Capítulo 41

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Tom se llevó a Alyssa a Londres, y tan pronto entraron en su casa, ella pensó en hablarle muy seriamente sobre lo que le había dicho Abraxas. Necesitaba saber si era cierto que Tom le había ocultado algo tan importante como eso.

—Ahora sería un buen momento para que me dijeras si es cierto eso de que quieres el poder y planeas ser ministro de magia —le dijo, yendo directamente al grano.

Él se sorprendió, y la miró como preguntándole de dónde había sacado eso. Ella por su parte, solo deseaba que fuera otra de las mentiras de Abraxas, pero comenzaba a creer, por la expresión de Tom, que esa vez no había mentido. Él comprendió que no tenía sentido mentirle ni seguir ocultándole la verdad.

—Es cierto —fue todo lo que dijo.

Ella no ocultó su decepción, ni el dolor que sentía al ver que la persona que más quería en el mundo, y una de las más importantes en su vida, no confiaba en ella.

—Es increíble que todo el mundo sepa de esto, menos yo.

—Eso no es verdad, hay una razón por la que quise mantenerte alejada de todo esto.

Ella pasaba de estar decepcionada a estar furiosa.

—Es que no tienes ni un poco de confianza en mí, ni siquiera me hablas de tus planes.

—Lo que tú no entiendes es que no quiero involucrarte en eso porque es demasiado peligroso, y si te pasara algo sería mi culpa. Sabes que el camino al poder es difícil, está lleno de enemigos que creerán que lo merecen más que yo, y buscarán sacarme del camino como sea.

Aquella explicación no le parecía en absoluto convincente.

—No es eso —dijo—, lo que pasa es que me crees incapaz y subestimas mi poder. Yo puedo defenderme sola sin problema, ¿sabes?

Él comenzaba a exasperarse también. A pesar de que no estaban levantando considerablemente la voz, era como si estuvieran discutiendo. En todos esos años, jamás habían tenido ninguna pelea.

—Yo sé mejor que nadie lo poderosa que eres, pero ese no es el problema, es que no quiero tener que vivir sin ti.

Ella no pensaba dejarse convencer.

—Cuando dos personas están en una relación, hablan de sus planes, y no ocultan cosas que son importantes, Tom. Esto me hace cuestionarme acerca del lugar que ocupo en tu vida. Yo no dejé de hablarte sobre mi idea de irme del país, porque confío en ti, y porque muy a diferencia de ti, yo no acostumbro a irme sin dar explicaciones. Yo no estaría en contra de tus planes, haría lo que estuviera en mis manos para ayudarte a conseguir lo que quieres, aun cuando no entendiera el por qué de eso.

Él respiró profundo y se acercó un paso para poder mirarla a los ojos. Pero le dolió ver esa mezcla de decepción y dolor que empañaban aquella mirada que tanto quería.

—¿Quieres saber por qué quiero esto? —preguntó, en no más que un susurro— Porque crecí sintiéndome completamente solo e insignificante, y no quiero volver a sentirme así nunca más. Pocas cosas se comparan con la sensación de tener poder, tal vez lo único medianamente equiparable es la sensación de ser amado por ti.

A pesar de esas palabras, ella no cedió.

—Tú eres la persona con la que quería compartir mi vida —le dijo, sintiendo las lágrimas llenar sus ojos—, pero ¿Cómo podría yo tener un hogar contigo cuando acostumbras ocultarme cosas importantes? Si no hay confianza no hay nada.

—Pero yo sí confío en ti, Alyssa.

—Pues qué manera de demostrarlo que tienes.

Él ya no sabía qué hacer para remediar su error. Era plenamente consciente de que se había equivocado, pero ella no daba señales de querer perdonarlo fácilmente. Que le hubiera ocultado eso la había herido y ofendido. En esos momentos, no se sentía capaz de decirle que iban a tener un hijo.

«Después lo sabrá —pensó—, algún día lo sabrá, pero por ahora no».

Se sentía tan cansada de todo. De su padre y sus manipulaciones, de Abraxas queriendo tenerla a su lado a cualquier precio, incluso de Tom y sus secretos, y los planes que no compartía con ella. Por mucho que quisiera, no podría tener una familia con alguien que de repente desaparecía sin dar explicaciones, y regresaba como si nada. Tal vez no podía tener un hogar con él, porque cada uno planeaba un futuro diferente, y esos planes no encajaban. Sentía que su alma se rompía, así que tomó aire para decir esas palabras decisivas y determinantes que llegaron a su mente.

—Te amo —le dijo, con los ojos inundados de lágrimas—, pero no puedo seguir con esto en estas condiciones.

Él sintió como si lo hubieran golpeado muy fuerte con algo. No podía creer que ella lo estuviera dejando.

—Alyssa... —intentó pensar en algo para convencerla de que no se fuera.

—No, Tom —lo interrumpió—. Tengo que ir a ver qué pasó con mi madre, y después me iré, espero que lo entiendas, si no ahora, algún día.

Alyssa lo miró una última vez, de nuevo pensando en lo perfecto que era, y supo que su recuerdo la perseguiría por el resto de su vida, fuera a donde fuera, porque el verdadero amor deja huella, y él había marcado irrevocablemente su alma. Por un breve instante, recordó al niño que había conocido en el orfanato, tantos años atrás, y pensó en cómo se había convertido en uno de los magos más poderosos que habría en la historia. Se sintió orgullosa de él, y en silencio le deseó mucho éxito en sus planes, quiso que todo le saliera como lo tenía planeado y dejó que las lágrimas salieran por fin de sus ojos.

«Estoy segura de que cuando muera, todavía lo amaré tanto como ahora —pensó—. Más adelante encontrará a muchas personas que lo amarán, pero no creo que lo hagan con tanta intensidad como yo. Me voy, lo dejo porque creo que es lo mejor para ambos, a veces el amor no es suficiente. Tal vez después, cuando nuestro hijo crezca, le hablaré de su padre, le diré que fue el hombre más maravilloso que conocí en la vida, e incluso podría traerlo a que lo conozca. Mientras llega ese día, trataré de seguir adelante de alguna manera».

𝙾𝚜𝚌𝚞𝚛𝚊 𝚊𝚍𝚒𝚌𝚌𝚒𝚘́𝚗 || 𝚃𝚘𝚖 𝚁𝚒𝚍𝚍𝚕𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora