seven.

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Ya era un nuevo día, el alfa estaba perdido en sus pensamientos, durante toda su vida las personas siempre lo veían superficialmente, Mikey había sido el primero y probablemente el único en haber visto algo bueno en él. Quizás, porque no sabía que era el hijo de un Yakuza.

Suspiró con melancolía, justo cuando pensó que había resuelto las cosas con él resulta que se desapareció. La última vez que le respondió un mensaje fue para decirle que estaba enfermo, pero vamos. No le creía nada. Seguía creyendo que había hecho algo mal, pero tampoco encontraba el qué.

Draken decidió llamarlo, quería saber de una vez por todas qué carajos lo hizo tomar distancia de su persona. Salía con prisa de su hogar, pero un sonido le hizo detener sus pasos. Para su sorpresa dos de sus hombres estaban en el pasillo, y con un celular en las manos. Cuando vio que el contacto decía "Ken-chin ♡" algo le hizo clic. Ese bastardo de Inui.

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Por otro lado, había una rubia bastante preocupada por su hermano, llevaba días encerrado en su habitación y sin comer bien, además en el lugar podía sentirse un fuerte olor a tristeza. Él no quería contarle lo que pasaba, y por más que le doliera tenía que respetar la decisión de su hermano.

Cuando Mikey escuchó los pasos alejarse de su puerta se relajó, le daba miedo tener que hablar con Emma y explicarle la razón de su estado. Había intentado muchas veces encontrarse con Draken pero aquellos guardaespaldas nunca dejaban su lugar, literalmente nunca. Estaba muy frustrado, y para peor suerte su pequeña cabecita empezó a imaginarse escenarios donde se cumplía lo que dijo el rubio y su alfa encontraba a alguien mejor. Eso lo llenó de pánico.

— ¡No quiero eso, Ken-chin! — lloriqueó, sin importarle haberlo dicho en voz alta.

Estaba abrazando el peluche que Draken ganó para él como si su vida dependiera de ello, y iba a seguir llorando de no ser porque escuchó ruidos en su ventana.

Cuando vio al dueño de sus pensamientos y corazón colgando del árbol sintió que el alma le volvió al cuerpo y rápidamente corrió a abrirle.

— ¿¡C-Cómo!? —

— Escuché sin querer donde estabas. — mintió, había tenido que golpear a los tipos para que le dijeran la verdad. Así como había hecho con los guardaespaldas de abajo.

Draken quiso decirle algo y explicarle lo que pasó, pero Mikey fue más rápido y sin darle chance de nada lo tumbó en su cama, para después recostarse sobre él. Se sentía tan tranquilo otra vez, tanto que podría seguir llorando todo el día.

Pero las palabras de Inui hicieron ruido en su mente y se vio obligado a alejarse. Se sentó a un lado del rubio cabizbajo, el alfa hizo lo mismo, pero manteniendo su mirada en él.

— Ken-chin, yo soy el omega al que marcaste. Pero tú eres un importante alfa, tal vez no debemos... — ni siquiera le dejó terminar, Draken le abrazó y empezó a dejar suaves lamidas y ocasionales besos en la mordida que había hecho, liberando feromonas para calmar a su omega.

— Tú eres el único para mí. — le sonrió. Mikey se llenó de alegría nuevamente y se lanzó a los brazos de su amado. Ahora ambos compartían un beso más profundo. Cargado de amor, puro y recíproco.

Aquella noche alfa y omega volvieron a entregarse el uno al otro, Draken volviendo a marcar a Mikey y el último mencionado aceptando por completo a su destinado. Solamente la luna fue testigo de cómo se demostraban su amor. Y bueno, una omega ruborizada que sin querer había escuchado todo lo que pasó.

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En la mañana la pareja se encontraba fuera del hogar de Draken, pues tenía que aclarar las cosas con su ¿amigo? ¿compañero? ¿subordinado?

— Si hace falta podemos librarnos de esto con puñetazos, juntos lo haremos. — comentó Manjiro queriendo transmitirle confianza, pero la verdad estaba cagado.

Cuando las puertas se abrieron los dos tragaron saliva. Inui estaba sentado frente a ellos, con las piernas cruzadas y una mirada nada agradable. Sumándole que habían bastantes hombres más intimidantes a cada lado suyo.

— ¿Qué pretende, jefe? —

Draken avanzó sólo unos centímetros. — Maldito, realmente planeaste algo astuto.

— Como siempre, solo estoy ayudando a arreglar los problemas de mi jefe. Usted tiene que comprometerse con alguien de importancia, estando con un omega como él solo logrará manchar el nombre del clan.

Una vena saltó en la frente de Mikey, no iba a permitir tales humillaciones, iba a proceder a la acción pero Ken se le adelantó.

— Nunca tuve ni tengo la intención de alejarme de este chico. Si no les gusta, solo tengo que matarlos a todos.

Inui y los demás se sorprendieron ante tales palabras. Venga, él no era el villano de la historia, aunque no parecía, le tenía aprecio a Draken y solamente quería lo mejor para él. No entendía por qué tenía tanto interés en ese omega.

Los hombres se alejaron y terminaron dejando el lugar, Inui se acercó al alfa y lo miró fijamente. — Ya entendí, por el momento vamos a retirarnos. — Mikey suspiró aliviado, no quería aún más problemas con ese. — Si es la solución del jefe entonces voy a respetarla, pero si la reputación del clan se ve comprometida, espero que tome la responsabilidad.

Ken asintió para después tomarle la mano al más bajo y salir de ahí. Los dos iban con una sonrisa de oreja a oreja, ahora ya nada les iba a impedir ser felices juntos.

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— De verdad soy demasiado blando con ese chico. — masajeó su sien, a pesar de lo que le dijo sabía que él tendría que hacerse responsable de todo.

Mientras se quejaba no vio que una chica de cabellos casi blancos se acercó para palmearle el hombro. — El joven maestro también es muy testarudo. ¿Qué harás con su prometido, hermano?

No esperaba que Akane estuviera allí todavía, porque sí, su hermana también trabajaba en casa de los Ryuguji. — No hay de otra, voy a tener que ir a ofrecerle disculpas.

𝗮𝗯𝗮𝗿𝗲𝗻𝗯𝗼 𝗵𝗼𝗻𝗲𝘆 ; drakey. ❥˙๑Where stories live. Discover now