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La semana pasó volando, la siguiente, ni siquiera se notó y es que los días parecían esfumarse tan rápido como un parpadeo, porque era así como yo lo sentía.

La primera semana, después de que McKenzie me declaró su amor, salieron en las noticias que él se casaría muy prontamente con uno de los herederos de la Industria Ojeda; Gabriel. Y aunque yo le conté a mi familia que Jamie estaba completamente en contra de su voluntad, no parecieron completamente convencidos.

No me atrevía a contarles sobre la inestabilidad emocional de Jamie, ya que era un tema bastante ambiguo de tocar, pero me gustaba, sin embargo, ver cómo ellos se preocupaban por él cuando me preguntaban si se encontraba bien o si habíamos hablado.

Y por supuesto, no lo habíamos hecho. Mis nervios estaban a flor de piel, miraba día a día el teléfono para ver si me encontraba con una noticia de Jamie, pero ni siquiera en Internet hallaba algo consolador.

Hasta que, a finales de la semana pasada, salió otra noticia de Jamie.

Una noticia que dejó mi corazón colgando en un hilo, se trataba de Jamie siendo "infiel" el mismo día se su compromiso, en las imágenes que mostraban, se veía a McKenzie sin camisa y con el botón del pantalón desabrochado, mientras se besaba con quien, según los periodistas, era un mesero.

Mis padres apagaron la televisión de inmediato y comenzaron a charlar conmigo sobre si estaba seguro de seguir con Jamie, a lo cual respondí con total seguridad qué sí.

Pude ver en los ojos de ellos tal preocupación que casi me hace llorar y explicarles todo, pero no podía hacerlo y ni siquiera entendía por qué, pero nuevamente agradecí al cielo por haberme entregado tales padres, puesto que demostraron su apoyo diciéndome que todavía querían cenar con Jamie para conocerlo mejor.

Por otro lado, poco había hablado con mis hermanos, la universidad y el trabajo de ellos los estaban consumiendo, así que solo nos escribíamos por chat de vez en cuando.

Pero podía, aun así, ver que ellos estaban renuentes a que tuviera yo una relación con Jamie Oliver McKenzie, lo sentía en cada mensaje que me enviaban de reproche y fue entonces en una noche en la que todos milagrosamente descansamos que me atreví a explicar lo de McKenzie, cuando Santiago dijo:

—No me agrada Jamie, no lo hace.

—Santi... Cállate —pidió Verónica.

Puse los ojos en blanco y entonces, comencé a contarles sobre el temor que había infundido Alisha de McKenzie en Jamie, les dije que desconocía la razón, pero que tenía que ser algo realmente horrible para que él, a pesar de tener ya más de veinte años, actuara bajo su dirección.

Les relaté con los ojos llorosos, el desespero que llevó a Jamie años atrás al pensar que lo mejor sería acabar con su vida, pero el error de aquella decisión le quedó marcado para siempre en su historia, porque convirtió a su madre en su tutora legal.

Les dije todo lo que esa mujer había hecho con Jamie después de eso y me detuve un segundo para ver sus reacciones, mi papá estaba, junto con Verónica y Santiago, perplejos. Mi madre, con la mano en la boca, lloraba desconsoladamente.

—Yo lo vi en sus ojos, Daniel —siseó con un hipo que se le escapó, ella limpio su rostro con la servilleta que tenía en su regazo —. Lo supe cuando lo vi.

—Lo recuerdo —le dije, mirando el techo.

Mi madre suspiró profundamente.

—No me gusta verte triste.

—No estoy triste... estoy preocupado.

Cuando levanté la vista para decir algo, me abstuve, pues Verónica golpeó la mesa y su iracunda mirada me demostró que planeaba algo.

—Lo que esa mujer hace es abuso físico y mental o psicológico, yo qué sé. Pero el hecho es que está haciendo mal con Jamie. Así que hablaré con Dante para que me asesore al respecto.

—¿Para qué?

—Vamos a demandar a esa bruja.

Mi padre tomó la cabeza de Verónica y la besó.

—Me temo que no se podrá, mija. No tenemos el poder para tomar decisiones de tal grado.

La esperanza era como un cubo de hielo en estos momentos y al oír a mi padre decir aquello, una enorme flama de fuego pasó por encima, pero no la derritió, porque sabía que Jamie no quería seguir perteneciendo legalmente a su madre y él si tenía el poder de hacerlo.

Me dejaría de llamar Daniel Castro Olivero si me equivocaba.

Y así, nuevamente, transcurrieron más días, días en los que mi familia miraba noticias, el celular, los periódicos, solo para ver qué hallaban de Jamie.

Algunas veces hablábamos de temas irrelevantes o de mi postulación a la universidad, pero siempre terminábamos intentando comunicarnos con McKenzie, sabiendo ya todos lo que su madre era y los alcances tan atroces a los que había llegado, temíamos lo peor.

Más yo, mi hermano y mi padre, que tuvimos la dicha de conocerla personalmente.

...

—Dani —mi madre hizo que dejara de pensar en la mitad del mes que se había ido volando y sonreí cuando ella se me acercó —, vamos afuera. Están dando Terminator.

—Hmmmm —me quejé, acostándome más en la cama.

—Andando. Hice crispetas y les puse miel y también hay Coca-Cola.

—Hmmmm —me senté bruscamente y abrí los ojos con demasiada exageración —. ¿Me darás un tazón grande?

—Goloso —dijo, mientras reía —. Lleva una cobija, hace frío porque está lloviendo.

Y los dos quedamos en silencio cuando oímos la puerta sonar, nos miramos con confusión y mi madre, oyendo la insistencia con que la puerta era tocada, dijo:

—¿Quién puede ser?

La respuesta llegó cuando oímos a Santiago gritar:

—¡Ay, caramba, Jamie!

Después De Soñar (Finalizada)Where stories live. Discover now