Capítulo 47 - ¿Sabes? Esto me trae buenos recuedos.

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-¿Estás segura?

Addison asintió, mirando de reojo el arma que su amiga había dejado sobre el escritorio.

-Toretto se ha quedado con le bala de su arma. Una PSM no es una pistola cualquiera, y aquí en Reino Unido es fácil rastrear a sus vendedores. -concluyó con tranquilidad. -En especial si tenemos en cuenta que son una pandilla de criminales y un ex policía. Darán con ellos fácilmente.

-¿Qué planeas hacer?- preguntó Teddy entrando al área, sus nudillos al rojo vivo a causa del entrenamiento.

La castaña no desvió la vista de su jefe. -Iré al lugar, esperaré a que alguno de ellos aparezcan, y veré que puedo averiguar. Con un poco de suerte y me desharé de alguno.

Shaw asintió con lentitud en su dirección, satisfecho por su osadía y lealtad que ella mostraba.

-Iré contigo.

Antes de que Manson pudiera caminar hasta ella, Owen lo detuvo con un simple movimiento de manos. -De hecho, necesitaré tu ayuda aquí en el complejo. Y creo que Addison podrá sola.

Toretto sabía que aquello era una simple mentira. Shaw la estaba poniendo a prueba, él siempre hacía eso. Quería saber que era lo que ella hacía cuando ese grupo de criminales le dijeran que eran familia. Necesitaba asegurarse su lealtad, y Addison la demostraría sin problema alguno.

Con cierto alivio de no tener a Teddy pisando sus talones, la castaña subió a su carro con cierta emoción y salió del viejo edificio en dirección a "Casa de empeño", la conocida tienda ilegal de armas.
















~§~

















-¡No lo sé!

Dominic volvió a golpear el rostro de aquel hombre contra el vidrio blindado, mostrándole a escasos centímetros la bala que había retirado de su abdomen. -Échale otro ojo.

-Hace una semana, -comenzó con desesperación. -dos chicas compraron armas, municiones, todo.

Toretto lo observó con atención. -¿Dos chicas? ¿Y como eran?

Detrás suyo, Brian caminó hasta él al oír que Letty no había ido sola, sino que probablemente Addison también hubiese frecuentado ese lugar.

-Morenas, cabello negro, americanas, una muy coqueta, la otra muy ruda. Dicen que corren autos. -explicó con rapidez, su noto más agudo por el dolor y el miedo.

Claro que eran ellas.

-¿Dónde las encontramos? -preguntó el rubio.

El tipo lo miró mal. -Qué se yo. ¿Te parezco un corredor?

Con último golpe, Dominic dejó al hombre inconsciente detrás del mostrador. -No, no lo eres.

Habiendo obtenido la información que querían, ambos salieron del local con total tranquilidad, como si nada hubiese pasado. Al cerrar la puerta, Brian dio vuelta el letrero de la puerta, dando el aviso de que el lugar estaba cerrado.

-Lindo día.

Con una pequeña sonrisa de satisfacción, Brian caminó tras su compañero en dirección al auto en el que habían venido. No obstante, antes de subir al vehículo, pudo sentir algo quemando sobre él. Observó disimuladamente a su alrededor, notando que no había nadie en el solitario callejón.

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