Capítulo 14: ¡A reunir a las musas!

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Ya hacía treinta minutos que Paul Hanbridge, conde de Hanbridge, había llegado a la academia Appleton. Desde la oficina de Blackwell se podía detallar cómo el sol entraba por los ventanales, mientras esos dos hombres estaban a la espera de las brujas que no demoraban en llegar. Blackwell en su escritorio y Paul sentado en la silla que tenía enfrente, el ambiente les recordaba a cuando les llegó la noticia de aquel misil que iba a estrellarse en el país vecino. Aquella inquietud y pesadez de aquel día estaba presente, pero ya no se trataba de un misil.

—¿Estás seguro que es lo correcto aceptar la ayuda de esas brujas así como así? —preguntó el ministro de defensa.

—Tengo mis dudas... Pero es la mejor carta que tenemos. El año pasado no pudimos hacer más que apoyarlas moralmente. Creo que puede haber un poder en la magia que, si sabemos apreciar bien, podría ser de mucha ayuda.

—¿Eres Paul Hambridge? Porque siento que estoy hablando con un impostor.

—¿Disculpa?

—Desde que lo del misil pasó, has pasado a ser muy condescendiente con las brujas ¿Acaso te acobardó lo que sucedió?

—Claro que no, pero aún así me hizo dar cuenta del poder... Que puede tener la magia —dijo el padre de Andrew, mientras a su mente llegaban las imágenes de cómo aquella chica de cabellos castaños y la joven Cavendish hicieron uso de su magia para acabar con la amenaza, siendo expectadas por todos. Así, recordaba el alivio que sintió, y el brillo en los ojos de Andrew al ver que aquellas chicas lo habían logrado—. Además, le prometí a mi hijo que tendría una mente más abierta a este tema.

—¡No te me pongas sentimental! —respondió Blackwell en el momento—. Eso era distinto, era un misil, esto es una bruja. Ya cazabamos brujas en el pasado, a la gente no le era tan difícil atraparlas y meterlas a la hoguera.

—¡Esto es distinto!

—¿En qué punto es distinto? —preguntó Blackwell mirando fijamente al conde. No quiso seguir discutiendo, solo bajó la mirada, y un pequeño comentario se le escapó—. Tantos dragones que hemos cazado, y nos dejamos atemorizar por una bruja.

En ese momento, unos golpes llegaron de la puerta de la entrada a la oficina. Al aviso de Blackwell indicando que podían pasar, la puerta se abrió, entrando Kotori, Chariot y Tsubasa en aquella sala. Tanto el conde como el ministro se levantaron de sus asientos para recibir a las recién llegadas.

—Es un gusto poder conocerlas en persona —dijo Paul para saludar de manos a las tres mujeres.

—El placer es nuestro, señor Conde —dijo Kotori con su suave voz.

—Bueno, ya quitando las formalidades —comenzó a hablar Blackwell—, sabemos que reunirá a seis brujas más ¿No?

—Correcto —comenzó a explicar Chariot—. Kotori y Tsubasa irán en su búsqueda saliendo esta noche, mientras que yo me quedaré para capacitar a nuestra estudiante para el plan.

—...Aún pongo en duda el que le dejemos la responsabilidad de la victoria a una niña.

—Tampoco nos apasiona la idea, señor Hambridge —dijo Tsubasa—, pero es lo mejor que tenemos.

—Si es así, creo que no hay nada más que discutir.

—Señor ministro, y las estudiantes.

—No se preocupe por eso, señorita Chariot —respondió el conde—. El ministro Blackwell y yo nos comprometemos a colaborar con las maestras para su cuidado. Trataremos de enviar a todas a sus hogares y quienes no, les daremos asilo aquí.

Con esta respuesta, las tres mujeres comenzaron a respirar tranquilas.

...

La Luz de la Magia Vol.1: Sombras de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora