four.

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Manjiro estaba recostado en su cómoda cama, había tenido una larga charla con Emma sobre lo que había pasado y de alguna forma logró convencerla de que no hacía falta recurrir a la violencia contra el individuo llamado Draken.

Había pasado una semana ya desde el incidente, tomaba sus medicinas seguidas y demás cosas, pero parece que no le estaba funcionando. Se supone que los inhibidores ya deberían haber hecho efecto, pero nada. Se había tocado un par de veces, pero seguía estando desesperado. De repente le llegó un recuerdo de como lo tomaron por primera vez y sus mejillas se acaloraron.

Empezó a dar vueltas en la cama, no era posible que estuviera pensando en que el desgraciado de Ken le quitó su preciada flor, claro que no. Ni en las sensaciones que experimentó, ni en las cálidas manos contrarias tocando su cuerpo, en como había besado su cuello, o en su... — ¡No! ¿Por qué querría yo hacerlo con ese tipo?

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El cielo se estaba oscureciendo, parecía que iba a llover. En un pequeño callejón se encontraban aproximadamente 4 hombres, y se pudo escuchar a uno de ellos decir. — P-Por favor, detente, ya nos hemos rendido.

Más que una petición sonaba a súplica. Draken soltó un suspiro. — Esto es muy aburrido, ustedes también son demasiado débiles.

Sacó su caja de cigarros y se llevó uno a la boca, desde aquel día en que marcó sin querer a Manjiro había estado sintiéndose muy intranquilo y ansioso. Tal vez, y solo tal vez, debería ir a disculparse.

Como si el universo lo estuviera castigando escuchó a alguien correr detrás suyo, y apenas se dio la vuelta pudo ver al dueño de sus inquietudes. Tenía el cabello desordenado, las ropas a medio poner y parece que estaba muy agitado. No iba a negar que se sorprendió, después de lo que hizo lo que menos esperaba es que justamente él lo fuera a buscar.

Al ver que no decía nada decidió hablar primero. — Tú ... ¿Qué demonios haces aquí?

— No lo sé, y-yo en serio no lo sé. — como si de un niño pequeño se tratase Mikey empezó a llorar. Cosa que alarmó mucho a Draken, ni siquiera en los tiempos cuando eran amigos se había permitido llorar delante de alguien.

Draken lo tomó de la mano y lo llevó a rastras hasta las escaleras más cercanas, ya se estaba desesperando. — ¿Hasta cuándo seguirás llorando? — soltó con burla, aunque también había preocupación en sus palabras, quería saber qué le había puesto así.

— Cállate, idiota. Tú en verdad me irritas. — Mikey seguía sollozando, pero no tanto como antes. Terminó limpiándose el resto de lágrimas con su manga, tomó aire y por fin lo enfrentó.

— Todo lo que hicimos ese día, fue mi primera vez. . . Fue tan doloroso, y aún con el inhibidor me siento angustiado. — hizo una pausa. — Maldita sea, aunque realmente no quiero verte no puedo quedarme quieto. Tengo que encontrar una forma de liberarme.

Tiró un poco de la manga de la camisa de Draken para llamar su atención, pues él se encontraba parado mientras su persona estaba sentado en las escaleras. — Yo no puedo soportarlo más. — tímidamente Manjiro sacó un condón y lo estiró hacia el rubio, a este punto sus ojos retenían más lágrimas y era incapaz de mirarlo, se sentía demasiado apenado. — Estoy preparado, podemos hacerlo.

Sin darle tiempo de que aceptara (o lo rechazara) Mikey se lanzó sobre él, empezando a quitarle su cinturón, pero unas manos lo detuvieron. — ¡¿Ah?! ¿Qué haces? — cuestionó Draken. — Sacando tu pene. ¿No es obvio?

Ryuguji rápidamente lo alejó de su zona íntima, le molestaba lo directo que era a la hora de hacer o pedir las cosas. — Tsk, idiota.

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Después de unos segundos de pelea verbal terminó cediendo, como siempre. Y ahora se encontraba sentado en una banca, con un pequeño omega de cabellos rubios entre sus piernas: haciéndole una felación, mientras el mismo estaba preparándose con sus dedos. Draken tenía una muy buena vista desde ahí, pero ya se estaba poniendo impaciente.

— Suficiente, ya es suficiente. — lo tomó con cuidado del cabello y lo separó de su miembro, dejando ver un hilo de saliva. Que escena más lasciva.

Pero Mikey estaba demasiado ansioso, ya hasta había olvidado con quién estaba. Por lo que sin darle chance de nada se puso a horcajadas sobre el alfa, y se auto-penetró. — Mh, de verdad estás desesperado. — se burló Ryuguji.

El omega estaba demasiado ocupado buscando su propio placer, pero en aquella posición no podía hacerlo libremente. Y para su suerte Draken pareció darse cuenta de ello, rápidamente lo cargó hasta recostarlo contra una pared. Donde volvió a embestirlo, esta vez con más fuerza y llevando las cosas a su ritmo. Llevaba un rato golpeando su punto dulce, y podía sentirse en el cielo nuevamente, se había contenido por más de una semana, liberar todo el deseo de golpe lo estaba haciendo ver estrellas.

Sus ojos se abrieron cuando escuchó gemir al alfa, y apenas se daba cuenta de lo cerca que estaban sus rostros, también de que Draken tenía un leve sonrojo en sus mejillas, se veía tan lindo así.

Se perdieron en la mirada del otro de una manera efímera, hasta que pasó. Draken había juntado sus labios con los de Mikey y entrelazado sus manos. Su omega estaba dando brincos de la felicidad, se sentía querido por primera vez. Aunque su lado racional sabía que no estaba bien lo que hacían. ¿Pero a quién le importaba hacer las cosas bien?

— ¡Mgh! S-Si Inui se da cuenta de esto voy a estar en peligro. — susurró, más para el que para su amante. Enredó sus manos alrededor del cuello contrario cuando sintió que el clímax estaba cerca para ambos. Y así fue, los dos llegaron a su ansiado orgasmo, sin aviso el alfa volvió a enterrar sus colmillos en la marca que le había hecho. Pero esta vez no hubieron protestas.

Manjiro se sentía tranquilo, feliz. Por alguna razón pensó que todos sus problemas podrían resolverse ahora, que podría empezar de nuevo con 𝘀𝘂 alfa.

Pero todas aquellas ilusiones se vinieron abajo cuando buscó con la mirada a Draken y vio que su rostro no tenía expresión alguna. O quizás sí, un poco de enojo. Eso lo asustó. ¿Qué había hecho?

— Ya está, no vuelvas a aparecerte por aquí. — le dijo como si nada, después de terminar de acomodarse la ropa. — Sería realmente problemático, lo siento. Lo mejor es olvidarnos mutuamente.

Y se dio la vuelta, porque era un cobarde, porque sabía que si veía los ojos de Mikey iba a querer llorar también. Finalmente salió del callejón y se perdió de su vista.

Mikey estaba procesando todo. La había vuelto a cagar y había quedado en completo ridículo. Fue un imbécil al pensar que tendría siquiera una oportunidad de arreglar las cosas.

Sintiéndose la peor escoria abrazó sus piernas desnudas contra su pecho, y por primera vez en su vida, lloró de tristeza, lloró como nunca, gracias a un profundo dolor que le había dejado la decepción de ser rechazado por el cual creía era su alfa.

𝗮𝗯𝗮𝗿𝗲𝗻𝗯𝗼 𝗵𝗼𝗻𝗲𝘆 ; drakey. ❥˙๑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora