Capítulo 10: Ultimátum

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Cuando Yoonie salió del instituto estaba convencida de que tenía que hablar con Jimin. Durante los últimos días la situación en casa con su padre no había sido de lo más agradable, Namjoon seguía enfadado con ella por todo lo que había pasado, por ese encadenamiento de cosas que su hija le había ocultado o había hecho. El pobre hombre cada vez se sentía menos capaz de cuidar y velar por ella, estaba tan cansado que había decidido castigarla por una vez en su vida, nada de ver a Jungkook.

Jimin seguía sin caerle del todo bien, pero mientras caminaba por la calle creyó que quizás él podría ayudarla a solucionar el problema con su padre. La distancia entre su instituto y el colegio de educación especial en el que Jimin era profesor no era muy grande así que avanzó unos pasos más y en menos de diez minutos llegó a la entrada de esa escuela. Encontró un banco y se sentó allí esperando a que el chico saliera, tampoco sabía muy bien qué iba a decirle.

A lo lejos visualizó a Jimin, salía de un edificio con una bandolera cargada al hombro. La joven se puso de pie y se quedó ahí hasta que el chico se dio cuenta de su presencia.

—¿Yoonie?

—Hola, Jimin.

El chico la observó detenidamente.

—¿Estás bien, Yoonie? ¿Qué haces aquí?

—¿Puedo hablar contigo?

—Claro, por supuesto —afirmó con la cabeza—. ¿Te encuentras bien? ¿Ha ocurrido algo?

La joven cogió aire.

—He discutido con él.

Jimin frunció el ceño.

—¿Con tu novio? ¿Os habéis peleado?

—No —negó rotundamente—. Con mi padre.

—Oh, vaya.

—Me gustaría hablar contigo, por favor. Igual tú me puedes ayudar.

—Claro, Yoonie —Jimin le sonrió—. Necesito pasar por casa, ¿te importa que hablemos allí?

—No, está bien.

—Genial, vamos. Sígueme por aquí.

Jimin acompañó a Yoonie por el camino y la guió hasta que los dos llegaron a donde estaba aparcado el coche de Jimin. El chico abrió la puerta del maletero y metió su maleta y la mochila de la joven, después entraron en el vehículo.

Durante el trayecto Yoonie estaba algo callada, pero pronto Jimin hizo que no se sintiera incómoda y le preguntó qué había ocurrido con su padre para que estuvieran enfadados. Yoonie le contó lo sucedido sin dar muchos detalles mientras el chico la escuchaba atentamente.

—Supongo que han pasado muchas cosas en poco tiempo y por eso ha debido de explotar —dijo mientras giraba por una rotonda.

—Puede ser —suspiró.

—Tú no te preocupes, ya verás como todo se arregla pronto.

—También me ha castigado sin salir.

—¿En serio? —Jimin la miró sorprendido—. Eso no es típico de él.

—Pues eso ha hecho, espero que no se moleste cuando se entere de que no estoy en casa todavía.

—Tranquila, no te preocupes por eso.

Jimin sacó un pequeño mando y abrió la puerta del garaje del edificio donde vivía. Se adentraron en el sótano y Jimin aparcó en su plaza, luego salieron del coche y recogieron sus cosas.

Subieron por el ascensor y llegaron hasta el apartamento de Jimin cuando un perro enorme de pelaje rubio les recibió en el vestíbulo. Yoonie se asustó un poco al principio, no se esperaba tal recibimiento.

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