10. Problemas

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Atsushi tenía varios problemas, y todos se resolverían si no hubiera olvidado que le prometió a Dazai y Kunikida ir a comprar la despensa el mismo día en el que salió con Akutagawa.

Tenía 58 llamadas perdidas del rubio y más de 200 mensajes del suicida.
Parecía que lo hacían por molestar, pero no, cada mensaje y buzón de voz era preguntando si estaba bien, con quien estaba, donde podían verse, entre otras.

Se sintió muy culpable, pero decidió usar como excusa que se le había olvidado el móvil en casa. Aún así el siguiente lunes apenas poner un pie en la Agencia, le llovieron preguntas, regaños, y trabajos extra como castigo.

No era su culpa ser tan "descuidado" estaba con el mafioso en una cita, era más que obvio dejar su celular en silencio para no tener interrupciones, aunque si se sintió idiota por olvidar las compras de ese sábado.

Y a pesar de que nadie siguió preguntando con respecto al tema, siempre hay algún entrometido. Dazai en este caso...

- ¿Sabes lo que sufrí por los regaños de Kunikida-kun? Casi me mata cuando puse los congelados con los enlatados... ¡Eso ni siquiera tiene sentido!- Reclamó ofendido

- De verdad lo siento Dazai-san, prometo que no volverá a pasar...- Contestó decaído por fallarle a sus compañeros

- Relajate mocoso, últimamente estas con la cabeza en las nubes, ¡pero sigo sin ver normal que regreses tan tarde a tu casa!

- Me distraigo fácil en el parque con Ak-... con los animales...

- ¿¡Cómo puedes pasar tanto tiempo afuera cuando tienes tantos papeles en blanco aquí adentro!?- Siguió regañando

- Regresas muy tarde... y el sábado dejaste una nota en vez de decirmelo directamente- Se quejó Kyouka esta vez

- Te escapaste de la misión del jueves sin avisarnos y no volviste en todo el dia Atsushi- Continuaron los hermanos Tanizaki

El albino no reaccionó a nada de lo dicho, sólo pensaba en la razón de todo lo que hizo, Akutagawa se hacía llamar.

- ¿Atsushi-kun?- Dazai paso una mano varias veces por su cara

Tocó sus labios ligeramente con la yema de los dedos, recordando la manera tan romántica en la que se despidió de mafioso. Se sonrojó de sólo pensar en que sucedería si el beso hubiera sido en los labios.

- ¡At-su-shi-kun~!- Cantó el vendado

- ¿Eh? ¿Qué pasa?- Contestó desubicado

- ¡Llevas diez minutos sin reaccionar!- Reclamó dejándose caer en la mesa y evitando un golpe de Kunikida por estar de flojo

- A-ah... perdón- Dijo regresando en si mismo

Ranpo sólo vigilaba de lejitos, comiendo golosinas y sin quitarle la mirada de encima, hasta que Atsushi se dio cuenta y le sonrió travieso, haciendo que este desviara la mirada sonrojado.

"Carajo, carajo, carajo" se repetía mentalmente. ¿¡Cómo se le pudo pasar por alto Ranpo!? Estaba jodido, completamente jodido. Alguien de la Agencia tenía que comprarlo con dulces tarde o temprano y todo su esfuerzo por ocultar sus salidas se iría a la basura.

Menos mal el presidente estaba de vacaciones, de todo lo contrario, él sería el primero en sobornar a Ranpo.

Terminó su turno de trabajo y salió derechito con la señora Elena, su consejera de confianza, además de preparar una de las mejores recetas de chazuke que había probado en su vida.

Apenas llegó se desplomó en la barra de madera. Como si se tratara de magia, la ancianita bajo por las escaleras de espiral.

- ¡Atsushi cariño! ¿qué te trae por aquí a estas horas?- Preguntó alegre

- Creo que necesito ayuda Elena-san...- Respondió algo angustiado y dejando la cantidad de dinero para el tazón de chazuke en la mesa

La señora Elena tenía la maravillosa habilidad de darle consejos emocionales que le funcionarán, a sus 40 y tantos ya había vivido mucho más tiempo que él, ya sabía de casos parecidos al suyo, sabía que ir con ella cada que tuviera un problema siempre era buena idea.

- Ay niño, niño, niño... ¿por qué no te despediste bien?- Reclamó entre risas

- No me siento preparado, seguramente me hubiera atravesado con su habilidad...

- ¡Pero te llevo a la feria!- Tomó un cucharón de madera - ¡Te llevo a tu casa cargando!- Se acercó con el utensilio en mano- ¿¡Y te haces el necio!?-

Golpeó al chico en la cabeza con su arma mortal y después se dio la vuelta para seguir cocinando.

- Lo sé, lo sé, ¡pero aún no lo proceso!- Dijo sobando la zona del golpe

- Mira mi niño... el amor es algo incomprensible, cualquiera puede llegar a nuestra vida para iluminarla, desde el momento en el que deseas pasar todo el dia con él, desde el momento en el que te gustaría ser algo más que un amigo para esa persona... ahí es cuando te das cuenta de que lo tuyo es amor...

Sus palabras hicieron que por fin Atsushi abriera los ojos, literalmente los abrió por la sorpresa.

- Gracias Elena-san, creo que ya lo acepte- Murmuró luego de relajar sus facciones y sonriendo ligeramente

- ¡Así se habla muchacho!- Celebró con emoción- Ahora ve y dilo en su cara

- Dije que lo aceptaba, no que estaba listo

- ¡Pero casi!- Volvió a celebrar

Después de comer y festejar con Elena, regreso a casa con sus sentimientos ya aceptados. "Me gusta Akutagawa" repetía internamente hasta llegar a su casa.

Abrió la puerta rezando por que Kyouka no estuviera y quitó sus zapatos dejándolos en la entrada, suspiró aliviado al no ver a la pequeña y se tiró en el tufón.

Tomó una almohada y la puso sobre su cara abrazandola con fuerza.

- ¡Me gusta Akutagawa, me gusta mucho!

Gritó lo mismo dentro del armario otras veinte veces, hasta caer en cuenta de sus acciones. Estaba así por un mafioso, estaba así por la persona que le arranco una pierna en su primer encuentro... pero, también estaba así por la persona que lo ayudó a superar la muerte del director, también estaba así por la persona que lo llevo a la feria.

Estaba así, por la persona que amaba.

Estaba así, por la persona que amaba

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¡Gracias por leer!

Together // Shin SoukokuWhere stories live. Discover now