Capítulo 25

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Y Abraxas terminó en la enfermería con graves consecuencias de la maldición que le había lanzado Tom. Tan pronto se sintió capaz de hablar, le dijo al director que Tom lo había atacado injustificadamente. Pero Armando Dippet tenía a Tom en muy buen concepto, era el mejor alumno del colegio, había sacado las notas más altas en las TIMO, además de que era prefecto y candidato al premio anual. No lo creía capaz de atacar tan sádicamente a uno de sus compañeros, porque siempre se mostraba amable y cordial con todos los profesores. Además, se llevaba bien con sus demás compañeros y nunca había había problemas con nadie. No tenía motivos para creer en la palabra de Abraxas, pero para que sus padres no dijeran nada más, se comprometió a investigar minuciosamente lo sucedido.

—Necesito hablar con Riddle y con la señorita Rosier —le dijo a Cadie cuando se la encontró y recordó que eran compañeros—, dígales que vengan a mi oficina.

—Sí señor —respondió ella, preguntándose qué habría sucedido. Mientras iba a buscar a Tom y Alyssa, recordó lo sucedido con Abraxas, que ya todo el colegio sabía, y llegó a la conclusión de que era algo relacionado con eso.

Los encontró en la sala común de Slytherin, sentados en uno de los sillones.

—¿Enviaste la carta? —preguntó Alyssa al verla llegar, pues estaba enviándole una carta diaria a Eduardus.

Cadie asintió y miró a su alrededor para comprobar que no había nadie lo suficientemente cerca como para oírla.

—Dippet los mandó llamar a ambos —dijo en voz baja. Ellos intercambiaron una mirada confusa.

—Debe ser por lo de Abraxas —dijo Tom.

Alyssa asintió, y los dos se levantaron para ir a la oficina del director. Ella nunca había entrado, pero Tom sí había estado allí en un par de ocasiones. El director se paseaba por la oficina, hablando con los retratos que se movían en sus marcos y le hablaban todos al mismo tiempo. Cuando llamaron a la puerta, les dijo que podían pasar y se sentó tras el escritorio.

—Señor Riddle, señorita Rosier —dijo a modo de saludo.

—Señor —dijeron ellos al mismo tiempo.

—Ya deben saber que los mandé llamar por lo sucedido con el señor Malfoy —los dos asintieron—. Yo personalmente no creo que sus acusaciones sean verdaderas, pero sus padres han insistido mucho en que está diciendo la verdad, y yo me comprometí a encontrar al responsable.

—Si me permite, señor —dijo Alyssa, que sabía muy bien que Tom sí había atacado a Abraxas, pero no iba a decirlo, pues ella misma hubiera hecho lo mismo de tener oportunidad, porque estaba odiando mucho a Abraxas por las cosas que había hecho y dicho—, tenemos testigos de que Tom estaba en la sala común en el momento en el que a Abraxas le pasó lo que le pasó.

Dippet asintió, estudiando con atención la expresión en el rostro de Alyssa. Ella parecía muy convencida de lo que estaba diciendo.

—Entonces tendré que llamar también a la señorita Bulstrode, y puede que también a Avery y Lestrange.

Los dos últimos eran también compañeros de Alyssa y Tom. Como compartía habitación con ellos, Tom los tenía de su lado y ellos lo consideraban su amigo, así que no dudarían en sostener frente a quien fuera que Tom no había estado ni cerca de Abraxas la noche en que lo habían atacado.

Primero llamó a Cadie, que entró despacio en la oficina, mirando a su alrededor.

—¿Me mandó a llamar, señor? —preguntó.

El director asintió.

—Señorita Bulstrode, la señorita Rosier dice que usted puede decirnos dónde estaba Riddle cuando sucedió lo del señor Malfoy.

Cadie consideraba a Tom su amigo, y Alyssa era su mejor amiga, así que se preparó para mentir. Miró al director a los ojos y asintió.

—Él estaba en la sala común de Slytherin, con Alyssa y conmigo.

Dippet le creía, pues le pareció que decía la verdad, y de igual manera se resistía a pensar en que Tom hubiera hecho una cosa de esas.

—Muy bien —dijo después de un rato de silencio—, me parece que el señor Malfoy está mintiendo.

—Completamente, señor —dijo Tom—, hemos tenido algunos desacuerdos últimamente, y lo que ha dicho ha sido solo para causarme problemas.

El director asintió.

—Ya se pueden retirar —dijo.

Los tres salieron de la oficina y regresaron a la sala común de Slytherin.

—No puedo creer que Abraxas haya hablado con Dippet —dijo Cadie, en cuanto entraron y se sentaron en una mesa.

—Era de esperarse —dijo Alyssa—, ya sabemos cómo es.

Miró a Tom, que estaba un poco distraído, y estiró la mano para ponerla sobre la de él. Ella sabía que si se descubría que le había echado una maldición imperdonable a Abraxas, se vería en problemas serios con el ministerio, por eso estaba dispuesta a encubrirlo, a decir todas las mentiras que hicieran falta para que no descubrieran que había sido él. Además, creía que Abraxas se merecía de sobra eso y más. No le perdonaba y jamás le perdonaría lo que había hecho, pero creía que con suerte, aquello serviría para que de una vez por todas, la dejara en paz. Pero Abraxas estaba mucho más obsesionado de lo que todos creían, y cuando había dicho que la tendría a cualquier precio, no estaba lanzado una amenaza vacía.

Tom le dio la vuelta a su mano para entrelazar sus dedos con los de Alyssa, y le regaló una pequeña sonrisa. Ella había mentido por él, y eso lo interpretaba como una profusa demostración del amor que le tenía. Se acercó despacio y la besó, queriendo decirle de esa manera todo eso que no sabía decir con palabras.

𝙾𝚜𝚌𝚞𝚛𝚊 𝚊𝚍𝚒𝚌𝚌𝚒𝚘́𝚗 || 𝚃𝚘𝚖 𝚁𝚒𝚍𝚍𝚕𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora