Capítulo 4

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El padre de Alyssa era un hombre que le daba mucha importancia a la pureza de sangre. Creía que por provenir de una familia mágica de larga tradición, estaba muy por encima de casi todo el mundo. Creía que los nacidos de muggles no tenían derecho a la magia ni a hacer parte del mundo mágico, e intentaba implantar esas ideologías en la mente de sus hijos. Casi lo había logrado con Eduardus, que en cuanto se enteraba de que alguien era un sangre sucia, no le dirigía la palabra. Pero le preocupaba Alyssa, que había vivido todos esos años rodeada de muggles. Él los despreciaba abiertamente y temía que ella, por estar acostumbrada a tratar con ellos, los viera como iguales o se involucrara con algún sangre sucia que conociera. Sus temores se aplacaron un poco cuando recibió la noticia de que ella había quedado en Slytherin, pues sabía que en esa casa no había ningún nacido de muggles, y eso reducía las posibilidades de que ella tuviera trato con ese tipo de gente. Pero aún así, quedaban los de sangre mestiza, y esos tampoco le agradaban demasiado.

Esperó unos días y fue a comprarle algún regalo a su hija. Al final, se decidió por un anillo en forma de serpiente, lo guardó en una pequeña caja y se lo envió junto con una carta. Alyssa estaba desayunando en el gran comedor, cuando recibió la carta y el anillo. Se puso el anillo, que le quedó perfecto, y se dispuso a leer lo que había escrito su padre.

«Alyssa,

Me da mucho gusto saber que quedaste en Slytherin, pues como sabes, todos los Rosier hemos estado en esa casa por siglos. Como te he dicho muchas veces desde que regresaste a nuestro lado: debes tener siempre muy presente que en el mundo mágico, como en todo, hay niveles. No es lo mismo un mago que haga parte de una familia mágica, que uno nacido de muggles. Sé que pasaste muchos años entre muggles, pero no quiero que pienses, ni por un momento, que ellos son iguales a nosotros, porque eso no es así. Si hay algo de lo que nuestra familia debe estar orgullosa, es de haber mantenido su sangre pura y no tener ningún tipo de relación con muggles. Debes ser consciente de la gran obligación que tienes de mantener bien en alto el apellido Rosier, debes demostrar que eres digna de llevarlo. Tu madre y yo nunca dejamos de buscarte, porque teníamos la esperanza de encontrarte, y ahora que estás de nuevo a nuestro lado, esperamos que no haya motivo de desacuerdo entre nosotros, y que, por el contrario, nos hagas sentirnos muy orgullosos de ti.»

Alyssa enrrolló la carta y se quedó pensando en las palabras de su padre. Sentía como si le hubiera puesto un peso enorme sobre los hombros. Su hermano apareció en el gran comedor, y se sentó junto a ella.

—¿Todo bien, Aly? —preguntó mientras se servía dos huevos fritos y varios trozos de tocino.

Ella asintió.

—Mira —dijo, y le mostró el anillo que brillaba en su mano derecha.

Eduardus sonrió.

—¡Vaya! ¿Te lo envió padre? —preguntó.

—Sí, con una carta.

Se dispuso a comer y solo después de un rato, volvió a hablar.

—¿Vas a acompañarme? —preguntó.

—¿A dónde?

—Hay vacantes para dos cazadores en el equipo de quidditch y yo quiero entrar.

Alyssa no recordaba casi nada sobre el quidditch, pero su hermano parecía muy interesado en hacer parte del equipo.

—Está bien, yo te acompaño —accedió.

—¿A dónde? —preguntó Cadie, que acaba de llegar.

—Es que quiero entrar en el equipo de quidditch y hoy son las pruebas de selección. ¿Quieres venir tú también? —le respondió Eduardus.

—Me encantaría.

Alyssa se daba cuenta de la gran simpatía que había entre su hermano y Cadie. Ellos comenzaron a hablar sobre quidditch y ella dejó de prestarles atención para buscar a Tom, que no había ido todavía a desayunar. De repente entró en el gran comedor con un par de libros y se sentó frente a ella.

—Buenos días —saludó.

—Hola, Tom —dijo ella.

Eduardus y Cadie interrumpieron momentáneamente su conversación para saludarlo brevemente, y luego la retomaron.

—¿Y esos libros? —preguntó Alyssa, recordando de repente que no había terminado su desayuno.

—Los saqué de la biblioteca —respondió él—. Son para la redacción de historia de la magia que tenemos que hacer.

Alissa asintió, y poco después, se levantó para ir a acompañar a su hermano a las pruebas de selección.

—¿A dónde vas? —preguntó Tom, levantándose también.

—A acompañar a Ed al campo de quidditch. ¿Quieres venir? —le respondió Alyssa.

Tom asintió y se fueron para el campo de quidditch. Al final resultó que había varios interesados en entrar al equipo, así que se tardaron un buen rato en poder elegir a los dos mejores para ocupar las vacantes. Eduardus tenía grandes habilidades para el quidditch, Alyssa lo observaba atentamente mientras presentaba la prueba. Sentía un gran cariño por él, y esperaba que pudiera cumplir ese sueño de entrar en el equipo. Finalmente lo seleccionaron, pero le pidieron que se quedara a entrenar una hora con el resto del equipo, así que fue corriendo a donde estaba Alyssa y le dio un fuerte abrazo.

—¡Lo logré! —exclamó.

—Felicidades —le respondió ella.

En cuanto se apartó, Cadie se acercó y le dio también un abrazo. Después de eso, regresaron al castillo, y entraron en la sala común de Slytherin. Cadie se disculpó y se fue hacia su habitación, pero Alyssa iba a quedarse con Tom, pues siempre hacían los trabajos que les dejaban, juntos. Abraxas Malfoy entró en la sala común y, como hacía siempre que veía a Alyssa, fue casi corriendo a saludarla.

—¡Hola! —exclamó, y puso una sonrisa radiante.

—Hola —le respondió ella, con amabilidad, pero mucho menos efusiva. Abraxas le agradaba, y a veces hablaba con él, pero no lo consideraba tan amigo en realidad.

Él buscó en sus bolsillos y sacó una rana de chocolate.

—Es para ti.

Alyssa sonrió, y la recibió.

—Gracias.

—De nada.

Abraxas sonrió una vez más y se fue en dirección a los dormitorios. Alyssa se sentó en una mesa con Tom, pero notó que parecía un poco disgustado.

—¿Pasa algo? —le preguntó.

—Nada —respondió él, y tomó la pluma para comenzar a escribir algo en un pergamino.

Alyssa se encogió de hombros y se dispuso a escribir también. Pensaba en Abraxas y lo amable que era siempre con ella, era imposible que sospechara la cantidad de problemas que podría causarle más adelante.

𝙾𝚜𝚌𝚞𝚛𝚊 𝚊𝚍𝚒𝚌𝚌𝚒𝚘́𝚗 || 𝚃𝚘𝚖 𝚁𝚒𝚍𝚍𝚕𝚎Where stories live. Discover now