*El gran fallo de Voldemort (2)*

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"L" POV

Las dos miradas se hallaron en mitad de la batalla, los hechizos brillaban sobre sus cabezas mientras los dos se miraban el uno al otro, con las varitas en alto.

Arthur Weasley se encaró con una de las mortífagas más peligrosas y desequilibradas, LeAnne Snape.

Ella le devolvió la mirada a Arthur, la mano con la que sujetaba la varita temblaba ligeramente, ella no quería atacarlo.

-LeAnne.- susurró Arthur Weasley, quién no dejaba de mirar la locura que emitían los ojos oscuros de LeAnne Snape.

-Arthur.- susurró a su vez LeAnne, mirando al único hombre que había sido capaz de hacer acelerar su corazón, mirando al único hombre al que ella había amado.

-LeAnne, bajemos las varitas. No quiero batirme en duelo contigo.- propuso Arthur Weasley, hablando con mucha cautela, mientras la mano con la que sujetaba su varita bajaba ligeramente.

La mano de LeAnne siguió las acciones de Arthur hasta que ambos magos guardaron sus varitas, ambos seguían teniendo sus defensas alzadas contra el otro.

Arthur se acercó ligeramente a LeAnne, con cierta desconfianza, como quién se acerca a un hipogrifo por primera vez.

La mortífaga no realizó ningún movimiento en contra del acercamiento de Arthur, al contrario, una alegre sonrisa se posó en su demacrado y bello rostro.

-Sé que no quieres hacerme daño, eres demasiado bueno para lastimarme. Te asusto, ¿Arthur?- preguntó la mortífaga con voz dolida al ver la indecisión del hombre al acercarse a ella, como si ella fuera un animal peligroso.

-¿Asustarme? En otros tiempos fuiste mi amiga, LeAnne, la única persona de Slytherin que me agradaba.- Arthur puso una sonrisa natural en su rostro, mientras trataba que la mortifaga no se fijara en sus sudorosas palmas.

Sí, LeAnne Snape había sido una amiga muy cercana de Arthur Weasley, más ahora el hombre no sabía si estaba tratando con ella o con la despiadada mortifaga que secuestró a Deidre Weasley, Agatha Morris.

-Fuimos más que amigos, querido.- susurró LeAnne Snape, con voz melosa e hipnótica, mientras acortaba toda la distancia que la separaba de Arthur Weasley.

El cuerpo de Arthur se tensó al sentir los brazos de la mortifaga rodear su cintura con delicadeza, abrazándolo de forma bastante amorosa.

LeAnne se aferró al cuerpo del hombre al que ella tanto amaba, tanto deseaba, pero éste no le correspondió el abrazo a la mortifaga.

Aún así, ella estaba feliz simplemente abrazándolo.

-Es verdad, fuimos más que amigos. Compartimos una hija juntos.- admitió Arthur Weasley, tratando de complacer a la mortifaga con dulces palabras.

Arthur sabía perfectamente lo que la mortifaga sentía por él y quería usar ése sentimiento para hacer que ella se rindiera, Arthur no quería matarla.

En el momento en el que Arthur notó un frío filo metálico en su cuello, se dio cuenta que había elegido un mal tema de conversación, la había hecho enojar.

-Es cierto. Compartimos una hija. ¡Compartimos una hija! ¡Y tú me la quitaste!- gritó LeAnne, apuntando el filo de la daga que llevaba escondida entre sus ropas hacia el cuello del hombre que ella amaba.

-LeAnne... ¿vas a lastimarme?- preguntó Arthur con un tono de voz asustadizo que consiguió ablandar ligeramente a la mortífaga.

-¿Lastimarte? Jamás, Arthur, yo te amo. Te amo más que a mí misma, más que a mi familia, más que a nada en el mundo. Dime, Arthur, ¿tú me amas a mí?- preguntó LeAnne Snape con una mueca seductora e infantil en su rostro que la embelleció y rejuveneció gratamente.

La Hermana de Ron Weasley (Draco Malfoy y tú) //8//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora