III

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Yo sabía que sea lo que sea iba a ser una mala idea, lo supe desde el primer momento, no había forma de que esto salga bien. —¡Tiñamos tu cabello!— propuso Lujan emocionada, me negué mil veces, hasta que Luna, luego de analizarlo, me alentó —Un cambio va a darte más confianza en vos misma, es lo que necesitas— para mí, el corte de cabello era demasiado, la idea de cambiarle el color era una locura. Luna tenía una tintura de su tía que si era peluquera, no como Lujan. Prepararon unas toallas, en unos "noseque" de plástico colocaron el tinte y poco a poco fui abandonando mi preciado castaño.

Y así termino mi domingo, mi cabello estaba en manos de dos extrañas, una chica que no sabía nada de peluquería y otra que aunque sea era sobrina de una peluquera, pero que también era una de las sospechosas de haberlo arruinado.

Secaron y plancharon mi pelo, cuando me pare frente al espejo ya no era castaña, mi pelo era de un color rojo apasionado, definitivamente era el mejor cambio que me habían hecho en mi vida -también era el primero- pero sentía que mis gafas no pegaban con mi nueva onda, de todos modos estaban rotas, ya no me servían. Me coloqué mis lentes de contacto, hace años que no los usaba. 

—¿Cómo me veo?— pregunté contenta 

Ambas chicas me habían adulado de pies a cabeza, y todo esto iba a verse aún mejor con el uniforme mañana en el primer día de clases, la pollera y la remera roja eran mil veces mejor que todo lo que había en mi armario. Luna iba a prestarme su maquillaje, hasta se había ofrecido a maquillarme ella misma.

Pero nada me parecía suficiente, necesitaba seguir con los cambios, necesitaba parecer otra persona, necesitaba llegar mañana al aula y que nadie sepa quien soy —Esto va a doler Marizza ¿vos estas segura?— había preguntado Luna por tercera vez, pero yo estaba súper decidida, me iba a perforar las orejas.

Sky había muerto en la playa de España, Marizza Rey acababa de morir junto a ella. Marizza Pía Spirito iba a encargarse de lo que las otras dos versiones no pudieron, esta iba a ser la mejor versión de mí. Las cosas a partir de ahora iban a cambiar en esta escuela, estaba segura.

Al día siguiente me desperté siendo una persona completamente distinta, me desperté una hora antes para prepararme, ni siquiera fui a desayunar, quería sorprender a todos mis compañeros cuando entremos a clases. Luna y Lujan bajaron cuando la clase empezó, yo baje cinco minutos después.

 Mi estomago rugía de los nervios, mis piernas temblaban y mi corazón latía a mil por hora. Los nervios se apoderaban de mi cuerpo, y yo no podía quedarme quiera. 

Me pare frente a la puerta del salón, el aula estaba en silencio y el profesor ya estaba ahí. Pude distinguir algunos rostros desde la ventana, pero aún nadie me había visto. En ese momento sentí que mi oufitt escolar no era suficiente, por lo que hice un nudo en mi remera roja, quedando a la altura de mi ombligo, le hice un dobladillo a las mangas por lo que ahora parecía una musculosa, ahora si. Era momento de entrar.

Planee cada detalle, desde mi maquillaje hasta el color de mis uñas y los anillos que traía en mis dedos. Lo que no planee fue mi entrada, decidí la mejor opción sobre la marcha —¿Cómo entraría Pía?— me pregunté a mi misma

La respuesta vino sola, patee la puerta haciendo que se abra de golpe, llamando la atención de absolutamente todos, los mire de reojo y estaban asombrados. Algunos chiflaron o me halagaron, otros murmuraban entre sí.  —¡Mi amor, lo que sos!— gritó un chico, ni siquiera sabía quien era —¡Mamita!— exclamó otro —¡Bombona!—

—Alumna ¿esta le parece manera de entrar?— me regañó el profesor— tiene media falta—

—Lo supuse— sonreí y comencé a caminar hasta el asiento detrás de Lujan, moví mis caderas con sensualidad y mire a cada uno de ellos mientras me dirigí a mi nuevo lugar

The actingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora