two.

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Después de lo que pasó el día anterior Mikey estaba listo para salir de su hogar, a buscar diversión (o más problemas). ¿Por qué? Bueno, porque es él.

Ya estaba listo, con su vestimenta típica, digna del líder de una pandilla. Pero antes de que pudiera cerrar la puerta siquiera escuchó una voz, suspiró pesadamente. Ahí venía la misma charla de siempre.

— ¡Mikey! Te estoy llamando. — la chica rubia le sonrió con dulzura, aunque Emma también tenía su temperamento era bastante paciente con su hermano, pensaba que era la única forma de que le hiciera caso. — Toma, olvidaste tus medicinas.

Mikey volteó a verla fastiado, quería muchísimo a su hermana, pero a su parecer era demasiado pesada con el tema de las medicinas y supresores. Después de todo el nunca había tenido su primer celo, no tenía que preocuparse por eso. — No necesito eso. El celo de omega no me ha pasado. Tal vez nunca me llegue. — trató de convencer a la otra omega con sus palabras. —

— Solo eres más lento que otros, por favor. Lleva las medicinas, por si acaso.

— Siempre me haces llevarlas. — bufó.

— Llévatela o no te dejaré ir.

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Ya con todo guardado en su mochila se dirigió a un local de juegos, aunque seguía molesto.

Realmente es una molestia. ¿Qué rayos quiso decir con "por si acaso"? En esos momentos venceré el celo con mi fuerza de voluntad. Será fácil, muy fácil . . .

— ¡Ah! — había estado tan ocupado quejándose de su vida de omega que no se dio cuenta de que alguien más le ganó el pequeño peluche en forma de pez que estaba tratando de ganar de esa fea máquina hace rato. Estaba echo una furia, pero en lugar de iniciar una pelea con la persona iba a hacer un berrinche infantil, claro. De no ser porque antes de cualquier reacción un aroma muy conocido llegó a sus fosas nasales.

¿Podía ser?

Con miedo se dio la vuelta, para ver a nada más y nada menos que una gran figura a su lado, la cual tenía la cabeza rapada, con su típica trenza y el tatuaje de dragón que todo el mundo reconocería. Manjiro tembló, pero de rabia. Desde hace años le tiene un gran odio al poseedor de todas esas características, a Ken Ryuguji.

Pero todo tiene una razón. De hecho, él y Draken fueron buenos amigos cuando niños, los dos eran los líderes de una pequeña pandilla llamada tokyo manji. Eran inseparables. Hasta que se reveló el segundo género de Mikey, un omega.

Debido a su descomunal fuerza y presencia intimidante todos pensaban que iba a ser un alfa y lo respetaban como tal, hasta el día en que se reveló lo contrario. Todos estaban consternados, recibió burlas y perdió el respeto que le tenían sus "súbditos". Incluso el de Draken. Por eso le tiene rencor. Porque él era el pilar de su vida, la cual se derrumbó cuando decidió darle la espalda.

Hoy en día solamente contaba con pocas amistades. Eran dos chicos que fundaron aquella pandilla con él. Keisuke Baji y Takashi Mitsuya. Aunque a veces hablaba con el novio del último mencionado. Se llama Hakkai, y le caía bastante bien.

Volviendo al tema. Los dos se quedaron estáticos. Hace más de 3 años no se veían, Mikey estaba furioso, confundido, y con miedo. Draken no tenía ninguna expresión en su rostro, pero aunque no lo notaran los demás su corazón estaba bastante acelerado y había empezado a sudar.

— Draken, maldito. Tomaste lo que estaba intentando ganar. Devuélvemelo. — demandó el más bajito, que seguía siendo igual de imponente.

— ¿Ah? Estás hablando dormido. Fui yo quien lo ganó. — Manjiro estaba a nada de darle una de sus patadas especiales, pero otra vez fue interrumpido por Ryuguji.

— Vamos, vamos afuera. — sin decir nada más tiró el inocente peluche, no esperó a su acompañante y empezó a marcharse del lugar. Manjiro tampoco esperó a que se lo dijeran dos veces. Quería resolver todos sus problemas de una vez. —

— Oye, siempre estás rondando alrededor mío, me molestas.

— Te equivocas, Mikey. Tú eres quien siempre hace destrozos en MI territorio.

— ¡Cállate, voy a hacer llorar tu estúpida cara bonita! — ahora fue a Draken a quien tomaron desprevenido, Mikey le había asestado un tremendo golpe en el rostro, normalmente no peleaba con sus puños. Pero el chico era muy alto, y no iba con ropa lo suficiente cómoda para levantar las piernas.

Pero claro, Ryuguji le devolvió el golpe con todas sus fuerzas, aquello le había sacado unas cuantas gotas de sangre de la nariz. Ahora sí que se había cansado de calentar.

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Llevaban aproximadamente una hora peleando, los dos eran demasiado tercos y no daban su brazo a torcer, ninguno quería perder. En todo ese tiempo solamente podían escucharse las pequeñas corrientes de agua en el lago, y por supuesto: burlas de Draken. Como "¿te volviste más lento"?

Manjiro tampoco sabía que le pasaba, y juraba que estaba a punto de dar el golpe ganador, de no ser porque un pequeño mareo lo hizo perder el equilibrio. Draken aprovechó aquello para darle un golpe más, y este sí que le había dolido.

Estaba confundido, su cuerpo se sentía muy sensible y.... caliente.
Tuvo que sostenerse de una pared, y de repente su mundo volvió a venirse abajo. El celo.

¿Por qué el mundo lo odiaba tanto? ¿Por qué tenía que sufrir una segunda humillación frente a la persona que odiaba? Se sintió más angustiado cuando recordó algo.

— L-La medicina, debo inyectármela. — su cuerpo estaba temblando, pero como pudo empezó a caminar nuevamente al local, pues allí había dejado su mochila. Draken, quién se había quedado como espectador unos segundos se movió, estaba enojado. ¿Quién se creía para irse así nada más?

— Maldición, ¿a dónde vas? — lo tomó del hombro y lo giró sin tener un poco de cuidado. Ken se quedó boquiabierto. Lo único que pudo ver fue a un Mikey con los ojos llorosos, con una expresión entre dolor y necesidad. Y cuando sintió su 𝗼𝗹𝗼𝗿 fue que entendió lo que estaba pasando. Oh...

— ¡N-No me toques!

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Creo que es el más largo que haré en toda la historia. Lo dejo hasta aquí porque lo siguiente ya era lemon y todavía me da vergüenza escribirlo. Pero prometo que voy a actualizar pronto. 😭

𝗮𝗯𝗮𝗿𝗲𝗻𝗯𝗼 𝗵𝗼𝗻𝗲𝘆 ; drakey. ❥˙๑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora