La luz en la oscuridad

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A partir de ese momento cada inicio de semana era una eterna tortura. Aprovechando que Kyoko estaba en clases y que Mei trabajaba, Haru dejaba que alguno de sus amigos se divertirse con ella. Estaba agradecida que siempre usaban protección, pero eso no quitaba que todo el tiempo sintiera asco de su propio cuerpo.

Kyoko notaba que algo malo pasaba con su hermana, era muy pequeña para entenderlo pero sabía que la chica pasaba por un momento difícil. Apesar de los malos momentos Midori siempre le sonreía alegremente y la invitaba un helado. Ya hacía mucho tiempo que dejó de hacerlo.

Y Hina tampoco era la excepción, puede que apenas llevará menos de un año conociéndola, y realmente no supiera todo de ella. Sabía que su comportamiento no era normal.

En ese momento se encontraban en el receso ambas chicas comían tranquilamente. La peli rosa no soporto y comenzó a hablar.

– Mimi, se que algo está pasando – decía mirándola con tristeza– Podemos hablarlo si quieres.

– Hina, solo estoy cansada. Me extendieron el turno y por eso no duermo mis horas – trato de sonreírle lo más que pudiera –

– Eso no explica los vendajes– una leve punzada llegó a su corazón cuando escucho eso – ¿Puedes contarme? Estoy dispuesta a escucharte y...

– No me estoy cortando, tranquila. Llevar las cajas pesadas me lastimó mis muñecas – toma la mano de su amiga con delicadeza– pero si quieres ayudarme ¿Puedo pedirte algo, Hina?

– Lo que quieras, somos amigas ¿Verdad?

– Por supuesto. Solamente yo puedo ir por mi hermana a sus clases, pero puedo poner a alguien de confianza en caso de yo no poder  – le mira fijamente – ¿Esta bien si doy tus datos? No confío en nadie más que en ti.

– Me siento feliz al oír eso. Claro que sí. Después de todo a Kyoko le agrado.

Esto lo había hecho pensando en que si algo le pasaba por culpa de Haru, confiaba en que Hina iría por su hermanita. Simplemente por precaución.

Terminando las clases fue por Kyoko pero paso algo que no esperaba. Debido a un accidente en el edificio, ese día no habrían clases de dibujo por la tarde.

–Kyoko ¿Te gustaría ir a casa de Hina? – le pregunto mirándola fijamente–

– Ella siempre me da galletas, así que si. Vamos Mimi – tomo la mano de su hermana para jalarla y caminar en dirección a casa de la chica –

No quería molestarla, pero no iba a dejarla en casa sola y menos con Haru. Caminaron hasta llegar a la casa de la peli rosa. Tocaron la puerta, se escuchó pasos acercarse.

– ¿Mimi? ¿Kyoko? – abrió por completo la puerta al ver a las chicas –

– Hola Hina, perdón por molestarte. 

– ¡Hina! – la pequeña se lanzó a la nombrada para abrazarla – Te extrañe mucho.

– Yo también te extrañe corazón – corresponde al abrazo sonriéndole – Adelante están en su casa.

Las chicas pasaron para sentarse en la sala. Hina fue por unas galletas y algo de té para acompañar. Les entrego una taza a cada quien y dejo el plato en la mesita del centro.

– Me apena mucho pero, quería pedirte un favor Hina – dice para después darte un sorbo al té–

– Ya te dije que puedes pedirme lo que sea. Siempre y cuando esté a mi alcance – le acerca las galletas a la pequeña quien veía el plato sin atreverse a comer una – anda son tus favoritas.

Corazón encadenado | Tokyo Revengers | MikeyxOcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora