oído izquierdo - ¿Donde demonios estas?

- Entrando, esto es un laberinto, ese Luthor hace bien los bunquers.

- Deja de alagarle y encuéntrame. - Se solto el intercomunicador. Había llegado a una zona con algunas habitaciones acristladas, otras con aujeros en la piedra con barrotes a modo de celdas.

A lo lejos vio dos brazos que salían de distintas celdas y tenian las manos entrelazadas.

Vio una mesa con un registro de entradas y salidas, hizo un rollo y lo coloco en su bota como pudo, había visto algo más tentativo. Llaves.

Las cogió y caminó lo más rapido que le permitía su espalda dolorida.

Se paralizó. Ante sus ojos estaba ella, el amor de su vida, apollada en la pared, respirando a duras penas, con moraduras y restos de sangre por todas partes. Temblorosamente logró meter la llave en la cerradura.

- ¿Quién es?¡Dejarla en paz! - La chica de la otra celda había soltado a Lena y estaba zarandeando los barrotes. - Cogedme a mí, ¡dejadla! está muriendo.

Se avalanzó sobre el cuerpo de Lena, apartandole el pelo de la cara.

- Kara - Sururro muy bajito Lena.

-Aqui estoy amor, ya he vuelto, y no dejaré que te vuelvas a ir, por favor quedate esta vez. - Pensó mientras comprobaba sus signos vitales. Estaba muy débil,entre la vida y la muerte. - Aguanta.

Se alejó de ella para echar un ojo en la otra celda, para ver el estado de la chica.

Apreto un boton que tenía en el borde del traje, a la altura del cuello. Ahí tenía el modificador de voz.

- ¿Quién eres? - Preguntó a la joven.

- Nia Nal ¿Y tu? - Le preguntó

- Zor-El - Dijo sin pensar, no habia caido en su nombre, de momento convenía mantener su identidad en secreto. Algo la distrajo - Esas esposas, ¿Quien te las ha puesto?

- Su ejército, un soldado. Mataron a mi familia. Y luego me cogieron a mí.

- Acércate - Miro la argolla enorme donde colgaban las llaves. Si sus sospechas eran ciertas - No puede ser - Ahí estaba esa llave, con un tenue brillo verde de la luz reflejada de la antorcha de la pared. - Kriptonita - Menos mal que llevaba su traje nuevo.

Abrió la cerradura de las esposas de la joven.

- Hacía años que no veía este tipo de esposas - Saco la llave de la argolla y se la cuardo en el hueco de la ganzua, y ató las esposas a su cinturón.

Con otra de las llaves abrió la celda.

- Salgamos de aquí - Rapidamente cogió a Lena entre sus brazos. - Sigueme Nia Nal.

Te volveré a encontrarWhere stories live. Discover now